EMBUSTE. El sentido del humor del contralor Gerardo Solís es tan negro, que cuando presentó su informe a la Asamblea, el pasado miércoles, mucha gente pensó que había decidido celebrar el día de los inocentes, con una semana de atraso. No sabemos qué clase de broma es esta, pero cuando ingresó al hemiciclo, sus ayudantes desplegaron una pancarta que decía “cultura de corrección”. Él dice que ese será el “pilar” de su administración. ¿En que parte de la ley orgánica de la Contraloría está eso? Él es un contralor, no un “corrector”. Y si lo que está haciendo es corregir lo incorrecto, lo está haciendo muy mal.
CONGLOMERADO. La Asamblea sesionará de manera virtual, porque, como reconoció Crispiano Adames, actualmente son un “clúster”, por la gran cantidad de diputados y funcionarios administrativos que están contagiados o en cuarentena por la Covid-19. Conforme ese criterio estadístico, entonces también son un clúster de crimen organizado y de corrupción.
FARSA. Crispiano, por cierto, felicitó a Solís por la presentación de su informe. “Ojalá todos los funcionarios lo hiciesen de esta manera”. ¿Es en serio o es otra broma? ¿Todavía no saben que a los mentirosos les crece la nariz? Por cierto, ¿ya hay fecha para la sesión de preguntas con el contralor? Lo bueno de estar en modalidad virtual, es que si comparten la clave de acceso del Zoom, podrán recibir (en tiempo real) preguntas de la población. Así no queda Juan Diego haciendo él solito todo el cuestionamiento.
BROMISTA. Otro funcionario con un humor muy macabro es el viceministro de la Presidencia, Carlos García. Antes decía que al Ministerio de la Presidencia se le había ido “la mano” en transparencia y ahora sostiene que en pandemia se manejaron fondos “con toda rigurosidad y controles”. Prueba de ello, según él, es que todo fue refrendado por el contralor. Si eso es así, después de escuchar el “monólogo” de Solís en la Asamblea, los panameños tenemos un motivo más para dudar de estas compras.