Miles de manifestantes marcharon este sábado en Boston para denunciar el racismo y a la extrema derecha, en una protesta plagada de choques con la policía bajo un clima de tensión en Estados Unidos, tras la violencia en Charlottesville y la polémica reacción de Donald Trump.
"No hay lugar para el odio" o "Váyanse, nazis" se leía en las pancartas empuñadas en el cortejo por unas 40 mil manifestantes, según la policía, venidas a este bastión demócrata para contrarrestar una congregación cercana convocada oficialmente en favor de la "libertad de expresión" pero que aglutina a militantes de extrema derecha.
Luego de una semana de alta tensión en Estados Unidos, con derribamientos apresurados de monumentos confederados percibidos por muchos como símbolos racistas, la policía de Boston había desplegado un fuerte contingente para separar a los dos bandos.
Solo unas decenas de personas se congregaron en la manifestación en la que se había anticipado la presencia de militantes de extrema derecha, según imágenes de la concentración, que terminó una media hora antes de lo previsto.
Al final de la marcha, manifestantes antiracistas fueron violentamente reprimidos por la policía, que la emprendió contra ellos usando garrotes y equipos antimotín, según un fotógrafo de AFP.
Pero las escaramuzas estuvieron lejos del nivel de violencia registrado en Charlottesville, donde un simpatizante neonazi mató a una mujer y dejó 19 personas heridas al arremeter con su auto contra la multitud.
La policía de Boston realizó 27 arrestos, dijo el comisionado William Evans. Afirmó igualmente que no hubo ningún herido "grave" que lamentar.
La protesta cerró una semana de alta tensión sobre el tema racial en Estados Unidos, que solo se elevó luego que el presidente Donald Trump defendió a algunos participantes de la marcha de neonazis en Charlottesville como "gente muy buena".
Aunque inicialmente llamó "agitadores" a los manifestantes antiracistas, al fin de la concentración Trump se expresó en un tono más positivo.
"Quiero aplaudir a los numerosos manifestantes de Boston que se expresan contra la intolerancia y el odio. Nuestro país estará pronto unido", escribió en Twitter.
Luego de una de las semanas más desastrosas de su joven presidencia, Trump se encuentra relegado en un creciente aislamiento.
Declaraciones indignadas de dirigentes republicanos, ola de defecciones entre sus asesores económicos y desaires de grandes nombres de la cultura: el profundo malestar por las ambiguas palabras del presidente estadounidense persiste.
En la más reciente consecuencia de sus polémicas declaraciones, Donald Trump anunció el sábado que no concurriría a la entrega de los premios artísticos más prestigiosos de Washington -los del Kennedy Center para las Artes Escénicas-, para evitar "interferencias políticas", luego de las deserciones anunciadas por varios de los galardonados.
La coreógrafa estadounidense Carmen de Lavallade se refirió justamente al "discurso (de la administración Trump) que alimenta la división" para rechazar la invitación a una recepción en la Casa Blanca organizada tradicionalmente el día de la ceremonia, el 3 de diciembre.
Antes que ella, el realizador Norman Lear había advertido que tampoco iría.
Escaldado por "las controversias", el cantante Lionel Richie, otro de los premiados, explicó esta semana que aún no había tomado una decisión.
Pero directivos del Kennedy Center saludaron rápidamente la decisión presidencial.
"Al decidir no participar en las actividades de este año, la administración mostró elegantemente su respeto por el Kennedy Center y permite asegurar que la ceremonia de entrega de premios será un momento especial bien merecido para los galardonados".
No es la primera vez que Donald Trump decide desdeñar una gran tradición de Washington.
En abril ya había decidido evitar la cena anual de los corresponsales, que reúne a lo más granado de la prensa y la política estadounidense.
Se trata de decisiones que satisfacen a su base, encantada con esos desplantes a un establishment denunciado en numerosas oportunidades durante la campaña electoral.
Lejos de tomarse un descanso en sus imprevisibles declaraciones y tuits que sacuden Washington desde su llegada a la Casa Blanca el 20 de enero, las "vacaciones de trabajo" de Donald Trump en Nueva Jersey y Nueva York siguieron estando marcadas por la polémica
y los anuncios imprevistos.Al día siguiente del despido de Steve Bannon, su incendiario asesor estratégico, el presidente le rindió este sábado un homenaje que también le sirvió para enviar una flecha envenenada contra su objetivo favorito: los periodistas.