Yo: Hola papá.
Mi papá: ¿Sam? ¿Dónde estás?
Yo: Aquí, en tierra. Estamos en la misma casa que teníamos cuando te fuistes.
Papá: Que bueno. Tu mamá y yo lo estamos pasando muy bien aquí en el cielo. Ella está sentada a mi lado y estamos bebiendo unos cócteles. Tú sabes cómo tu mamá le gustaba un buen martini.
Sam: Dile que la amo mucho. Por cierto, extraño muchísimo a los dos.
Papá: Si, hijo. Te extrañamos también. ¿Que hay de nuevo ahí abajo, en la tierra?
Yo: Los Israelíes y los árabes siguen peleando.
Papá: Eso no me sorprende. No va a acabar nunca.
Sam: Oye papá, Donald Trump es presidente de nuestro país, por segunda vez.
Papá: ¡Qué! No puede ser. ¿Estás bromeando? ¿Estás hablando de ese patán, deshonesto y estafador que se dedicaba a bienes raíces en Nueva York?
Sam: Ese mismo.
Papá: No lo entiendo. No tiene ningún sentido. Tu mamá también dice que es una locura. Nosotros lo veíamos de vez en cuando en la televisión hace más de veinte años.
Nos parecía un cursi, mezquino y fanfarrón. ¿Cómo pudo ganar la presidencia? ¿Que calificaciones tiene?
Sam: Yo sé, papá. No lo entiendo tampoco. Pero la mitad de este país piensa que él es tremendo. Más locuras dice, más lo adoran. Piensa que él va a resolver todos nuestros problemas.
Papá: ¿El solito va a solucionar los problemas? No creo, es mucho más complicado. Además, siempre me dio la impresión que el era muy egoísta y no muy interesado en los problemas de su prójimo.
Sam: Muchos latinos votaron por él.
Papá: ¿Latinos? No entiendo. ¿El habla español?
Sam: Tampoco lo entiendo. El no habla ni inglés. (Mi papá se ríe). Estoy muy preocupado.
Papá: Si, yo también. Y yo estoy en el cielo. Gracias a Dios que yo no estoy vivo para verlo. Tu mamá y yo vamos a cenar con John Kennedy y su esposa Jackie en un ratito. Adiós, hijo.
Sam: Los quiero mucho. Adiós.
El autor es jubilado y profesor de música.