Cuando la culpa es de todo un sistema



El fallecimiento de los neonatos en la Caja de Seguro Social (CSS) es otro episodio desgarrador y triste que refleja las falencias de un sistema de salud plagado de problemas y limitaciones. Se suma a otras tragedias como la de los pacientes sobre-irradiados del Oncológico, la intoxicación masiva con el dietilenglicol, presente en el jarabe para la tos, el brote de la bacteria con KPC, y decenas de otras situaciones adversas que ni siquiera llegan a conocerse en los medios de comunicación. Y aunque es entendible, el deseo del Ministerio Público y de los padres de los niños de encontrar a uno o dos culpables, con el Dr. Iván Sierra y la Licenciada Mock se ha cometido, en mi opinión, una injusticia.

En primer lugar, y contrario a lo que se ha informado en los medios de comunicación, la causa de la muerte de estos niños no está nada clara. Ni la Comisión Interinstitucional que investigó los casos, ni Medicina Legal, ni los expertos del Centro de Control de Enfermedades de Atlanta (CDC) que estuvieron en Panamá, pudieron establecer qué precipitó realmente la muerte de los niños. Si bien es cierto los bebés fallecidos recibieron nutrición intravenosa que contenía heparina con alcohol bencílico, por muchos años se había utilizado la misma heparina y no se había observado ningún evento similar. Además, cuando se suspendió definitivamente el uso de heparina con alcohol bencílico, hubo el fallecimiento de otros dos bebés que no la habían recibido, y que reunían la definición de caso establecida por Medicina Legal. Incluso, uno de esos niños fallecidos después del retiro definitivo de la heparina, tenía presencia de alcohol bencílico en sus tejidos corporales.

Hay muchas interrogantes sobre esta investigación: ¿Qué ocurrió con el manejo previo a la muerte de los neonatos, y que fue completamente diferente a todos los años en los que se utilizaba la misma nutrición, con la misma heparina, en la misma dosis y en pacientes similares? ¿Hubo un error en la preparación o cálculo de los componentes de la nutrición? ¿Recibieron los niños una cantidad excesiva de heparina y, por ende, de alcohol bencílico? ¿La heparina utilizada tenía una cantidad excesiva de alcohol bencílico por un problema de fábrica? ¿Había alcohol bencílico en algún otro aditivo de la nutrición o en algún otro medicamento administrado? Y si el alcohol bencílico no fue el causante, ¿estaba la nutrición contaminada con agentes infecciosos u otros tóxicos que contribuyeran a las muertes y que no fueron debidamente descartados? Con lo que conozco del evento y de la investigación subsiguiente, a mi parecer, no se han podido responder satisfactoriamente muchas de estas interrogantes.

Los expertos del CDC que vinieron a Panamá, invitados por los directivos de la CSS para ayudar a esclarecer lo ocurrido, no se les dio la oportunidad de conducir una investigación de casos y controles, ni ningún estudio toxicológico, y fueron cortésmente removidos del proceso, a los pocos días de haber llegado, con el explicación que la investigación sería conducida por el Ministerio Público y su ayuda no era requerida.

¿Cómo puede culparse a dos profesionales de unas muertes cuya verdadera causa no está claramente establecida? Es cierto que la heparina con el preservante alcohol bencílico no se recomendaba en neonatos y lactantes, por unos fallecimientos ocurridos en los Estados Unidos al inicio de los años ochenta. Sin embargo, la cantidad de alcohol bencílico asociada a efectos tóxicos en los casos ocurridos en los Estados Unidos fue al menos 10 a 100 veces mayor que la cantidad administrada con la heparina adicionada a la nutrición en Panamá. La heparina se utilizaba en cantidades pequeñas y su uso se considera necesario para evitar otras complicaciones potencialmente graves. Por otro lado, y según tengo entendido, la heparina con el preservante era la única heparina con registro sanitario en la Institución. Y antes del evento, ni Farmacia y Drogas del Ministerio de Salud (Minsa), ni la Comisión de Medicamentos de la CSS, ni la Farmacia del Complejo, ni el Departamento Compras de la CSS habían prohibido o limitado la adquisición, ni utilización de este tipo de heparina.

¿Cómo es posible responsabilizar a dos individuos, aún en el hipotético caso de que las muertes fueran causadas por la administración de un exceso de alcohol bencílico, si la mencionada heparina se había utilizado por más de diez años bajo el auspicio y aprobación de comisiones y departamentos del Minsa y de la CSS? Fue solo después del fallecimiento de los neonatos que Farmacia y Drogas comunicó la prohibición de su uso y se suspendió definitivamente el uso de heparina con ese preservante en neonatos en el Seguro Social. Por otro lado, ni el Dr. Sierra recomendó una cantidad excesiva de la heparina, ni tampoco era el responsable de la preparación física de la nutrición que contenía ese medicamento.

Es más, hay evidencia documental que emergió durante este proceso judicial, que ya los neonatólogos del Complejo Hospitalario, aproximadamente diez años antes del evento, habían llamado la atención con una nota al Departamento de Farmacia sobre el tema del uso de alcohol bencílico y aún así la Institución siguió, desafortunadamente, utilizando y comprando la misma heparina para su uso en todo el hospital.

Los jefes de servicios clínicos en las instituciones públicas tienen funciones administrativas y de supervisión, pero no pueden ser responsables de todos los procesos que implican la evaluación, autorización, comercialización, compra y dispensación de medicamentos. Por ende, no pueden cargar la responsabilidad regulatoria y de vigilancia que compete a comisiones y autoridades de la institución y del Minsa. Tampoco pueden ser directamente responsables de las acciones de todos los que proveen cuidado en una sala de hospital durante 24 horas continuas, incluyendo estudiantes, médicos internos, médicos residentes, enfermeros, farmacéuticos y otros especialistas, que por cansancio, inexperiencia, o impericia pueden cometer errores. La responsabilidad en un evento como este, recae sobre todo el sistema y no sobre una o dos personas.

Evidentemente, yo soy colega del Dr. Sierra, y siento una profunda admiración por su calidad como médico y ser humano, y mis afirmaciones pueden y deben ser valoradas a la luz de este conflicto de interés y de mi capacidad de recordar los detalles de este evento. No conozco personalmente a la Licenciada Mock, que también ha sido condenada en este caso.

El autor es médico.


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