Desactivando la bomba de la Caja del Seguro Social



El segundero de la bomba de tiempo sigue su curso mientras el país espera el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el estado actual de la Caja del Seguros Social (CSS) y sus recomendaciones para mejorar el sistema de pensiones. Si bien el trabajo que realice la OIT probablemente será de mucha utilidad para modificar el sistema obsoleto en el cual se basa el Subsistema Exclusivamente de Beneficio Definido (SEBD), y dará algunas luces para construir un nuevo sistema, no podemos ignorar que las herramientas y el plano necesario ya lo tenemos.

Como se ha mencionado anteriormente, solo debemos levantar la cabeza y ver lo que se está haciendo a nivel mundial en cuanto a sistema de pensiones. Para ello tenemos la más reciente entrega del ranking mundial de pensiones, el “2021 Mercer CFA Institute Global Pensión Index”. Este nos permite conocer las mejores prácticas, al comparar 43 sistemas a nivel mundial, que cubren a 65% de la población global. Todos los sistemas que están en las primeras 5 posiciones (a decir, Islandia, Holanda, Dinamarca, Israel, y Australia) están basados en pilares. Dichos pilares garantizan que las pensiones sean sostenibles, adecuadas, e íntegras, mediante la responsabilidad individual, seguridad jurídica, transparencia, y solidaridad real.

Aterrizando lo expuesto en el párrafo anterior en Panamá, y enfocándonos en el SEBD para empezar, podemos ver que el sistema no incentiva la responsabilidad individual (no funciona mediante el ahorro personal), carece de seguridad jurídica y transparencia, y, aun cuando lo llamen “sistema solidario” presenta características opuestas a la solidaridad real; es decir, es inversamente solidario o regresivo. Cuando se realizan los cálculos de las pensiones, sale a relucir que los pagos de la mayoría de los trabajadores actuales subsidian más fuertemente las pensiones de los pensionados de más altos ingresos. Estos trabajadores actuales, en su mayoría, tienen salarios por debajo de $1,000, según datos del INEC. En otras palabras, el 71.7% de los empleados en Panamá que devengan un salario inferior a los $1,000 mensuales (con una mediana de $719), son los que están subsidiando las pensiones de aquellos que se jubilan con $2,500. ¿Usted considera esto solidario?

Aun cuando con la reforma del 2005 sentó las bases para tener pensiones sostenibles, adecuadas e íntegras, creando el Subsistema Mixto (SM) - el cual cuenta con ciertas características deseables - los gobiernos subsiguientes no realizaron las reformas necesarias para continuar llevando a Panamá en el camino correcto para tener un sistema robusto. Parte del cambio que se debe realizar conlleva el pase de personas del SEBD al SM (particularmente a los más jóvenes), hacer ciertas reformas paramétricas escalonadas, y pensar fuera de la caja. Esto quiere decir que debemos ver el sistema de manera holística, no solo centrándose en la CSS. En resumidas cuentas, el sistema tendría 3 pilares, los cuales serían:

Pilar 0: Pensión solidaria universal no contributiva, manejada por la CSS, que se financia con los ingresos fiscales del gobierno. Para establecer el monto de la pensión universal, se puede tomar un porcentaje de la mediana salarial, y debe ser means-tested;

Pilar 1: Contribución definida obligatoria, basada en ingresos y en ahorro individual. Los aportes entrarían a una cuenta manejada por la CSS o una Administradora de Fondos de Pensión (AFP);

Pilar 2: Contribución definida voluntaria, a discreción de cada uno de nosotros, donde se aporte un porcentaje adicional a una cuenta administrada por una AFP. Los aportes a este pilar serían deducibles de impuesto, con base en la Ley 10 del 16 de abril de 1993.

Para que esta reforma sea exitosa, se deben establecer, adicionalmente, mecanismos de ajustes automáticos a los parámetros (para evitar discrecionalidades entre cada gobierno de turno), apalancarse en la Estrategia Nacional de Educación Financiera para enseñarle a todas las personas la importancia del ahorro, y que la CSS pase a ser supervisada, como cualquier otra aseguradora, por una superintendencia que sirva como ente de control para que el manejo de los fondos de los asegurados sea adecuado, prudente, y que las finanzas de la entidad cumpla con los mejores estándares de gestión de riesgos. Y, tal vez más importante, se necesita de la voluntad no solo de los políticos, sino también de cada uno de nosotros para que esta reforma se haga realidad y desactivar así la bomba de tiempo. Tenemos todo para hacerlo, ¿qué estamos esperando?

El autor es miembro de la Fundación Libertad


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