Venezuela

Entre Maduro y el abismo, la cúpula militar

Entre Maduro y el abismo, la cúpula militar
El Ministro de Defensa lanzó estas advertencias al Gobierno estadounidense.


Primero un mea culpa. En mi artículo anterior pronostiqué que Edmundo González Urrutia ganaría las elecciones de Venezuela por un amplio margen, lo que complicaría al régimen de Nicolás Maduro en perpetuar el fraude. Pero ni se molestaron en anular las elecciones como lo hizo Manuel Antonio Noriega en 1989, cuando Guillermo Endara apabulló a Carlos Duque, el candidato de los militares. La dictadura venezolana simplemente publicó una cifra, sin sustentación en mesas de votación ni actas electorales, el Consejo Nacional Electoral (CNE) divulgó resultados alegando que Maduro las ganó con el 51.2 % de los votos.

Una dictadura podría caer ya sea por un golpe militar, una intervención extranjera, negociaciones de alto nivel o una revolución popular. De acuerdo con el Citizens Handbook se limita a métodos no violentos, ya que el Estado tiene una ventaja insuperable en el poder que le da su fuerza. Roger Petersen, autor del libro Resistance and Rebelion, alude que las rebeliones se pueden dar en “tres mecanismos o fases”: la primera y según él la más importante es cuando gran parte de la población cambia de una posición de “neutralidad” a una resistencia no organizada y no necesariamente armada. La segunda es en una revolución armada y la tercera está en mantener esa Rebelión.

James Quinlivan de Rand Corporation afirma que “un régimen” se consolida y protege rodeándose de un pequeño círculo, utilizando amigos, socios, familiares, etc., a la vez que alienta a las fuerzas de seguridad, tanto policiales como militares, con incentivos para que protejan al régimen y a la vez se vigilen los unos a los otros.

Hace unos días la cúpula militar juró “lealtad absoluta a Maduro”. El general Antonio Rivero, ahora en el exilio, afirma que “existe una cohesión en el alto mando a los intereses de Maduro. El régimen se sostiene sobre las fuerzas armadas, especialmente sobre la cúpula”. Afloran los ejemplos. Cuando Maduro asumió el poder en el 2013, entregó a los militares la distribución de alimentos, divisas y materia prima. Al final de la década de 1990 el alto mando consistía de 200 miembros; hoy tienen 2000. Como dice el general Hernandez Lares, hay “absoluta lealtad y subordinación”. Según Gedess, Wright y Frantz, cuando existe en el gobierno una dictadura más colegiada (ejemplo una junta), se facilita una transición negociada. Pero cuando la dictadura es personal, “luchan hasta lo último”.

No recuerdo lo que contestó Gandhi (la famosa satyagraha) cuando le preguntaron si su resistencia pasiva se podría utilizar contra Hitler. Ahora estoy convencido de que por más amnistías, incentivos y ventajas que se le ofrezcan al gobierno de Maduro, este no entregará el poder pacíficamente. Cada día que pasa, toman medidas para consolidarse y perpetuarse más en el poder. Pero como escribe el periódico The Guardian: “desde las calles de Bucarest hasta los arrabales de Manila, el poder del pueblo se impone al final”.

El autor es licenciado en relaciones internacionales.


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