Hoy por hoy: presupuesto, urgen cambios estructurales



Después de lo ocurrido con el presupuesto de 2025 quedan múltiples lecciones, que van desde su formulación y debate hasta su ejecución. Pero lo más importante es el fondo: Panamá necesita un cambio estructural en sus normativas que amarran el presupuesto, eliminando las leyes especiales y los aumentos automáticos que, efectivamente, como lo repite el ministro de Economía, Felipe Chapman, generan una inflexibilidad descomunal. Reconocer el problema, como lo hizo tantas veces el exministro Héctor Alexander, no es suficiente; se requiere acción decidida y reformas legislativas acordes con las capacidades del país. El presupuesto debe construirse sobre previsiones de ingresos reales, no sobre expectativas infladas del PIB, con objetivos claros y alcanzables, que respondan al bien común. Las normas que distribuyen recursos antes de obtenerlos o que se diseñan en función de quién ejerce mayor presión no son justas aún cuando estén escritas en la propia Constitución. Es preocupante que sectores vitales, como justicia y educación, reciban recursos garantizados, mientras áreas igualmente críticas como salud, agua potable y obras públicas en general quedan rezagadas. A menudo, el presupuesto responde a intereses regionales (o circuitales), perdiendo una visión integral. Un presupuesto cónsono con la realidad implica eliminar privilegios y gastos innecesarios, revisando dietas, viáticos y sueldos elevados, además de cortar subsidios o “incentivos” que perpetúan una economía de favores y cabildeo en lugar de méritos y necesidades.

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