DESPEDIDA. Ayer lunes se fue de la Contraloría Gerardo Solís, después de cinco largos años de cuestionamientos a su labor. Solís fue parte del sistema que despojó al Estado panameño de cientos de millones de dólares. En las puertas de la institución, flanqueado por varias decenas de funcionarios de la institución –algunos obligados, según reveló uno de los disgustados–, salió sonriente, como quien dice, “misión cumplida”. Lo que no sabemos es si esos funcionarios lo aplaudían porque se iba un buen funcionario o porque por fin se iba el mejor amigo de Odila Castillo.
OPACIDAD. Y en la red “X”, sus adeptos comentaron que Solís impulsó una gestión enfocada en el “fortalecimiento de la transparencia”. Lo dicen del contralor menos transparente de los últimos 30 años, que no vio absolutamente nada pecaminoso en el hospital modular; el que no realizó las cientos de auditorías solicitadas por el Ministerio Público; el responsable de las auditorías confidenciales de Hutchison y el borra nombres de los beneficiarios de auxilios económicos del Ifarhu. Y no es todo. Cuento hasta el último de sus días.
FAMILIA ES TODO. En la Autoridad Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (Antai) están investigando el árbol genealógico de decenas de funcionarios nombrados en la Unachi. De paso, deberían hacerlo también con los administrativos que dejan la universidad para recibir un bono por retiro –de decenas de miles de dólares– y a los pocos días regresan con nuevo cargo… administrativo. A este ritmo, la Unachi tendrá nuevo significado: Universidad Autónoma de Chinvergüenzas.
¿Y LAS EVIDENCIAS? Ricardo Lombana acusó a los diputados de Vamos de negociar a espaldas del país acuerdos sobre las reformas a la Caja de Seguro Social, al tiempo que un miembro de esa coalición llamó al excandidato presidencial fracasado político. Si Lombana asegura que es así, debería decirnos también qué fue lo que se negoció: ¿dinero, posiciones, planillas, influencias, qué? Si va a acusar, que presente las pruebas, de lo contrario, es lo mismo que disparar una bala en forma de búmeran.