Véamonos en el espejo



Venezuela está hoy en el ojo del mundo nuevamente. ¿Pero realmente hemos comprendido cómo llegó a donde está? Si bien el artífice de toda la decadencia de este país tiene nombre y apellido, Hugo Rafael Chávez Frías, este no fue la causa, sino la consecuencia de un sistema que ya venía en caída libre.

Las ideas cambian el mundo, y eso fue lo que pasó en Venezuela. De aquella frase “Venezuela jamás será como Cuba” bajo un sistema fracasado como lo es el socialismo, las ideas de Chávez en realidad estaban en sintonía con esta ideología que promueve el hambre, destruye la dignidad humana, y convierte al ser humano en esclavo.

Si bien el socialismo verdadero, cayó con el muro de Berlín, eso no ha impedido al socialismo transformarse y adaptarse a las nuevas circunstancias políticas. Es así como de la antigua socialdemocracia, llamada por Karl Marx “el socialismo burgués”, logró ir adoptando una postura mucho más “democrática”, entendiendo que llevar del capitalismo al socialismo, ya no podía ser mediante la revolución, sino por medio de los votos.

En consecuencia, en Venezuela, como en muchos otros países de América Latina, los socialistas, tuvieron que ir ocultando sus verdaderas intenciones a través del rostro de demócratas. Es así como, mediante la democracia, llegan al poder y usan al Estado, junto a la coacción institucional, como medio para adoctrinar y generar un cambio de ideas dentro de la sociedad.

A medida que aumentaba la frustración de los venezolanos, consecuencia de una pérdida de su bienestar debido al excesivo tamaño e intervención del Estado, las ideas más extremas del socialismo fueron seduciendo y convenciendo a la población. Surgió entonces la oportunidad de emplear toda esa frustración, resentimiento y la pérdida de bienestar, para ser un catalizador para llevar las ideas del socialismo al poder.

Chávez, por ende, solo tuvo que esperar que las ideas socialistas estuviesen maduras. Una vez que esto pasara, su llegada al poder no fue nada complicada, en especial, ante oponentes que a pesar de tener sus mismas ideas habían perdido el respeto y la credibilidad.

Por eso, decir que a Panamá nunca llegará el socialismo, es un grave error. En Panamá, las ideas colectivistas llevan años impartiéndose entre las masas y los distintos estratos sociales. El intervencionismo exacerbado, y la creencia de la necesidad apremiante de un Estado grande y fuerte, están más presente que nunca en este país y que ha sido inyectada desde los diferentes partidos y gobiernos.

Los venezolanos nunca llegaron a “acostumbrarse” a vivir sin agua ni bienes de primera necesidad. Simplemente, nunca fueron conscientes de cómo los fueron perdiendo. Cada vez que producto de su frustración y circunstancias económicas, pedían más intervención, más nacionalizaciones, más controles de precios, más cosas “gratis” y más “derechos” y más “hay que quitarle al rico para darle al pobre” terminaron sin darse cuenta un día que se quedaron sin nada, preguntándose ¿cómo fue que llegamos hasta aquí?

Así mismo nos puede pasar a todos nosotros, que, sin darnos cuenta, dejamos nuestra libertad, propiedad y vida, en manos del Estado y políticos que terminamos idolatrando y subiéndolos a un peldaño, solo bajo la idea que nos traerá la solución y resolverá nuestras vidas mediante el mandato de darle un cheque en blanco para que use la coacción institucional con la mejor voluntad para resolver nuestras necesidades y circunstancias.

Estamos a tiempo de cambiar nuestro rumbo. No es suficiente decir que jamás seremos como Venezuela o que aquí nunca llegará el socialismo. Lo que nos puede evitar el sufrimiento y calvario que hoy viven los venezolanos, es que comprendamos las ideas correctas que pueden evitar que caigamos en ese mismo hueco.

El autor es miembro de la Fundación Libertad.


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