Las distintas caras de Guillermo Sánchez Borbón



Tras 100 años del natalicio (1 de junio de 1924) de Guillermo Sánchez Borbón, no podía imaginar algo que no se haya contado sobre él. Sobre su carrera, sus premios, trayectoria o sobre su vida. Solo es cuestión de abrir Wikipedia o leer los archivos de cualquier diario nacional (e internacional) y habrá cientos de historias que hablen sobre él, o que el propio Sánchez Borbón haya escrito. Incluso ChatGPT maneja información sobre quién fue, y cito, un “ferviente defensor de los derechos humanos y la libertad de expresión”. Pero, hay historias aún por contar sobre Sánchez Borbón que van más allá de los reflectores sobre él o sobre Tristán Solarte, su seudónimo de escritor. Y esas son las que viven en la memoria de sus allegados. Recuerdos que si bien provienen de un contable número de personas, seguramente poder recopilarlos todos sería un trabajo considerable. Así que, en pro de celebrar su memoria y legado, me puse a la tarea de contactar a quienes aún lo recuerdan para tratar de darle nuevos matices públicos a uno de los grandes de las letras panameñas.

El tío “TioGui”

Dentro de su núcleo familiar Guillermo Sánchez Borbón sobresalía por su sentido del humor, inteligencia y “ser despistado”. Una de sus sobrinas, Susana Sánchez de Negrín, recuerda que “la familia tenía la costumbre de reunirse para almorzar juntos todos los domingos. Cuando tocaba en mi casa yo me esforzaba mucho para que la comida quedase sabrosa. Tío Guillermo llegaba siempre a los almuerzos trayendo pan, queso y unas barras de chocolates. Al terminar de comer siempre decía “Yo debo haber comido una comida más mala que esta, pero no lo recuerdo”. Luego elogiaba lo bueno que había estado el pan, el queso y algunas veces la Coca Cola. Siempre he pensado que yo tenía muy en el fondo un alma de chef que no llegó a despegar precisamente sobre mi comida”.

Las distintas caras de Guillermo Sánchez Borbón
Se cumplen 100 años del natalicio de Guillermo Sánchez Borbón. Archivo

Por su parte, de esos tantos almuerzos familiares, Dianelsa Sánchez de Barrios, recuerda que “una vez llegué a los almuerzos familiares del salón de belleza. Y mamá que no sabía dónde yo estaba me pregunta de dónde venía, a lo que le respondí que en el salón. Y mi tío Guillermo me dice: ¿Y estaba cerrado?”.

Mientras que el recuerdo de Mireya Sánchez, está ligado a la astucia mental de su tío. “En una época papá y mi tío Guillermo sembraron arrozal en una finca que teníamos en Bocas del Toro. Papá me contó que al arrozal le cayó cualquier cantidad de plagas y tío Guillermo se convirtió en un experto patólogo vegetal. Armó una extensa biblioteca sobre el tema y se compró un microscopio. Todo lo que decidieron hacer para resolver el problema, salieron de tío Guillermo y todo el conocimiento que había adquirido de manera autodidacta”.

“El primer trabalenguas que todos en mi familia aprendimos nos los enseñaba él. Y era su nombre con unos 10 apellidos que me decía mi mamá que “TioGui” había investigado todos los apellidos de sus ancestros, jeje, pero nunca sabremos si eso era cierto o si los había inventado”, recuerda Ana Elisa Villalaz, sobrina nieta de Sánchez Borbón.

Las distintas caras de Guillermo Sánchez Borbón
Guillermo Sánchez Borbón, junto a su familia. Cortesía/ Familia Sánchez

El jefe. El compañero de trabajo

El nombre de Guillermo Sánchez Borbón se entrelazó con el del diario La Prensa, lugar donde trabajó gran parte de su vida como periodista. La sala de la junta directiva, quizás uno de los espacios más importantes dentro del diario, lleva su nombre y en los corredores aún se escuchan anécdotas de su tiempo en el diario. ”Guillermo Sánchez, entraba a La Prensa en el turno a la 6:00 p.m. Siempre llevaba un pan llamado torpedo que vendían en la panadería ubicada frente al diario. Un día no lo llevó y yo me sorprendí y solo por decir le pregunté: ¿Guillermo, qué pasó con el torpedo? Ya olvidado el tema, seguí mis labores. Luego sentí un golpe en la nuca y fue cuando Guillermo me dijo: “Aquí está tu torpedo. Por tu culpa por ir a comprarlo me caí y se me rompió el pantalón”, recuerda con una sonrisa Francisco Garibaldo, diseñador gráfico, quien entre otras anécdotas comparte que “en un tour universitario pasaron los estudiantes de Comunicación Social de la Usma a la redacción, viendo cómo hacían el periódico. Se acercaron donde mi persona y yo les explicaba el proceso, en ese momento se acerca Guillermo Sánchez y me dice: “Gary, (en un tono molesto) eso no se puede hacer. Eso es privado. Estás botado y pasa a mi oficina”, y se fue. Los estudiantes quedaron asustados y me dijeron: “Sr., no se preocupe, nosotros vamos a hablar con él para que no lo despidan”. Yo solo les dije: “no le hagan caso, él está loco”.

“Nunca fue un jefe que imponía su parecer, era más bien un compañero de faena, un conversador inagotable, alguien sencillo de corazón”, recuerda el periodista Daniel Domínguez, quien describe a Sánchez Borbón como alguien a quien “le encantaba trabajar rodeado de gente joven porque le gustaba estar al día de las novedades. Les preguntaba sobre sus preocupaciones, sus sueños, cuáles eran sus lecturas preferidas, sus películas de cabecera”.

Las distintas caras de Guillermo Sánchez Borbón
Este año se conmemora el centenario del nacimiento de Guillermo Sánchez Borbón, mejor conocido en el mundo de las letras como Tristán Soltarte. LP Miguel Cavalli

El amigo

A pesar de los años de trabajo junto a Sánchez Borbón, Daniel Domínguez, frecuentó más a Guillermo luego de su jubilación. “Me recibía siempre en bermudas de cuadritos y con los cabellos revueltos de quien se acaba de parar de la cama después de pelearse en sueños con un batallón entero de infantería. Ah, si llegaba después del mediodía, podía tener la fortuna de comer unos espaguetis hechos por el mismísimo”, comparte Domínguez, quien tuvo la oportunidad de ser su amigo. ”Don Guille siempre estaba disponible para darme un consejo, aunque el consejo lo recibía si él notaba que yo lo necesitaba con urgencia o si yo le pedía uno. Porque evitaba meterse en terrenos donde no lo invitaban primero, salvo que lo viera necesario. Cuando había confianza de por medio, era más que franco, con la sinceridad por delante, despejando los caminos de las dudas, como si fuera un barco, rompehielos en Finlandia”, describe Domínguez al “El poeta”, como muchos le decían a Sánchez Borbón.

Domínguez describe a su amigo como un hombre que estaba siempre de buen humor y que tenía un chiste, o dos, debajo de la manga para revivir los tiempos muertos. “El humor era una herramienta suya para recordarnos que la vida no la podemos tomar demasiado en serio; el humor como una manera de acercarse a la gente, sobre todo, cuando alguien externo no sabía como abordarlo o como su señal de que todo iba a salir bien. El momento cómico para hacerte sentir seguro, en especial, en los momentos complicados”.

Su última ida a casa

Precisamente su buen humor, es el recuerdo que tiene el periodista Luis Burón, quien, durante un reportaje para este medio, acompañó a Sánchez Borbón en su último viaje a su natal provincia de Bocas del Toro. En ese entonces ya era un hombre entrado en años, de andar lento, a quien la memoria le fallaba, pero que “para la joda estaba al día”, recuerda Burón. “Había cosas que no recordaba, pero era evidente que estaba feliz de volver a Bocas. El viaje en lancha lo emocionó muchísimo, sobre todo cuando pasamos frente a Solarte. Y recordó su niñez, y, obvio, decía que había cosas que habían cambiado, que la isla no era la misma. Pero, lo que más me sorprendió era cómo a pesar de su edad seguía muy ágil en el tema de las bromas, los chistes, de molestar a todos”.


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