Adictos al Canal de Panamá

Adictos al Canal de Panamá


En la política panameña no existen las casualidades. En las últimas semanas, el administrador del Canal de Panamá ha estado haciendo declaraciones sobre la posibilidad de realizar un cuarto juego de esclusas, que permitiría la navegación de los barcos más grandes que se utilizan para llevar carga por los mares del mundo.

Luego, en Europa, la vicepresidenta de la República estuvo dando declaraciones sobre la posibilidad de que en Panamá se desarrollara este proyecto que era mucho más barato que el Canal por Nicaragua. Complementa este escenario la designación como miembro de la junta directiva de la Autoridad del Canal de Panamá, al financista estrella del gobierno actual, Francisco Sierra. Este nombramiento llama la atención porque existen tres vacantes que deben ser cubiertas al mismo tiempo pero el poder Ejecutivo solo se ha molestado en nominar un directivo.

Las piezas del rompecabezas alimentan al pequeño Maquiavelo que llevo dentro y me hacen pensar que la clase política panameña, ni bien se ha terminado de secar el cemento de las esclusas reparadas, ya mueve todo el tablero para reanimar la economía panameña con la madre de todos los megaproyectos: el cuarto juego de esclusas, el cual permitiría a barcos con una carga de hasta 20 mil contenedores (o sus equivalentes) cruzar el Canal de Panamá.

Actualmente, con la ampliación deben navegar barcos con una carga aproximada de 12 mil contenedores. La baratija del proyecto nos costaría, según sus promotores, 16 mil a 17 mil millones de dólares y tomaría 15 años en realizarse. Esto es sin adendas, sobrecostos ni tardanzas.

¿Cuáles son las motivaciones para emprender semejante proyecto?

Hay una mezcla de arrogancia de parte de los técnicos de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), combinada con el mareo de la danza de los dólares que provocaría semejante proyecto.

Según la ACP, para la ampliación actual se han gastado 53 millones de dólares elaborando los términos de referencia del proyecto, y en los servicios legales utilizados por la entidad. Haciendo una regla de tres, el cuarto juego de esclusas requeriría unos 170 millones en gastos legales. Imagínense las comisiones multimillonarias para realizar todos los aspectos del proyecto, desde el financiamiento, los seguros, la alimentación del personal, los uniformes y hasta la publicidad y relaciones públicas de este megamonstruo.

El tercer juego de esclusas, que presuntamente se inaugurará a mediados de este año, nació viciado por una serie de defectos administrativos y técnicos sumamente serios. Así como los ingenieros y técnicos de la NASA son posiblemente los mejores del mundo, sus decisiones causaron la muerte de decenas de astronautas, y sus errores provocaron miles de millones de dólares en pérdidas. Igualmente, los ingenieros y técnicos de la ACP están entre los mejores del mundo, sin embargo, subestimaron el volumen de consumo de agua de la población panameña, así como también subestimaron los efectos del cambio climático, incluyendo al fenómeno de El Niño.

Igualmente, se sobrevaloró la capacidad de administración que tenía el personal de la ACP y se decidió que fuera la propia institución la que administraría el proyecto. Vale la pena la comparación, que para un proyecto más sencillo, el de la línea 3 del Metro, el Gobierno del Japón patrocina una empresa que funcionará como administradora del proyecto, quitándole grandes dolores de cabeza a la Secretaría del Metro.

Finalmente, la ACP subestimó la posible mala fe del consorcio constructor, su fortaleza financiera y su disposición litigiosa, que en este momento mantiene reclamos por más de 3 mil 400 millones de dólares.

A pesar de todo esto, hay interés en promover un cuarto juego de esclusas.

Muy humildemente quiero exponer algunas razones por las que este proyecto es inconveniente para Panamá y generaría enormes distorsiones a nuestra economía, ecología y sociedad:

Efecto financiero: La deuda pública actual del gobierno central supera los 20 mil millones de dólares. La semana pasada el Gobierno nacional emitió mil millones de dólares en bonos para financiar el presupuesto de este año. El presidente viajará en el mes de abril a Japón a firmar un crédito por 2 mil millones de dólares para financiar la línea 3 del Metro. Además, las entidades no financieras, como son la Empresa Nacional de Autopistas (ENA), la Empresa de Transmisión Eléctrica, S.A. (ETESA), y el Aeropuerto Internacional de Tocumen (AIT) deben actualmente otros mil 700 millones de dólares.

La ENA emitirá mil millones de dólares en bonos para construir el cuarto puente sobre el Canal de Panamá. La ETESA busca 350 millones de dólares para financiar la infraestructura de transmisión eléctrica del país. El AIT emitirá otros 900 millones de dólares en bonos para financiar la ampliación del aeropuerto de Tocumen. El gran total para el año 2016 es de 26 mil 950 millones en deuda pública, y todavía faltan 3 años más de gobierno. Es posible que el gobierno actual termine, en 2019, con 30 mil a 32 mil millones de dólares en deuda pública, sin tomar en cuenta el desafío de salvar el programa de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja de Seguro Social, que puede necesitar otros 4 mil millones de dólares para cubrir su déficit. Total, hasta ahora 36 mil millones de dólares en deuda pública. ¿Se atrevería usted a meterle al menos 17 mil millones de dólares más a esa deuda? Existe la ficción constitucional de que la ACP es un sujeto público distinto al Estado panameño. De esa forma se gestionaron lo créditos que se necesitaron para financiar el tercer juego de esclusas. Sin embargo, las cantidades de financiamiento externo necesarias para un cuarto juego de esclusas, seguramente requerirán un aval del Estado panameño, lo que indirectamente es una especie de fianza o deuda solidaria que adquirimos todos los panameños y que debía estar registrada en los libros contables del país. El gran total de la deuda pública alcanzaría los 53 mil millones de dólares. Esta cantidad es superior al producto interno bruto (PIB), que tuvo Panamá en el año 2015. ¿Alguien se acuerda de la crisis financiera de Grecia?

2. El riesgo ambiental: El argumento aquí es breve. No existe la suficiente cantidad de agua para un cuarto juego de esclusas, ampliar los actuales embalses con la profundización del cauce del lago Gatún, y la construcción de dos nuevos embalses, el del río Indio, y otro para la cuenca alta del río Chagres. Esto no solo tendrían consecuencias sobre las poblaciones vecinas (sobre todo el río Indio, si no que requeriría el desplazamiento de importantes comunidades, y determinaría cambios importantes y costosos para los actuales habitantes de Panamá Oeste.

El gorila de 800 libras de este proyecto es el cambio climático. Se estima que para 2029 el paso marítimo del Polo Norte será viable por al menos la mitad del año calendario. Esa sería la ruta más corta y barata entre Asia y Europa y la costa este de Estados unidos y Asia. En otras palabras, la ruta del Polo Norte sería un gran competidor del Canal de Panamá en apenas 13 años. Además, ignoramos todos los alcances que pueda tener el cambio climático sobre la economía mundial, y que pueden ser perjudiciales para la propia operación del Canal. Por ejemplo, el Canal de Panamá puede operar con un aumento del nivel del mar de 50 centímetros por encima del nivel actual. Si se derriten los casquetes polares y los glaciares de diversas partes del mundo a mayor velocidad, los océanos pueden subir hasta 2 metros más de su nivel actual, con lo que las esclusas del Canal quedarían inoperantes. Este fenómeno se espera para alguna fecha entre 2060 y finales de siglo. Esto parece muy lejos, pero en el horizonte financiero del proyecto del cuarto juego de esclusas afectaría la capacidad de repago de los bonos.

3. La gran distorsión: Es un clisé harto conocido que la Edad de Piedra no se acabó por falta de piedras sino por transformaciones tecnológicas y culturales. Actualmente, algunos barcos mercantes, que usaban el Canal de Suez o el Canal de Panamá, han preferido usar la ruta gratis de la navegación alrededor del extremo sur del continente africano. Esto es posible por los bajos costos del combustible, lo que le permite a las navieras ahorros substanciales. Es también muy conocido que los grandes barcos de 12 mil contenedores o más capacidad de carga están teniendo problemas para completar su capacidad, porque los patrones del comercio responden a los patrones de la economía de los grandes centros de consumo del mundo. Walmart ha cerrado 249 tiendas por ventas bajas, y otras cadenas de supermercados y tiendas enfrentan todo tipo de presiones derivadas del comercio electrónico y de nuevas modalidades de la economía compartida.

Es totalmente cierto que el Canal de Panamá es el bien público más importante para el presente de los panameños. Sin embargo, seguramente a mediano y largo plazo otros bienes públicos, como por ejemplo el Aeropuerto Internacional de Tocumen, o incluso, si así nos lo proponemos como país, la Universidad Tecnológica de Panamá, Indicasat (Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología) o el Instituto Gorgas, podrían ser mucho más importantes para el desarrollo sostenible del país que lo que hoy nos imaginamos.

Las prácticas contractuales del Gobierno panameño, o de la ACP, no son las mejores del mundo. Usando los criterios del gobierno actual, por ejemplo, se le dio al consorcio constructor de la línea 1 del Metro el contrato para hacer la línea 2, argumentando que ya tenían la experiencia y las capacidades técnicas para hacer semejante proyecto. En el caso de la ACP, esa lógica nos diría que el Grupo Unidos por el Canal debería ser el contratista obvio para el cuarto juego de esclusas, ya que tienen la experiencia y los equipos de técnicos que conocen a Panamá. Como se dice en el interior del país, “eso sí que no lo aguanta nadie”.

Panamá tiene mejores opciones para el desarrollo en otras partes de su geografía, y con actividades distintas a la industria marítima-logística. Esto no significa que abandonemos este sector, sino por el contrario, que nos enfoquemos en el turismo, la agroindustria y la innovación en las nuevas ramas del conocimiento.

Nos portamos como un país petrolero que reduce toda su planificación a determinar el volumen de su producción petrolera y a suspirar por un buen precio al cual venderá su producto. No es accidental que muchos de los países petroleros viven sumergidos en la pobreza y en el conflicto. Esa lección parecemos desconocerla.

Es tiempo de terminar con la adicción al Canal y pensarnos como un país que es mucho más. Hay un mundo infinito de posibilidades más allá del Canal de Panamá.

 

 

 

 

 

 

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