Conozca las claves para una Nueva Educación

Conozca las claves para una Nueva Educación
Conozca las claves para una Nueva Educación

No es un secreto que el tema educativo en Panamá tiene unos 30 años de estancamiento. Los intentos de reformas parciales han fracasado o se han desviado hacia temas gremiales o simplemente se han empantanado dentro de la burocracia del Ministerio de Educación y se asfixian en las estructuras de la Universidad de Panamá.

La primera forma de salir de la situación actual es repensando el tema educativo desde otra perspectiva:

El objetivo fundamental de la educación debe ser desarrollar el máximo potencial del talento humano de los estudiantes y prepararlos para vivir en sociedad con sus deberes, sus derechos y los valores de una sociedad democrática.

Desde esta perspectiva, el rol de la educación no es preparar médicos ni meseros, si no el de fortalecer las capacidades de aprendizaje de cada persona. El país necesita técnicos y científicos pero también requiere de poetas y filósofos y de personas que en términos generales aprendan a ser felices, a resolver sus conflictos de forma pacífica y a conciliar sus ideas con las de los demás. Para ser felices nos hace falta educación en afectos, educación financiera, educación política, educación sexual, y educación social. Nadie recibe un diploma que lo certifique para ser padre, ciudadano o pareja. Igualmente, múltiples áreas del talento humano quedan sin atender dentro de un sistema educativo modelado para una sociedad industrial y fundamentado en la memorización y la disciplina rígida.

Los gremios magisteriales no son los enemigos, son los socios de la reforma del sistema.

Suena muy bonito y fácil pero en la práctica este es quizás es el aspecto más difícil de todos. Con las reglas existentes, los únicos beneficiados del sistema educativo son las élites de los gremios que aprendieron a jugar con los políticos. Amenazas de huelga y la resistencia al cambio han podido frenar las más tímidas reformas intentadas como respuesta a la innegable realidad.

¿Cómo transformar a los gremios en socios? La respuesta es transformando la educación en una empresa participativa. Rompiendo la pirámide laboral que obliga a que los mejores maestros y profesores se transformen en burócratas para mejorar sus salarios y prestaciones. Conozco un profesor que fue destacado como uno de los “Maestros Estrellas” y que para mejorar su situación económica y la de su familia, no solo tuvo que dejar de dar clases en el interior del país, para venirse a la capital, si no que tuvo que convertirse en un funcionario administrativo. Esto es un disparate: Perder una persona que de verdad disfrutaba dictar clases y cuyos estudiantes apreciaban la pedagogía y acudían gustosos a sus lecciones. Al igual que con los médicos, los mejores educadores deben convertirse en administrativos para mejorar sus salarios.

A la sociedad nos interesa que los mejores educadores sigan en las aulas y me parece muy bien que tengamos maestros y profesores que puedan aspirar a percibir salarios equivalentes al de un viceministro de Estado pero que se queden dictando clases. Imaginemos, lo distinto que sería el sistema si los dos mil mejores maestros y profesores recibieran el mejor salario, a cambio de ir a las escuelas más conflictivas y las transformaran en instituciones modelo.

La Universidad Pedagógica Nacional.

Las mejores prácticas internacionales en materia educativa revelan que la formación especializada de maestros y profesores en entornos exigentes y de excelencia, son la mejor forma de preparar a los educadores. El sitio natural para una Universidad Pedagógica Nacional sería la ciudad de Santiago de Veraguas. Allí los docentes harían, a nivel de licenciatura, tres años de educación teórica, más un año de formación práctica en escuelas laboratorios cuyas clases serían monitoreadas. Recibiría guía y acompañamiento de distintos mentores, preferiblemente profesores jubilados que hayan sido entrenados para dicha tarea. Además, la Universidad Pedagógica tendría un programa de actualización para aquellos docentes que necesitan reforzar sus técnicas y métodos de enseñanza. Los graduados de la Universidad Pedagógica podrían ser, indistintamente, docentes de educación primaria o de nivel medio.

Conozca las claves para una Nueva Educación
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Evaluar, evaluar y evaluar más.

Para que el sistema educativo funcione, la transparencia y la rendición de cuentas deben ser permanentes. Hay que evaluar a los estudiantes para saber si sus aprendizajes son relevantes y pertinentes pero, igualmente, esta evaluación sirve para controlar y fiscalizar si sus escuelas tienen todas las facilidades, si sus maestros y profesores poseen las capacidades y dominan las técnicas de enseñanza. Una evaluación transparente le permite a los padres de familia presionar a su colegio: Para corregir deficiencias y mejorar el uso de los recursos humanos y financieros de que disponga la escuela.

El cambio no será barato.

La gente se equivoca si piensa que las eficiencias y el mayor rendimiento de los educadores y estudiantes producirán ahorros al presupuesto nacional. Todo lo contrario. Panamá lleva un rezago muy grande en materia educativa. La infraestructura de los colegios está obsoleta. Existen casi mil aulas del tipo rancho. Además, los docentes deben trabajar en condiciones paupérrimas, muchas veces careciendo de los insumos y del entorno más apropiado para la enseñanza. Por otro lado los estudiantes necesitan recibir una alimentación adecuada, libros de texto y herramientas de trabajo que les permitan aprender en condiciones óptimas.

Llegar al nivel donde esto sea cosa del pasado requiere de una inversión significativa del Estado, superando lo que actualmente se asigna al sector educativo. Quizás, si entendemos que con lo que se utiliza para hacer la línea dos del Metro de Panamá, se pudo poner a tono a gran parte de la infraestructura educativa del país.

Seamos más claros, si incluimos lo que se presupuesta para el Ministerio de Educación, las universidades estatales, el INADEH, el IPHE y otras instituciones educativas apenas llegamos al 4% del producto interno bruto (PIB) de Panamá. En comparación, Costa Rica ronda el 7% y proyecta para el 2018, llegar al 8% de su PIB, esto sería el equivalente a unos 4 mil millones de balboas al año para Panamá. Esa es la clase de brecha que tenemos que superar.

Hay que reinventar la institucionalidad.

El Ministerio de Educación está anclado en un modelo hipercentralista y más piramidal que las estructuras del Valle del Nilo en Egipto. Otros países tienen Ministerios de Educación descentralizados que funcionan como entidades rectoras de otras corporaciones educativas. Panamá bien podría crear su propio modelo: El de una autoridad educativa panameña que con independencia y autonomía, con un administrador o administradora general designado para un periodo de 10 años, tendría el mandato de reformar la educación y poner a andar el sistema del siglo 21. Como sus ingresos serían un porcentaje fijo del PIB del país, la institución solo tendría que enfocarse en planificar e implementar las iniciativas que sean de su conocimiento.

Parece una fábula, pero al final queda claro que ya los panameños sabemos cómo resolver el problema de la educación. Como país ya lo hicimos con el tema del Canal de Panamá.


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