Estimado lector, si no te has percatado del cúmulo de promesas de los siete candidatos presidenciales, se necesitaría otro país entero para poder pagarlas.
Adicionalmente, el gobierno del presidente Juan Carlos Varela nos dejará una deuda pública de casi 26 mil millones de dólares, sin incluir 4 mil 400 millones de dólares en proyectos "llave en mano", más o menos mil millones en vigencias expiradas, y 4 mil 100 millones de dólares para el tren Panamá-David (que no tiene sentido para nuestra economía).
Los candidatos presidenciales han prometido subir el gasto público en educación del 3.8% del PIB actual al 6%. Eso significa mil 400 millones de dólares más al año. Se nos ha prometido que en materia de ciencia y tecnología se invertirá el 1% del PIB, unos 650 millones de dólares al año.
Además, hay un candidato que prometió ayudar a las madres solteras con otro apoyo económico: Supongamos que en Panamá hay un millón de madres, y 70% es de madres solteras, de las cuales la mitad recibiría la asistencia económica. Estaríamos hablando de 350 mil mujeres.
Se nos olvidaba que existe un problemita que puede desbarrancar las finanzas públicas de la próxima generación de panameños: la Caja de Seguro Social. Según algunos estimados, las reservas del Programa de IVM, aguantan hasta 2026.
La CSS no va a quebrar porque el Estado panameño se obliga de forma subsidiaria a responder por dichas cuentas. Esto significa que el próximo gobierno debe encontrar una fórmula para empezar a llenar las arcas de la CSS para estabilizar ese lío.
Tan solo para cumplir con un puñado de estas promesas y obligaciones, la próxima administración tendrá que hacer una reforma fiscal, léase, tendrá que aumentar los impuestos. Sí es cierto que la corrupción se come una buena tajada del presupuesto, también es cierto que las planillas estatales podrían ser más pequeñas.
¿Cuánto se podría rescatar combatiendo la corrupción y reduciendo las planilla? Voy a ser optimista, y diré que $500 millones al año (jajajaja). Tan solo en el apoyo económico ofrecido a las madres solteras prometido se va a comer esa cantidad de dinero. Cero mató cero.
Volvemos a la reforma fiscal. Debe ser inteligente: se debe rebajar el impuesto sobre la renta a asalariados y empresas. Quizás sea saludable seguir el ejemplo de algunas jurisdicciones que tienen una sola tasa impositiva, un flat tax. Podría ser de 12%.
También se debe eliminar la estimada, que es una canallada que obliga a pagar impuestos por adelantado. Se tendrá que pensar en subir el Itbms del 7% al 12%. Esto daría unos 700 millones más al año.
El impuesto de la gasolina y del diésel también deben subir para crearle un estímulo a los ciudadanos para que usen el Metro y el metrobús. También el impuesto a las bebidas alcohólicas debe ser incrementado para sufragar los daños que el alcoholismo le causa a la sociedad.
Propongo dos impuestos nuevos. El primero sería de 10 centavos por cada 100 dólares de transacciones electrónicas de tarjeta de crédito o clave. El segundo impuesto sería un tributo por la emisión o consumo de Co2. Esto ayudaría combatir el cambio climático.
Finalmente, revisaría algunas exoneraciones como la de las zonas libres de petróleo, que venden más de 2 mil millones de dólares al año en combustible marino y aéreo, y no pagan nada, tributariamente hablando. Con todos estos impuestos, aparte de haberme ganado el odio de la población panameña, se debe contar con 2 mil millones a 2 mil 500 millones de dólares en nuevos ingresos por año. Además, se debe refinanciar el popurrí de deuda pública, para conseguir mejores intereses y plazos de pago más largos que producirían varios cientos de millones de dólares en liquidez anual. Todo lo anterior no es suficiente para cumplir con todas las promesas, pero sí lo es para responder frente a las principales obligaciones, incluyendo los aportes para el rescate de la CSS. Todo esto sin incurrir en nueva deuda. Nadie quiere más impuestos, pero peor es hipotecar el futuro del país como Grecia o Italia debido a su excesiva deuda pública. Quizás, algún día, si se invierte en educación e innovación, si el agua y la justicia les llega a todos por igual, y la CSS deja de ser un botín, los panameños podamos pensar que en 2035 se puede hacer otra reforma fiscal, esta vez para rebajarle los impuestos a la mayoría de la sociedad.