Los resultados electorales del domingo 5 de mayo presentan un escenario complicado para el Estado de derecho, la buena gobernanza y el desarrollo sostenible del país. Un presidente electo que ha prometido darle “ayuda” al exmandatario Ricardo Martinelli, y que ha dicho que la “persecución política” se acabó, puede representar un claro desafío al Órgano Judicial. Ese mismo Órgano que en paso de vals, con el Tribunal Electoral, dejó correr en contra de la Constitución a quien ahora es presidente electo.
Afortunadamente, el 5 de mayo los jóvenes fueron a votar y provocaron la gran avalancha de diputados por libre postulación, convirtiendo a la bancada de Vamos en la más grande de la Asamblea Nacional. Usando cifras aproximadas, y excluyendo a la diputada Zulay Rodríguez, las diputaciones por libre postulación “auténticas” deben ser unas 20. Si sumamos las 4 del Movimiento Otro Camino, las 8 del Partido Panameñista, y las dos del Partido Popular, tenemos un gran total de 34 diputados y diputadas. Si se consigue un puñado más de los 8 diputados de Cambio Democrático, se sobrepasaría el mágico número de 36, es decir, Vamos y sus otros aliados controlarían la Asamblea Nacional.
Seamos claros, el país necesita una muralla china en el palacio Justo Arosemena. Con 36 diputados (o más) se designa al presidente, vicepresidente, secretario y subsecretario general de la Asamblea. También se designa al Contralor General y al Subcontralor general de la República, al Defensor del Pueblo, a un magistrado del Tribunal Electoral, y por supuesto se ratifican a los dos procuradores, a todos los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, y a todos y cada uno de los administradores, subadministradores, gerentes y subgerentes de las instituciones autónomas. Esos 36 diputados también aprueban el Presupuesto General del Estado, todas y cada una de las leyes que presente el Órgano Ejecutivo, y los demás poderes públicos.
Imaginemos lo que significa una Comisión de Presupuesto sin el diputado Robinson como presidente (con Ernesto Cedeño en su lugar). O quizás una Comisión de Credenciales sin el diputado Pineda a la cabeza. Por cierto, la Comisión de Comercio tendría que debatir cualquier posible nueva contratación minera. Otra función de la Comisión de Credenciales es conocer las denuncias contra magistrados de la Corte y contra el propio presidente de la República. En otras palabras, una coalición de 36 diputados y diputadas liderados por Vamos, sería una garantía de tener un contrapeso que ayude a equilibrar las fuerzas políticas del país.
La negociación
Negociar es el arte de sacrificar intereses de corto plazo por resultados de largo plazo. Para la coalición Vamos es relativamente fácil coordinar una agenda temática con MOCA, panameñismo, Partido Popular y hasta con algunos diputados del CD. La lista de temas podría incluir la reforma al reglamento interno de la Asamblea Nacional, el fortalecimiento de la Ley de Transparencia, las reformas electorales, la protección del ambiente, la extinción de dominio y el control del gasto público. Recordemos además que las juntas directivas del Órgano Legislativo y sus comisiones permanentes se rotan cada año, por lo que puede haber un acuerdo legislativo para distribuir los cargos y responsabilidades.
Esta es una oportunidad única para demostrarle al país que la nueva política es también sinónimo de responsabilidad y equilibrio. Asumir que es suficiente el hecho de que la bancada de Vamos pondrá 3 o 4 diputados por comisión legislativa, y quizás 5 diputados en la Comisión de Presupuesto, y que con esto se puede enfrentar lo que se viene, es un poco ingenuo. Los votantes les dieron un mandato de cambio, de transparencia y de renovación institucional.
El alcance de ese mandato debe servir para mantener una Asamblea Nacional democrática, con las puertas abiertas a los ciudadanos y con la capacidad de actuar como el fiel de la balanza frente a un Poder Ejecutivo omnímodo. Vamos es solo el comienzo.