En algún archivo de computadora, de la autoría de algún geniecillo silvestre, existió un plan que consistía en retrasar el resultado del caso New Business, generar una polarizada competencia electoral a nivel presidencial, para luego usar desde el Palacio de las Garzas reconquistado, todo el poder para desmantelar una vez más a la justicia y a la institucionalidad democrático.
Debemos reconocer que el plan era muy bueno. El deterioro abismal del PRD, permitía soñar que la elección del 2024 sería la segunda parte de la elección del 2009. El mantra del “chen, chen” sería suficiente para que el maltratado pueblo recordara los días en que llovía dinero de la deuda pública, de los impuestos, del flujo de capitales de los venezolanos, y que abundaban los empleos gracias a la ampliación del Canal. Volverían las laptops a cada joven, mientras que cada junta comunal repartiría bolsas de comida, uniformes para deportes, y el ocasional dinero en efectivo para las pintas.
Ese mundo ya no existe y no es posible traerlo de vuelta. Los últimos 15 años de malos gobiernos, quintuplicaron la deuda pública, dejaron que quebrara la Caja de Seguro Social, abandonaron la recolección de basura, olvidaron el servicio del agua potable, eliminaron el mantenimiento de las carreteras y hasta dejaron al Canal de Panamá sin agua.
El plan para dominar las elecciones funcionaba en ambos sentidos. Mientras que para un exmandatario lo colocaba como la mejor alternativa para derrotar al candidato de gobierno, la situación inversa parecía ser cierta. Al candidato de gobierno le servía que el principal rival opositor fuera Ricardo Martinelli. La resultante polarización debía provocar la llamada coalición del voto útil, es decir votar por quien tenía más chance de ganarle a la otrora zapatilla. Parodiando el eslogan del 2009 “cualquiera menos Martinelli”.
La sacudida
Existen varios responsables de que el plan no tuviera el resultado deseado. En primer lugar está el asilado político más famoso de la región. Su propia conducta desde el 1 de julio de 2009 hasta la actualidad ha causado su situación. El segundo responsable es Laurentino Cortizo porque designó en la Corte Suprema de Justicia a seis personas que llegaron a cambiar la historia de este país. Es imposible saber si Cortizo tenía la intención de obtener este resultado o si tenía idea de que ese iba a ser el máximo logro de su gestión. El nombramiento de cinco mujeres y un hombre en la Corte lo cambió todo, por eso ese logro es suyo.
Por otro lado un responsable de que el plan no funcionara para el candidato del gobierno es Martín Torrijos quien con su candidatura por el Partido Popular, le arrebató el título de heredero del torrijismo a José Gabriel Carrizo, y con una estrategia electoral fundamentada en absorber votos del PRD obtuvo un desplazamiento del protagonismo de la polarización.
El cálculo
En todo proceso electoral, los políticos funcionan como calculadoras. Sus actuaciones van dirigidas a sumar votos, restar apoyo a sus rivales, dividir al electorado hostil y multiplicar sus rutas hacia el poder. Cuando 7 de los 8 candidatos y candidatas formalizaron sus aspiraciones, su escenario era que el expresidente Martinelli iba a participar, y que frente a su voto duro solo era posible ganar con una poderosa alianza. Las reglas del proceso electoral obligaban a definir candidaturas al 31 de julio y alianzas al 31 de octubre de 2023.
No hubo tiempo para incorporar a la protesta minera en la dinámica electoral. Tampoco hubo tiempo para que en muchos de los movimientos auténticamente de la libre postulación se consolidaran frente a los seudo independientes. Dentro de ese entorno, y sobre todo desde la confirmación de las condenas en el caso New Business por el Tribunal Superior de Causas Penales el 24 de octubre de 2023, estaba claro que había tiempo suficiente para un fallo final de la Sala Penal de la Corte suprema, y por ende la descalificación por la nulidad constitucional de la candidatura de RM.
Esos tres factores: Martín Torrijos, las protestas mineras y la expulsión de Martinelli de la papeleta son ahora elementos del escenario electoral, que obligan a sacar la calculadora nuevamente. Sin la polarización entre Martinelli y el candidato del voto útil, con la división del PRD, con la fragmentación del voto de RM y sin una amenaza inminente al sistema democrático, ¿cómo votarán los panameños y panameñas?
La respuesta más obvia es que vamos a votar de forma auténtica. Sin la necesidad de respaldar a una candidatura con el voto útil, no sería sorprendente que el ganador del 5 de mayo, tenga alrededor del 30% o menos de los votos. Esto no debe sorprendernos, ya que ha sido la intención manifiesta del sistema político panameño producir estos resultados.
¿Podría darse un despertar de la ciudadanía? Es imposible descartar que en los próximos 60 días de la campaña, dos candidatos Ricardo Lombana y Martín Torrijos, terminen de focalizar un realineamiento de los votantes. Es plausible que los electores ya sin Martinelli en el torneo decidan darle su respaldo a uno o al otro por simpatía, identificación filosófica o incluso como castigo.
¿Descarta esto a Roux o a Carrizo? En el actual escenario electoral ninguno de los cuatro principales candidatos es descartable. Ahora que a los debates empezará a llegar José Raúl Mulino, bien puede cambiar la dinámica del asunto. Igualmente, siempre existe un espacio para las sorpresas, como que una fuerza decida apoyar a otra, imaginemos una alianza de Martín con Rómulo o una unión entre Mulino y Zulay, lo que devendría en cambios a los números.
Según algunas de las encuestas más creíbles, la mitad de los votantes no sabía por quién votar, o si ya se había decidido no lo quería decir. Tengo una hipótesis, creo que la gran mayoría de esos votantes se iban a decidir por el candidato del voto útil. Ahora que eso no es necesario, la gente puede hacer su selección auténtica. Si esto es así, esta podría ser la primera elección en la que en vez de escoger al menos malo, los panameños y panameñas escojamos al mejor.