El álgebra electoral que respalda a Rubén Blades

Desde la distancia, gracias a la magia de la tecnología digital, el cantautor Rubén Blades ha podido sacudir el panorama electoral del país, con una serie de declaraciones y reflexiones que lo posicionan a la cabeza de una posible ola independiente, esto es si se superan los egos, se acuerdan los postulados fundamentales de la campaña, del plan de gobierno, y si se gestiona una campaña electoral disruptiva.

Más allá de la polémica causada por el abogado y exministro de turismo, los números de las tres elecciones presidenciales más recientes parecen indicar que hay algo de razón en lo que Blades propone.

- En las elecciones generales del 2009 ganó la papeleta de Cambio Democrático, Partido Panameñista y Molirena, encabezada por Ricardo Martinelli junto a Juan Carlos Varela. Recibieron un 60.11 % de los votos válidos. Por su parte, la nómina encabezada por Balbina Herrera y Juan Carlos Navarro recibió el 37.54% de los votos. Aquí el PRD venía acompañado por el Partido Popular y el Partido Liberal. El porcentaje de participación en esta elección fue de 73.99%.

- En las elecciones generales del 2014 ganó Juan Carlos Varela con el 39.07%. Su nómina estaba integrada por el Partido Panameñista, el Partido Popular y un fuerte componente independiente. En segundo lugar llegó José Domingo Arias de Cambio Democrático con el 31.04% y en tercer lugar arribó Juan Carlos Navarro del PRD con el 28.16%. El porcentaje de participación en esta elección fue de 76.76%.

- En las elecciones de 2019 resultó ganador Laurentino Cortizo Cohen con el 33.35% de los votos válidos, en una nómina que representaba al PRD y al Partido Molirena. En segundo lugar llegó Rómulo Roux a la cabeza de la nómina de Cambio Democrático con un 31.00%. En tercer lugar llegó Ricardo Lombana por la libre postulación con un porcentaje de 18.79%. El cuarto lugar fue para José Isabel Blandón del Partido Panameñista con una votación de 10.83% y en quinto lugar, la candidata, también, por la libre postulación, Ana Matilde Gómez obtuvo el 4.76% de los votos válidos. El total de la participación de los electores fue de 73.01%.

Una reflexión

En el periodo analizado el PRD ganó una elección y perdió dos. Igualmente el Partido Cambio Democrático triunfó en un torneo y perdió los otros dos. En cambio el Partido Panameñista fue capaz de aliarse efectivamente para ganar dos elecciones. En la tercera, la del 2019, el bloque de votantes panameñistas, populares e independientes, se fragmentó. Si se suman los votos de Lombana, Blandón y Ana Matilde se alcanza un porcentaje de 34.38% suficiente para haber ganado las elecciones y faltaba un 2.76% de la participación de la elección del 2014, que habría sido muy posiblemente afín a esta coalición.

En el periodo estudiado el Partido Cambio Democrático ha tenido un techo de 31%, mientras que el PRD ha fluctuado del 28.16% al 37.54%. El punto medio de ese rango es el 33% que obtuvo el presidente Laurentino Cortizo. Si se suma 33% más 31% resulta 64% lo que deja un 36% disponible para una coalición de panameñistas y los sectores independientes.

Si se mantienen las mismas vías que han tomado las fuerzas políticas tradicionales, en las elecciones del 2024, es muy posible que el PRD no alcance su punto medio, si no el punto de 28.16% o algo similar. En ese escenario la unión del Partido Cambio Democrático y Realizando Metas (esa unión es tema de otra columna), contaría con un techo de 31%. Así, le quedaría un margen de hasta 41% a la coalición panameñista e independientes. Si se aumenta la participación electoral en varios puntos porcentuales, el margen de ventaja se incrementa.

Los dos mensajes electorales claves del 2024 no son opuestos. Por un lado, la aspiración de prosperidad no tiene porqué chocar con la aspiración de lucha contra la corrupción. Sin embargo, los políticos tradicionales no pueden dar un mensaje y una propuesta distinta a la del camino recorrido del clientelismo y el festín de las donaciones electorales. Para tomar otro camino se necesita otra clase de políticos. Corresponde a Ricardo Lombana decidir si quiere pasar a la historia como el político que actuó con madurez para que Panamá evitara una catástrofe económica e institucional.