La luz al final del túnel es cada vez más fuerte. Se respiran aires de optimismo en lo referente a la vacunación. La llegada esperada de 1.4 millones de vacunas de Pfizer contra la Covid-19, entre esta y la próxima semana, es un verdadero golpe de timón que permite al país tomar a la pandemia por las astas, y recuperar la normalidad económica, social y educativa, lo más rápido posible.
Las vacunas que nos llegan no son resultado de un accidente ni de improvisación. Son el fruto del arduo trabajo de grandes mentes científicas y funcionarios comprometidos. Las largas filas de panameñas y panameños esperando para vacunarse, demuestran que nuestros ciudadanos creen en la ciencia, y están dispuestos a cumplir con sus responsabilidades para superar la pandemia.
Aunque el esquema de vacunación fue casi impecable, ha tenido muchos tumbos e improvisaciones recientemente. Ya está claro que los hospitales privados, las ONG y otros actores deben recibir vacunas para acelerar el proceso de inoculación en el país. Estas organizaciones no tienen los amarres burocráticos ni la rigidez del gobierno. Sería maravilloso contar con puestos de vacunación 24/7.
Llegó la hora de abrir la vacunación a todo el mundo: los privados de libertad en todos los recintos penitenciarios, todos los menores de edad en albergues y centros de custodia, y todos los trabajadores de las entidades públicas y privadas del país.
Este es el momento de repensar la estrategia de toque de queda, cierres dominicales y restricciones de entrada a los visitantes al país. Debemos establecer una cifra, una especie de punto de inflexión, en el que una vez estén aplicadas por ejemplo 5 millones de vacunas, se levanten todas las restricciones, y así solo los vacunados podrán entrar a cines, estadios, bares, discotecas, galleras y otros recintos. De allí, hasta que el último panameño o panameña está vacunado, tomarán 4 a 6 meses. Esto lo causa el hecho de que un 60% de la población del país es urbana o semiurbana. Cuando se supera esto, con la cobertura de vacunas, será más difícil y engorroso cubrir al resto de la población. Esto no significa que no deban ser vacunados, si no que al trasladarse el esfuerzo de vacunación hacia estas áreas más rurales y remotas, llegará la hora de abrir las zonas urbanas y semiurbanas.
En unos cuantos días alcanzaremos la cifra de 2 millones de vacunas aplicadas. Con el ritmo de llegada de vacunas, podemos alcanzar los 4 millones de inmunizantes aplicados para principios de septiembre, y los 5 millones para finales de ese mes o principios de octubre.
En cuestión de 12 semanas, si se aplican 250 mil vacunas cada semana, se podrán tener 5 millones de vacunas aplicadas, lo que significa más de 2 millones de panameños totalmente inoculados. Ese no es el punto de inmunidad comunitaria, pero sí el momento en el que la mayoría de los panameños estarían vacunados. No es justo ni eficiente seguir desgastando al país con medidas severas. Debemos permitir que la luz al final del túnel, brille con toda su belleza.