¡Fuera máscara!

¡Fuera máscara!


La destitución de la ministra de Relaciones Exteriores Erika Mouynes, ayer lunes 10 de octubre, representó un balde de agua fría para aquellos que pensábamos que la mejor integrante del gabinete iba a terminar el periodo presidencial.

En el estilo usual de estos actos de desgobierno, ninguna de las partes involucradas ha dado explicaciones. Todo lo cual deja este despido al mundo del rumor, del rencor, y el bochinche.

Para sus críticos, la ministra Mouynes les estaba tapando el sol, robando cámara y haciendo muchas olas internacionalmente. Esta fue la ministra que negoció las vacunas contra la covid-19 que tantas vidas salvaron. Esta fue la ministra que se les plantó a los europeos sobre el tema de las listas discriminatorias. Esta fue la ministra que en un foro de Bloomberg en Panamá hizo aquella memorable presentación y defensa de los intereses panameños.

En materia administrativa, la ministra Mouynes promovió la institucionalización de la carrera diplomática y la continuidad del progreso profesional del funcionariado dedicado a este arduo trabajo.

La ministra se atrevió a ser una funcionaria pública de tiempo completo, inclusiva, promotora de la democracia y meritoriamente feminista. En un gesto que demuestra grandeza invitó a 11 ex ministros de Relaciones Exteriores para consultarlos sobre la opción de Panamá de volver al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Ese mismo Consejo que en marzo de 1973 vino a este país y se convirtió en un podio para rescatar nuestra soberanía. Ahora, ese sueño de volver a ese Consejo de Seguridad quedará pendiente hasta el año 2051, cuando Panamá vuelva a tener la opción de ser candidata para ese puesto.

La ministra Erika Mouynes estaba de más en un gabinete ministerial disfuncional en el que operan dos gobiernos distintos en disputa. Por un lado está el pretendido gobierno de Laurentino Cortizo, el del interés social y el de la preocupación por la gente. Por otro lado, está el gobierno real de José Gabriel Carrizo, el que es.

La ministra Erika se va como se fueron Rosario Turner, Markova Concepción e Inés Samudio. El ensañamiento con las mujeres que ocuparon altos cargos en este gobierno ha sido terrible.

Otro caso fue el de la entonces gobernadora Judy Meana, quien regresó al municipio de Panamá. Las manos y pies que mecen la cuna no gustan de mujeres inteligentes con criterio y capacidad de trabajo.

El PRD dice que inscribió 51 mil personas el fin de semana. Nos podemos imaginar lo caro que nos costó esa inscripción, los puestos públicos y las becas prometidas.

En este mundo siniestro de la política panameña, cada vez caben menos las personas decentes y fieles al país. En momentos en que la libertad de expresión ve cara a cara el colmillo de la bestia autocrática que envió 11 inspectores y dos canales de televisión para intimidar a este diario, Erika Mouynes estaba de más. Ella quiso servir al país y ser parte del gabinete del presidente Cortizo, no del siniestro club de amigos del vicepresidente Carrizo.

Panamá pierde, pero no olvida. Gracias ciudadana Erika Mouynes.

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