La autopsia del torneo electoral Trump-Harris

La autopsia del torneo electoral Trump-Harris
Donald J. Trump junto a su esposa Melania Trump y su hijo Barron Trump celebran en Florida su victoria en las elecciones de Estados Unidos. EFE


Donald J. Trump ha conseguido una hazaña electoral que únicamente se había realizado en el siglo XIX: perder la presidencia de los Estados Unidos para volverla a ganar. Los ríos de tinta derramados desde que era evidente el resultado el pasado martes 5 de noviembre, acompañados de billones y billones de mensajes y comentarios en las redes sociales, han calificado predominantemente la victoria de Trump como una derrota rotunda de la candidata Kamala Harris y del Partido Demócrata.

En el catálogo de horrores que justifica la derrota están el legado económico del presidente Joe Biden, la crisis de millones de migrantes indocumentados llegados por tierra, mar, y aire a los Estados Unidos, la ambigüedad de la comunicación política de la vicepresidenta Harris, y hasta un rechazo de la cultura woke de lo políticamente correcto y de la inclusión que supuestamente se ha tomado al Partido Demócrata.

Los números

Cifras preliminares de lo que se estima es el 92% de los resultados de la votación, según CNN revelan que Trump recibió 73 millones 517 mil 201 votos y Harris 69 millones 204 mil 791 votos. Es decir una diferencia de 4.3 millones de votos o 3% de la votación. Es posible que cuando termine el conteo Trump suba otros 6 millones de votos y Harris otros 4.5 millones. Esto pondría a Trump cerca de 80 millones de votos y a Harris en los 74 millones. En el año 2020, Joe Biden recibió 81 millones 281 mil 888 votos, lo que quiere decir que Harris perdió al menos 7 millones de votos de los que recibieron los demócratas, mientras que Trump obtuvo en el 2020 74 millones 223 mil 251 votos, lo que significa que podría mejorar en unos 6 millones de votos su resultado anterior. Si se toma en cuenta que Donald Trump obtuvo, en el año 2016 un total de 62 millones 984 mil 829 votos, esto significa que en 8 años su caudal de votos aumentó en unos 18 millones de electores.

Los números dan dos resultados muy claros. El primero es que el trumpismo ha aumentado de fuerza y la segunda es que la candidatura presidencial del Partido Demócrata ha perdido respaldo. Dado que los demócratas ganaron las elecciones de medio término en el año 2018 y las elecciones del 2020, la explicación debe centrarse en el gobierno de Joe Biden.

La administración Biden

Dos fenómenos altamente negativos para la percepción de los estadounidenses durante el periodo de gobierno de Joe Biden son: la alta tasa de inflación que alcanzó el 9% luego de la guerra de Ucrania, y la ruptura de las cadenas mundiales de suministro luego de la pandemia de Covid-19. El galón de gasolina estuvo por encima de los cinco dólares en varios estados, la docena de huevos llegó a costar once dólares en la ciudad de Nueva York. El valor de las viviendas, el costo de los servicios de salud, y la matrícula en prestigiosas universidades se dispararon con posterioridad a la pandemia. Aunque la inflación general ha bajado significativamente existe una alta tasa de inflación retenida en bienes y servicios que los estadounidenses usan con regularidad, y que les afecta en su situación económica familiar.

Por si fuera poco, al menos 6.5 millones de migrantes indocumentados llegaron a los Estados Unidos, la gran mayoría provienen de América Latina y el Caribe. La administración Biden reaccionó al abusivo maltrato que el primer gobierno Trump le había dado a los migrantes: separando familias, encerrando a niños en jaulas de animales, y otras vejaciones. Correctamente el presidente Biden eliminó el maltrato, pero prácticamente suspendió el control migratorio en la frontera. Eso disparó una crisis migratoria regional que afectó a Darién y ha convertido al norte de México en un teatro del tráfico de seres humanos.

En paralelo con lo anterior el gobierno Biden proyectaba debilidad. El actual mandatario tiene un deterioro cognitivo, y en ocasiones pierde el control de la lógica de su expresión verbal. Una tras otra anécdota o incidentes fue sumando sobre este asunto y generó una percepción terrible del gobernante. Por si fuera poco, Trump aumentó su capital político a expensas de la vacunación, y de la desconfianza sobre los servicios públicos. La torpe forma en que el Departamento de Justicia llevó adelante los casos contra Trump no ayudó para nada a los demócratas. Los fiscales federales esperaron hasta el año 2023 para procesar a Trump, lo que le dio un fuerte tufillo electoral al tema. De haber arrancado en el año 2021, a Trump lo habrían despachado los tribunales con tiempo suficiente para que otra figura republicana lo sustituyera.

Woke Vs MAGAS

Los medios estadounidenses han reducido la derrota electoral de los demócratas al concepto de un referendo sobre el gobierno Biden y la cultura woke. Este término se deriva de la palabra inglesa awoke (despertó), en referencia a un término popularizado en los círculos académicos de las universidades estadounidenses para explicar la razón por la que las mujeres y hombres blancos con título universitario votaron con Obama en el año 2008. El concepto incluye nociones de justicia social, la inclusión, la diversidad, el internacionalismo y la responsabilidad ambiental.

Por el contrario, los MAGAS hacen referencia a las iniciales del primer eslogan de campaña de Donald Trump “Make America Great Again” (hacer a América grande nuevamente) que está asociado con la nostalgia por una sociedad blanca anglosajona sin migrantes no europeos, sin minorías sexuales y con total libertad empresarial en un sistema político fundamentado en la autoridad y el orden.

Aunque a primera vista pareciera que los MAGAS le ganaron a los Wokes, ya que los republicanos se llevan la Casa Blanca, el Senado, probablemente la Cámara de Representantes, y ya tienen la Corte Suprema, esa no es toda la historia. Ese mismo 5 de noviembre hubo resultados electorales que contradicen esa afirmación. En Arizona, Missouri , Montana y Nevada, hubo referendos en los que ganaron las reformas de sus constituciones estatales para proteger los derechos de la salud reproductiva de las mujeres, incluyendo el aborto. En Florida Kamala Harris obtuvo casi el 43% de los votos pero el voto favorable para proteger el derecho de una mujer a abortar alcanzó el 57%. En Carolina del Norte, el demócrata Josh Stein fue electo gobernador con el 54.8% de los votos mientras que Harris obtuvo un 47%. Si los votantes de todos estos estados hubieran respaldado a Harris igual que en las otras decisiones ella hubiera ganado la presidencia.

Donald Trump recibió el doble de votos de los hombres latinos y afroestadounidenses que en la elección anterior, precisamente la gente que ahora va a enfrentar un futuro incierto. Kamala Harris recibió menos votos de las mujeres blancas y de los hombres con título universitarios que lo que se pronosticaba. En el año 2024, votó menos gente que en 2020, a pesar de que hay 12 millones más de votantes. En esta elección lo que se dio fue un voto de protesta ya sea cambiando la lealtad en las casillas correspondientes a cargos federales, o quedándose en la casa. El problema no fue Harris, todo lo que a ella se le criticó fue lo opuesto a Hillary Clinton quien también perdió frente a Donald Trump. Los estadounidenses no votaron por Harris en razón de la economía, el exceso de migración y por ser mujer. Este último factor no se menciona pero le costó millones de votos, y condenó a Estados Unidos, y a todo el mundo, al peligroso riesgo de una segunda presidencia de Donald Trump.


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