La demagógica lucha por abaratar los medicamentos

La demagógica lucha por abaratar los medicamentos
Caja de Seguro Social.

El precio de los medicamentos genéricos y de innovación en Panamá, es posiblemente el más alto de la región. Recuerdo hace cinco años hice un viaje a México y aproveché para comprar medicamentos especializados. El ahorro de esa compra pagó los pasajes de avión del viaje.

Existen abundantes historias y testimonios de panameños y panameñas que buscan medicamentos en Colombia, Costa Rica, España, Estados Unidos y en hasta Argentina.

El discurso siempre es el discurso

Desde hace más de un cuarto de siglo, distintos sectores de la sociedad panameña han expresado sus profundas molestias por la falta de medicamentos y por el altísimo precio de los mismos en las farmacias privadas.

Se habla de un cartel de tres o cuatro grandes operaciones de importación y distribución de medicamentos, que incluye a varias cadenas de supermercados, de farmacias, y hasta establecimientos independientes.

Por mucho que se culpe a las farmacias, no son estas las que ponen los precios, si no los grandes actores de la importación y distribución, algunos de los cuales tienen su vínculo con las cadenas farmacéuticas.

El precio de los medicamentos se establece en gran medida fuera del país. Esa realidad, junto con la ineficacia y la alta cuota de opacidad, ligadas a la burocracia panameña, tanto de la Caja de Seguro Social (CSS), como del Ministerio de Salud, alimentan la escasez de medicamentos en la CSS, lo que obliga a sus usuarios a adquirirlas en el sector privado, cuando pueden y como pueden.

Si no toman sus medicamentos con la debida continuidad, su situación médica se empeora, con resultados dolorosamente previsibles.

A principios de este siglo la diputada Balbina Herrera propuso una nueva ley de medicamentos que iba a resolver el problema. Posteriormente, durante el gobierno de Martín Torrijos se lanzaron las farmacias Compita, lo que representaba una nueva burocracia estatal con otro proceso de compras susceptible a la corrupción y a la ineficiencia. Honestamente no recuerdo lo que Martinelli y Varela hayan hecho en esta temática.

Quizás el mejor momento de este asunto fue en el 2019, con el entonces candidato presidencial  Rómulo Roux, que prometió reembolsar a los usuarios de la CSS sus gastos de medicamentos, si la entidad enfrentaba carencias.

El tema de la falta de medicamentos tiene incidencia sobre el costo de la vida real para muchísimos panameños. En las encuestas políticas del 2019 marcaba como uno de los cinco temas prioritarios para el votante.

Presumo que debe seguir marcando en las actuales encuestas. Las elecciones del 2024 parece que serán muy reñidas, por lo que a cualquiera que consiga unos puntos más “resolviendo” el problema del alto costo de las medicinas, le puede servir el asunto.

Un gobierno serio habría establecido una comisión de alto nivel con los actores del sistema: director de la CSS, ministro de Salud, Cámara de Comercio, asociaciones de pacientes, y algunos otros veedores para darle forma a una respuesta institucional. Si se quiere resolver el tema se buscan a los técnicos, si se quiere politizar se busca al vicepresidente de la República.

Una experiencia que funciona

El problema del alto costo de los medicamentos aflige con regularidad a muchos otros países del mundo.

Por eso es importante entender las experiencias exitosas que pueden servirnos de modelo.

La que me parece más apropiada está representada por los casos de Honduras y Guatemala, países que en la década pasada recurrieron a la entidad de Operaciones y Proyectos de las Naciones Unidas (UNOPS por sus siglas en inglés) para que les ayudara con la compra de medicamentos y con el análisis de las reformas necesarias para mejorar los sistemas de compras.

Los resultados son espectaculares: Guatemala ahorró hasta 55% en la compra de medicamentos, y Honduras tuvo un resultado de 24% porque su proyecto fue de menor escala.

La UNOPS fue capaz de adquirir medicamentos para el gobierno de Honduras, que previamente se compraban 300% más caros.

Como no hay forma de retrasar el proceso de compras con recursos dilatorios y la burocracia no podía demorar los pagos o los trámites, los precios de los medicamentos cayeron drásticamente. Esa respuesta no necesitó hacer largas consultas, cambiar las leyes, o crear nueva burocracia. Solo bastó la voluntad política de conseguir medicamentos más baratos.

En la Ciudad del Saber a unos pocos kilómetros del Ministerio de la Presidencia hay una oficina de UNOPS.

Seguramente el Ministerio de Relaciones Exteriores tiene los contactos para iniciar este proceso. Si de verdad se quiere bajar el precio de las medicinas, sigamos la pista de la comunicación entre gobierno nacional y la oficina de UNOPS.


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