¿Por qué el Canal de Panamá sí funciona?

¿Por qué el Canal de Panamá sí funciona?
Esclusas de Cocolí, en el Canal ampliado. Foto: Alexander Arosemena


En un país en el que es cotidiano que desaparezcan las tapas de las alcantarillas, que una parte importante de la población se quede sin agua potable, y por pura coincidencia también se queden sin luz eléctrica, los éxitos del Canal de Panamá destacan con un brillo y un fulgor espectacular que nos grita a los cuatro vientos: “¡Sí podemos!”.

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Para entender por qué la gestión panameña del Canal ha sido un gran triunfo a lo largo de los últimos 25 años, es necesario saltar en el tiempo al periodo de las negociaciones canaleras.

Rómulo Escobar, Juan Antonio Tack, Aquilino Boyd, Carlos López Guevara, Jorge Illueca, Adolfo Ahumada, Aristides Royo, Gabriel Lewis Galindo, Nicolás Ardito Barletta, todo el equipo de hombres y mujeres que les daban respaldo trabajaron sin un interés ulterior.

Nadie estaba pensando en cuántos parientes les iban a nombrar, qué contratos le iban a dar, o cuanto era la rebusca por conseguir el Canal. Ellos negociaron con las manos limpias y eso garantizó que los Tratados Torrijos Carter funcionaran para Panamá.

¿Por qué el Canal de Panamá sí funciona?
Más de 300 mil buques han transitado por el Canal de Panamá en 25 años en manos panameñas. Foto: Alexander Arosemena

Luego vino el proceso de reversión, en el que nuevamente otros panameños como Fernando Manfredo, Tomás Paredes, Luis Anderson, Juan Antonio Stagg, Ramiro Castrejón, entre muchos se echaron encima la responsabilidad para que las grandes y las pequeñas cosas funcionaran.

A partir de 1994, la Autoridad de la Región Interoceánica empezó a poner orden en el tema de  las áreas revertidas, y aunque lamentablemente han sido los propios gobiernos panameños los que desconocieron la Ley del Plan Regional de Uso de Suelo para las Áreas Revertidas, ese esfuerzo representó un salto cuántico para la planificación territorial en Panamá.

Aquí vale la pena reconocer el trabajo de la ingeniera Zayda de Grimaldo, y su equipo conformado por Orlando Acosta, Gonzalo Menéndez y Silvano Vergara, quienes fueron clave en evitar que la reversión se convirtiera en un desastre ambiental.

En la década de 1990, la vieja política panameña hizo una pausa para facilitar que tirios y troyanos se sentaran en los Bambitos y Coronados, para construir el Título Constitucional del Canal de Panamá, y posteriormente para consensuar la Ley Orgánica de la Autoridad del Canal de Panamá.

Fueron esos pactos de la alta política los que de forma patriótica sirvieron de fundamento para la actual institucionalidad del Canal de Panamá. Vale la pena recordar el valioso trabajo que la comisión, dirigida por el empresario José Joaquín Vallarino, y cómo este esfuerzo contribuyó para el diseño constitucional de lo que actualmente rige al Canal de Panamá.

En la recta final de la reversión, se hizo evidente que el Canal de Panamá, inaugurado en 1914, estaba enfrentando un serio deterioro. Aquí el trabajo de Gabriel Lewis Galindo, Ricardo Alberto Arias Arias y Alberto Alemán Zubieta, fue esencial para que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos, los constructores del Canal de Panamá, hicieran un audito del estado de las instalaciones canaleras. Ese informe sirvió para lograr que el gobierno de los Estados Unidos consintiera el aumento de los peajes para modernizar al Canal de Panamá.

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Vista del lado Pacífico del Canal de Panamá, área de La Boca. 12 de diciembre de 2024. Foto: Alexander Arosemena

A lo largo de los 25 años del Canal panameño tres aspectos fundamentales explican su éxito:

  • La prevalencia de una meritocracia. Los 8 mil 500 colaboradores del Canal de Panamá no llegaron a sus cargos con cartas de diputados, o por haber “caminado” buscando votos para nadie. Cada empleado del Canal sabe lo que tiene que hacer y está sujeto a supervisión y evaluación permanente. El que sirve va para arriba y el que no va para afuera.

  • La permanente planificación de todo lo que se hace y se hará en el Canal. Por designios del destino, al Canal de Panamá no llegaron los asesores del Banco Mundial o del Banco Interamericano de Desarrollo que arrinconaron a Panamá (y a toda América Latina), para que desmantelaran sus instituciones de planificación. El éxito del Canal se fundamenta sobre todo en que planifica y por lo tanto tiene capacidades, herramientas, recursos y talentos, para mantenerse al día y prever los escenarios futuros. No hay empresa, organización o país exitoso que no ejercite la planificación. El Canal es hoy por hoy una entidad que planifica permanentemente frente a las realidades cambiantes  del comercio mundial, la logística, y los factores que inciden sobre los recursos hídricos;

  • Mantenimiento, mantenimiento y más mantenimiento. Para que las operaciones del Canal hayan facilitado el tránsito de unas 300 mil embarcaciones durante los últimos 25 años es el resultado de un esfuerzo constante de mantenimiento. A diferencia del Estado panameño y los municipios, la capacidad principal de mantenimiento del Canal es propia. Cuando se hacen tareas muy especializadas o de gran magnitud se busca a los mejores para hacerlo. Mientras que el Estado panameño con la obesidad mórbida de una gigantesca planilla, tiene que estar en una permanente fiesta de contrataciones para pintar una pared, arreglar un techo, o recoger la basura.

Es así como la fórmula no tan mágica del Canal de Panamá ha explicado su éxito. La triste situación de una cultura política que sabe que haciendo las cosas bien, como las hace el Canal de Panamá, el país podría estar volando, pero gobierno tras gobierno, se decide continuar con lo mismo. Esto es quizás la mayor amenaza al futuro del Canal. El peligro no es que la institucionalidad del país se parezca cada vez menos al Canal de Panamá, sino que eventualmente el Canal termine por contagiarse de la enfermedad de la política panameña. (Agradezco a Camila Adames Arias, por la pregunta que inspiró esta columna)


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