Hay libros vibrantes, llenos de encanto y de gloria, de esos que no sé si la rama académica los recordará de la misma manera entusiasta, de esos títulos que corren el riesgo de ser vistos con sospecha por algunos otros porque fueron un notable éxito de ventas y porque fueron el pie para una posterior saga literaria, pero que sin duda son obras que marcaron a una generación de lectores que no permitirán que sean olvidados.
Uno de esos libros es La sombra del viento (traducido a 36 idiomas). Su autor, el barcelonés Carlos Ruiz Zafón, murió hoy en Malibú (Los Ángeles, EU), a los 55 años. Su cuerpo no pudo luchar más contra el cáncer.
Vi a Ruiz Zafón una vez hace cuatro años, en diciembre de 2016, en una edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México).
El día que llegué a la Feria tuve que hacer los procesos habituales de inscripción como periodista cultural, etc. Cuando ingresé a ese paraíso terrenal que es una feria del libro me fui enseguida al salón donde Ruiz Zafón presentaba una de sus novedades editoriales: El laberinto de los espíritus (2016) que le daba continuidad a La sombra del viento (2001), El juego del ángel (2008) y El prisionero del cielo (2011).
Yo estaba emocionado porque La sombra del viento es uno de mis favoritos de las letras contemporáneas y uno de esos libros que uno regala con la sana intención de convertir en lector a quien todavía no ha gozado de esas mieles.
La sombra del viento fue un ganador que primero tuvo que perder. Fue enviado al certamen Fernando Lara y quien venció fue la historia de Un largo silencio.
Fue la insistencia del escritor Terenci Moix, uno de los grandes expertos del cine y de literatura de España, quien insistió en que Planeta publicara La sombra del viento y que alegría que le hicieran caso.
Al poco tiempo Ruiz Zafón se volvió el nuevo chico popular de las librerías y encantó a los amantes de la lectura, a los amantes del objeto libro, a los amantes del género negro combinado con el suspenso, el thriller gótico, y en particular, a los que adoran vivir aventuras insólitas.
En esa ocasión en Guadalajara Carlos Ruiz Zafón escribió: “Lo más bonito que le puede ocurrir a un escritor es que algo en lo que ha estado trabajando inspire a los lectores a descubrir los libros. La lectura son muchas cosas, pero antes que nada debe ser un hábito. Esto es como el ejercicio físico. Todos los efectos positivos solo llegan si una persona hace el esfuerzo inicial y así pasa con la lectura”.
Para luego agregar más tarde: “Leer debe ser una fuente de placer y de belleza. Por eso es importante que existan libros que se difundan por los profesores y por los padres, para que muchos más disfruten leer y que cada uno encuentre su camino de acuerdo a quien es como persona. Lo importante es proveer ese primer momento con los libros”.


