José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la Cepal, quien intervino en el panel “Somos resiliencia, somos solución”, organizado por CAF en la COP28, dijo que aunque se ponga el pie en el acelerador para mitigar el cambio climático, los choques son grandes y el impacto socioeconómico de la crisis climática es una realidad en muchos países.
“Los impactos no son lineales y crecen más que proporcionalmente con el aumento de la temperatura. Estamos conscientes que los fenómenos extremos de la Niña y el Niño especialmente en el Caribe y en Centroamérica va a tener y está teniendo consecuencias devastadoras con muy altos costos”, dijo Salazar-Xirinachs.
El secretario de la Cepal enumera que los sectores más afectados son agricultura, energía, agua, transporte, turismo y actividades urbanas. “Son amenazas que no solo impactan a la economía también amenazan vidas y afectan a los medios de subsistencia de las personas más vulnerables agravando la pobreza e incluyendo en los flujos migratorios”.
Advierte el ejecutivo de la Cepal que los choques climáticos podrían reducir el producto interno bruto (PIB) de 6 países evaluados El Salvador, Guatemala, Honduras, Barbados, República Dominicana y Santa Lucía) entre el 9% y 12% al año para el 2050.
Para compensar esa pérdida se requerirían inversiones anuales adicionales entre 5.3% y 10.9% del PIB.
Salazar-Xirinachs indica además, que hay pérdidas importantes en materia de productividad laboral asociados a la crisis climática.
“Para 2030, la pérdida de productividad laboral debido al estrés térmico podría alcanzar el 10% en algunos países, lo que afectaría directamente al potencial de crecimiento de la región. Además, hay que tener en cuenta el impacto de los fenómenos extremos”, agregó el alto funcionario de las Naciones Unidas.

En medio de esos problemas tanto el secretario general de la Cepal, como los funcionarios de CAF y expertos en biodiversidad coinciden en que la región tiene la capacidad de generar más soluciones basadas en el capital natural.
Indican que hay un gran potencial porque las inversiones para mitigar el cambio climático pueden a su vez generar oportunidades para lograr la transición energética con fuentes limpias y renovables para cambiar el transporte con electromovilidad, además de fomentar la economía circular y crear nuevos beneficios económicos y sociales que impulsen la generación de empleo.
Salazar-Xirinachs recalcó que Latinoamérica y el Caribe tienen como objetivo reducir las emisiones entre 24% y el 29% para 2030, respecto a un escenario sin cambios.
Según datos de la Cepal presentados en la COP28, cumplir con los compromisos de acción climática requerirá de una inversión de entre 3.7% y 4.9% del PIB regional por año hasta 2030.
Esto equivale según el estudio de la Cepal, a que anualmente en América Latina y el Caribe se deben invertir entre 215 mil millones de dólares y 284 mil millones de dólares en los costos de transición para cumplir con los compromisos de acción climática.
El tema del financiamiento y lograr atraer más fondos a Latinoamérica es uno de los retos. En 2020 el financiamiento climático en la región fue sólo del 0.5% del PIB regional. “Cerrar la brecha de financiamiento climático requiere aumentar la movilización de recursos nacionales e internacionales entre 7 y 10 veces”, señaló Salazar-Xirinachs.
Montalvo de CAF indica que para atraer más recursos, la región también tiene que ser parte de la solución y dar a conocer las iniciativas y los programas que se llevan a cabo para atraer ese capital, además del que ya han comprometido los organismos de desarrollo, pues se requiere inversión pública y privada.


