Alfredo Octavio Arango ha demostrado su talento artístico en animación y efectos visuales en videojuegos y series de televisión como Juego de Tronos y películas como El cazador y la reina del hielo, que se estrena hoy en Panamá.
No le fue fácil ingresar en la competitiva industria del entretenimiento de Hollywood, aunque lo logró.
Saltó de una empresa a otra aprovechando oportunidades y ganando experiencias, que abrieron puertas a mejores oportunidades laborales que le permitieron trabajar en proyectos de mayor reconocimiento.
Lo suyo son los efectos visuales, los que define como una disciplina que combina recursos técnicos como la recreación de las cámaras virtuales y artísticas de animación y modelaje de personajes y escenarios, que dan como resultado la recreación de una realidad imaginada posible y a veces fantásticas.
Lo positivo de los efectos visuales es que “siempre intentas cosas nuevas para expresarte. Siempre hay formas diferentes de construir una misma idea. Por eso, siempre son un desafío”.
“Nuestro trabajo se maneja como una máquina de ensamblajes. Diferentes artistas tienen diferentes especialidades artísticas y técnicas, en las cuales contribuyen con diferentes elementos a una sola toma, la cual pasa por varios departamentos hasta quedar terminada”, comenta quien ahora labora en la compañía de efectos visuales Double Negative en Vancouver, Canadá.
Estudió la primaria y parte de su secundaria en el Colegio San Agustín y luego continuó su formación en el Instituto Cultural. Posteriormente hizo una visita junto a su padre, el escritor Alfredo Arango, a Toronto, Montreal y Halifax para ver posibilidades universitarias.
Terminó en Halifax para reforzar su inglés. Acto seguido comenzó la universidad en la Academia de Arte de San Francisco para aprender más sobre animación, un arte que le fascinó gracias a las películas de Disney y Pixar que vio de niño.
Recibió clases de dibujo clásico, pintura, escultura, además de animación y arte digital. Terminado ese período, la encrucijada era retornar a la patria o seguir su sueño, y prefirió quedarse en San Francisco a realizar una maestría enfocada en hacer modelos 3D.
TRAS EL MEJOR EFECTO ESPECIAL
Alfredo Octavio Arango (Panamá, 1982) estaba por finalizar su especialización en la Academia de Arte de San Francisco, le salió una práctica profesional por tres meses con Insomniac Games y eso lo llevó a Los Ángeles.
En esta empresa desarrolladora de videojuegos colaboró en Resistance 2 (Playstation 3), donde hizo modelos de estufas, radios, mapas.
Después de completar sus estudios y sus tesis fue aceptado por la compañía Disney, en Burbank, para participar de una práctica profesional enfocada para recién graduados con una duración de tres meses. Era como volver a la escuela, solo que le pagaban por aprender dibujo, escultura y creación de modelos.
Su permiso de trabajo en Estados Unidos estaba por expirar en un mes, cuando recibió una oferta de Nickelodeon, que no pudo aceptar por su situación legal en la Unión Americana.
Así que regresó a Panamá por un año, aplicando aquí y allá. En esas estaba cuando de Toronto aceptó una oferta de trabajo de la compañía Mr. X, responsables de los efectos visuales de las películas Resident Evil.
Por lo que abordó un avión rumbo a Canadá en enero de 2011. Por entonces, Mr. X trabajaba en Los tres mosqueteros, en la que realizó modelos de la Catedral de Notre Dame, así como diferentes elementos de las vistas panorámicas de París.
Después pasó a Silent Hill 2, donde hizo modelos y participó en correcciones de fotomontajes de los aterradores personajes de esta serie.
TERROR
Alfredo Octavio Arango participó, entre otras, en la producción de Resident Evil: Retribution (2012), del cineasta Paul W.S. Anderson, en la que modeló y pintó diferentes elementos para recrear de forma virtual el Time Square de Nueva York y poder después inundarla como parte de la historia.
También estuvo en Mamá (2013), producida por Guillermo Del Toro y firmada por Andrés Muschietti, contribuyendo en la corrección del modelo virtual del personaje central, “logrando un buen uso de lo real y digital para obtener el mejor resultado que el director buscaba”.
Después pasó a Robocop (2014), de José Padilha, en donde animó el movimiento del actor principal, “para así poder reemplazar o mejorar ciertos elementos cosméticos y hacer que Robocop se viera más mecánico en su torso, piernas, rodillas, codos y cuello, que fue reemplazado por una versión digital mucho más delgada, con detalles mecánicos que no eran posibles de realiza en el vestuario de Robocop. Al final, la audiencia ve una mezcla del actor en el vestuario con modificaciones digitales”.
En ese 2014 se trasladó a la Antigua Roma, al año 79 d.C. para formar parte del equipo de Pompeya, de Paul W.S. Anderson, en donde hizo tomas virtuales y recreaciones de la mítica ciudad y la erupción del volcán que debastó la ciudad.
TELEVISIÓN
También se involucró en las tres primeras temporadas de la serie de televisión Vikingos, en la creación de flechas y lanzas en escenas de combate, además de la recreación de las cámaras virtuales para poder añadir barcos de fondo y para el pueblo de los vikingos.
En otra ocasión, se pasó por la Inglaterra victoriana para formar parte de la primera y segunda temporada de la serie Penny Dreadful.
Fue en este programa de terror fantástico donde se hizo cargo de la escena más difícil que le ha tocado trabajar.
“Penny es poseída por un demonio y su cuerpo se va cubriendo de unas venas mientras reacciona al confrontamiento. Fue una pesadilla que nos costó casi cuatro semanas realizar y tuvimos que hacer más de 16 versiones para poder lograr que funcionara”, reflexiona.
Explica que cada serie y película es un mundo propio, con muchas variables que dependen del director, el productor y de otras personas claves en la jerarquía del proyecto.
“A veces nos muestran el storyboard (guión gráfico) con una explicación muy precisa de lo que quieren, y en otros casos tienen una idea que debemos desarrollar para proponérsela al director”, anota.
ENTRE DINOSAURIOS y LOS HIJOS DE LA HARPÍA
Después de estar en Toronto por cuatro años se mudó a Vancouver para formar parte de las filas de Imagine Engine (entre enero y mayo de 2015), lo que le permitió participar de Jurassic World y en la quinta temporada de Juego de Tronos.
El 1 de febrero comenzó con Jurassic World, de Colin Trevorrow. “Fueron dos meses, de lunes a sábado, de 9:00 a.m. a 8:00 p.m. Para poder terminar todas las tomas a tiempo, en las que aparecen Chris Pratt y Bryce Dallas Howard escapando en la noche por la jungla y algunas dentro del laboratorio casi al final de la película”, dice.
Mientras que en el programa basado en las novelas de George R. R. Martin participó “en escenas de puras matanzas”. Una fue cuando las Serpientes de Arena, las hijas bastardas de Oberyn, con un látigo destapan la cabeza de un hombre enterrado en la arena y solo se le ve la cabeza y está rodeado de escorpiones.
“El latigazo era real, así como dos de los escorpiones en la arena, pero el trabajo que hicimos fue limpiar las grietas en la arena después de muchas tomas y añadir un escorpión en la cabeza del personaje”, rememora.
Hizo correcciones cuando en una pelea se usan cuchillos y lanzas dentro de los calabozos de Meeren entre los seguidores de Khaleesi y los Hijos de la Arpía.
Además, en el momento cuando Arya Stark le mete un cuchillo en los ojos a Sr. Meryn Trant en un prostíbulo de Braavos.
“La escena se filmó con la actriz usando un cuchillo que no tenía punta, la cual es añadida digitalmente, al igual que la herida en los ojos del personaje. Fue difícil de trabajar por lo perturbador de la escena, a pesar de que uno sabe que no es real”, resalta.
EL CAZADOR
Vino otro cambio. Pasó de agosto a diciembre de 2015 a la Double Negative, en Vancouver en El cazador y la reina de hielo (2016), de Cedric Nicolas-Troyan.
Recreó escenas donde aparecen personajes fantásticos como los “goblins”, que interactúan con el cazador.
Además, la animación técnica de unos tentáculos que aparecen al final de la película.
Actualmente acaba de terminar de trabajar en Home for Peculiar Children, el más reciente largometraje del director Tim Burton y que saldrá a finales de septiembre de este año.
RETOS
Cada año que pasa, los efectos especiales son más complicados, indica Alfredo Octavio Arango, porque cada vez el cine industrial y el público que lo consume pide más.
“A pesar de todos los avances tecnológicos, ahora te dan menos tiempo para hacer las tomas y te exigen más. Es difícil planificar todo por la gran escala de los proyectos de hoy en día”, señala.
Entre sus favoritas están las películas animadas y también aquellas que utilizan efectos especiales y visuales y que él no pueda encontrarles a simple vista las costuras de cómo lo hicieron.
También le arrebatan aquellas producciones cuyas escenas parecen fáciles de hacer, pero que en el fondo, desde su experiencia, son complicadas de elaborar.
Cuando era más joven estaba fascinado con la saga de Piratas del Caribe, de Gore Verbinski, en particular los momentos en que sale Davy Jones, un ancestral demonio del mar. “Uno lo ve y dice: ‘wao”, afirma.
De igual manera destaca la primera entrega de la saga Transformers (2007), de Michael Bay. “Para el tiempo en que salió, contenía una complejidad de modelos muy sorprendentes y realistas no antes visto a ese nivel de detalle y realismo”.
Por otro lado, resalta a Gravity (2013), de Alfonso Cuarón, por sus tomas largas y el papel de los efectos especiales dentro de la trama y “la logística de la filmación, para que todas las tomas encajaran perfectamente como tiende a hacer Cuarón en sus películas”.
“Hoy en día hay límites, pero son técnicos en la mayoría de los casos y muchas veces se mide a partir del dinero que se tiene en el presupuesto. Entre más complejas son las escenas, más departamentos necesitan para que se hagan”, detalla.
El suyo es un trabajo bastante anónimo. La audiencia ve y disfruta los efectos especiales, pero sus responsables no tienen rostro como sí lo tiene el actor, el director y el productor.
En su labor, hay ocasiones que si hay un efecto especial y no se nota es un elogio. En otros, el elogio es cuando es complejo en su elaboración, y se pregunta el espectador en la platea: ¿cómo hicieron eso?
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