Antonio Orlando Rodríguez: 'Trump es un clown con copete amarillo'

Antonio Orlando Rodríguez: 'Trump es un clown con copete amarillo'
Antonio Orlando Rodríguez: 'Trump es un clown con copete amarillo'


Desde niño, a Antonio Orlando Rodríguez le apasionó la lectura y tuvo la suerte de leer a temprana edad obras de José Martí, Hans Christian Andersen, los hermanos Grimm, Juan Ramón Jiménez, Walter Scott, Julio Verne y Alejandro Dumas.

Con el paso de los años, el futuro narrador descubrió que “ese placer se fue intensificando hasta convertirse en lo que es hoy: una adicción saludable para el espíritu y el intelecto”.

Para Rodríguez, ganador del premio de novela Alfaguara por Chiquita (2008), los mejores libros de “autoayuda” y de “crecimiento espiritual” son los que escribieron Fiódor Dostoievski, León Tolstoi, Charles Dickens y Honoré de Balzac.

“Crecer entre libros y adultos que leen puede contribuir a la formación de niños lectores. Sin embargo, mis padres no eran lectores, los libros empezaron a llegar a mi casa a solicitud mía”, cuenta este autor que participará en la XII Feria Internacional del Libro de Panamá, que ocurrirá del 16 al 21 de agosto en el centro de convenciones Atlapa.

Fue en la sala infantil de la Biblioteca Nacional de Cuba “donde recibí un gran estímulo y acceso a muchas obras estupendas. Se puede llegar a ser lector recorriendo diferentes caminos”. Por ejemplo, su madre se convirtió “en una gran lectora cuando mi hermano y yo éramos adolescentes; empezó a leer como si quisiera recuperar el tiempo perdido”, recuerda Rodríguez, quien en septiembre publicará en España su nuevo libro para adultos, publicado por Huso Editorial. Es una recopilación de sus cuentos titulada Salchichas vienesas y otras ficciones.

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Ipad, teléfonos inteligentes, televisión, computadoras..., plantea que se debe establecer un balance entre el libro y las pantallas. “Soy un apasionado del poder y de los beneficios de las nuevas tecnologías y creo que nunca antes se había leído tanto como ahora, sobre todo a través de las redes sociales; lo que sucede es que no se lee precisamente la buena literatura que nos gustaría que se leyera”.

Sobre el movimiento internacional de los booktubers (jóvenes que recomiendan a otros lectores las obras leídas) “me parece muy estimulante y revelador de que, en algunos casos, la literatura y las nuevas tecnologías pueden marchar de la mano y aliarse”.

Opina que todos los temas son lícitos para los chicos. “Depende de la inteligencia y la sensibilidad con que sean presentados al niño o al adolescente lector, que están expuestos al contacto con los múltiples horrores de la realidad, bien sea en su entorno social o a través de la televisión y de internet”.

“Las parábolas y lo simbólico permiten abordar temas complejos y delicados a cualquier edad”, indica Rodríguez, quien presentará el viernes 19 de agosto, de 6:30 p.m. a 7:20 p.m., la conferencia “Personajes, historias, caminos”, en el Salón Chaquira de Atlapa.

También en el marco de la actividad ferial brindará el sábado 20 de agosto, de 4:00 p.m. a 4:50 p.m., la ponencia “De raíces y sueños: 50 libros para niños y jóvenes de autores latinos en Estados Unidos”.

En el istmo ofrecerá un panorama de la narrativa iberoamericana para niños y jóvenes. Aunque son muchos libros los que destacará, comparte “cinco que disfruté mucho cuando cayeron en mis manos”.

Se trata de Prohibido leer a Lewis Carroll (Anaya), de Diego Arboleda y Raúl Sagospe; Al sur de la Alameda (Ekaré), de Lara Ríos y Vicente Reinamontes; Loba (Ediciones SM), de Verónica Murguía; Buenas noches, Laika (Fondo de Cultura Económica), de Martha Riva Palacio Obón, y La niña, el corazón y la casa (Babel), de María Teresa Andruetto.

Son libros, dice, que “me divirtieron o me conmovieron, que por algún motivo perduran en mi recuerdo y me gustaría que chicos y grandes los conocieran también”.

POLÍTICA Y LITERATURA

Antonio Orlando Rodríguez emigró  a Estados Unidos  en 1999 y antes ya había residido en Costa Rica y Colombia.

Cada una de estas residencias le han beneficiado. “He tratado de imbuirme de la cultura de cada país en que he vivido. En Colombia escribí Aprendices de brujo, una novela para adultos ambientada en los años 1920, donde uno de los narradores habla como un bogotano de esa época y se reconstruye literariamente la Bogotá de entonces”.

Allí también redactó la obra de teatro El León y la Domadora, para la compañía Mapa Teatro, “sobre el drama de los refugiados y los desplazados”.

Trasladarse a Estados Unidos le permitió “recrear con mayor conocimiento y verosimilitud las andanzas en Nueva York de la protagonista de la novela Chiquita. Aunque mi literatura sigue teniendo su raíz en la cultura de Cuba, el país donde nací y me formé como escritor, el exilio me ha permitido conocer y sentirme parte de otros ámbitos geográficos y culturales”.

Tiene nacionalidad cubana, estadounidense y española, pero se siente “un ciudadano del mundo”.

- ¿La  literatura y la lectura  pueden ser un vehículo para superar diferencias?

Para que la literatura pudiera desempeñar de forma contundente esa labor transformadora, tendría que llegar a muchas personas y ser leída por ellas. Y por lectores inteligentes, sobre todo, que no son precisamente los que más abundan. La literatura y la lectura hacen lo que pueden para proponer nuevos paradigmas; poder llegar a enraizarlos en el imaginario y el comportamiento de la sociedad es harina de otro costal. Aun así, cada granito de arena es importante y se hace lo que se puede para fomentar el respeto al otro y el conocimiento y el disfrute de otras culturas.

“Se hace lo que se puede para fomentar el respeto al otro y el conocimiento y el disfrute de otras culturas”, señala el escritor Antonio Orlando Rodríguez.





CANDIDATOS

-¿Qué opina de  la propuesta de  Donald Trump de deportar a los inmigrantes hispanos indocumentados  de Estados Unidos?

Trump es un clown con copete amarillo, y esa y otras de las propuestas con las que ha armado su reaccionaria plataforma política son absurdas y peligrosas. Trump no es un freak caído en paracaídas en un campo de golf: es parte de los líderes populistas que han aparecido en distintos países en las últimas décadas (unos de derecha y otros de izquierda) y que, en algunos casos, han logrado aferrarse largo tiempo al poder y hacer todo tipo de desmanes. Confío en que se imponga el sentido común y que ese no sea el caso de Trump.

-Trump reitera su deseo de construir un muro entre Estados Unidos y México.

Trump ha llegado a donde está porque muchos estadounidenses comulgan con sus bravuconerías y simpatizan con ellas. Llegó a ser el candidato republicano no solo por los millones que invirtió en su campaña, y gracias a la publicidad gratuita que le ha aportado la gran cobertura que los medios brindan a sus estupideces, sino porque ha sabido exaltar los peores sentimientos de millones de electores que sientan y piensan como él. Cuando Trump anunció su intención de ser presidente, muchos lo tomaron como un chiste. Ese no fue mi caso, pues siempre pensé que podía haber muchas personas dispuestas a votar por él, como en efecto ha sucedido.

Trump no es un ‘freak’ caído en paracaídas en un campo de golf: es parte de los líderes populistas que han aparecido en distintos países en las últimas décadas”: Rodríguez





-¿El electorado latino apoyará a los republicanos?

Hay un refrán tan cáustico como cierto que dice “no hay peor astilla que la del mismo palo”. Hay un considerable número de latinos que no se inmutan cuando oyen hablar de deportaciones y de muros, olvidando que ellos también llegaron a Estados Unidos como inmigrantes. Quiero ser optimista y pensar que el voto latino no será para este peligroso Torquemada del siglo XXI.

-¿La solución es votar por Hillary Clinton?

Ningún presidente o aspirante a presidente puede prometer la aprobación de una reforma migratoria, pues no es algo que dependa solo de él; para materializarla hay que conciliar a muchos políticos con posiciones e intereses antagónicos. Las buenas intenciones no bastan y hay que poner las cosas en perspectiva. Puede prometer que lograrlo será una prioridad durante su mandato. La solución, pienso yo, como ciudadano común, es votar por el candidato que, a juicio de cada uno de nosotros, pueda hacer una contribución más significativa al futuro del país y al precario equilibrio del mundo. Alguien preocupado, en especial, por la educación, los derechos humanos, la creación de empleos, el control de las armas de fuego y la salud (de la gente y del planeta); alguien con un compromiso real con los niños, las mujeres, los inmigrantes, las minorías y la muy maltratada “clase media” de Estados Unidos. El candidato perfecto, capaz de satisfacer a todos los electores, tal vez no exista, pero tengo muy claro a cuál le daré mi voto.

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