‘Batman: The Killing Joke’: la peligrosa Ciudad Gótica

‘Batman: The Killing Joke’: la peligrosa Ciudad Gótica


Por estos días no suele ser habitual que se filmen en Hollywood películas animadas basadas en los cómics.

Lo frecuente es que estas historias se presenten en acción en vivo, con personajes y actores de carne y hueso, como queda demostrado con Iron Man, Los Vengadores, los X-Men...

Eso es lo primero que sorprende cuando se ve en la pantalla grande Batman: The Killing Joke  (Batman: La broma asesina).

No es arriesgado indicar que lo siguiente que cabe resaltar es que este filme se basa en una novela gráfica de Alan Moore que merece la codiciada categoría de obra maestra.

La versión cinematográfica de este clásico se estrenó en el pasado Comic-Con de San Diego, Estados Unidos, y ahora tiene un corto recorrido por las salas del mundo antes de ser distribuida en dvd y blue-ray.

Aunque se hicieron cambios al argumento de Moore al principio del filme, sí se plantea al final cómo la deshumanización, la violencia, la corrupción y los traumas psicológicos del pasado acercan y alejan al mismo tiempo a un héroe como Batman y a un villano como el Joker.

Esta producción (dura una hora y 12 minutos, casi es un mediometraje), dirigida por Sam Liu, es una deslucida propuesta si se le compara con la vitalidad y la solidez del original de Moore, un artista que ha visto otras creaciones suyas pasar al séptimo arte como Desde el infierno (2001), La liga de los hombres extraordinarios (2003) y Watchmen (2009), entre otros.

Sam Liu es un viejo conocido de ese Batman tan justiciero, pero también tan taciturno y amargado que siempre está vigilante en Ciudad Gótica.

Un contra de lo hecho por Liu es dotar a su Batman: The Killing Joke de una carga sentimental y amorosa que Alan Moore no ofreció en su novela gráfica.

Por eso, el resultado es una cinta apetecible cuando veamos a Moore en su estado más natural (la última mitad de la película es deliciosamente psicodélica y perversamente sádica), aunque sin mucha gracia cuando en el primer acto se le brinda un torpe protagonismo a una abatida Batgirl.

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REVERSOS DE UNA MISMA MONEDA

El británico Alan Moore (Northampton, 18 de noviembre de 1953) es uno de los más soberbios guionistas de cómics de superhéroes dentro de la historia de la animación occidental.

Moore le imprime al cómic un realismo exhaustivo y una lógica devastadora cuando presenta las aventuras y las tristezas de los hombres y mujeres que tienen la misión de proteger a sus semejantes, aunque estos a veces no quieran dejar ayudar.

Es, además, el responsable de crear situaciones trágicas y virulentas, que no están exentas de poesía narrativa y de un sentido utópico de una sociedad que todavía puede ser salvada, a pesar de las evidencias que dirían lo contrario.

Gracias a Watchmen, V de Vendetta, From Hell y The League of Extraordinary Gentlemen, Alan Moore ostenta el título de soberano de un universo decadente, gobernado por los excesos, donde los valores se han vuelto casi obsoletos.

Los personajes de Moore tienen una hondura proveniente de las obras de teatro del dramaturgo William Shakespeare.

Seres brutales y desmedidos al momento de entender cómo debe plantearse el equilibrio en materia de ejecutar las leyes, pero en su interior son personas confundidas, temerosas y frágiles como los seres humanos.



DOS IGUALES

En su Batman: The Killing Joke (Batman: La broma asesina) se anteponen dos figuras emblemáticas de la DC Comics: Batman y el Joker, extremos de una misma línea social desquebrajada, singular y asombrosa.

Ambos se repelen, aunque parezcan familia. Los une que son bastante reaccionarios en sus decisiones, sus corazones están tan destrozados que carecen de emociones normales, y tienen un pasado sórdido y punzante que marca sus planteamientos de hoy.

Para poner al límite si ambos tienen la capacidad del remordimiento y si existe una posibilidad de que cambien sus rumbos (que el Joker sea salvado y Batman caiga al abismo), Alan Moore en Batman: The Killing Joke introduce a Batgirl.

Se trata de Bárbara Gordon, que de día es una abnegada, educada y conservadora bibliotecaria, mientras que al caer el sol esta jovencita desea seguir los pasos del Caballero de la Noche al transformarse en Batgirl, y esto la convierte en la presa idílica para los planes enfermos del Joker.



MITADES DISTINTAS

La Batman: The Killing Joke de Moore es todo menos sutil. Al contrario, es atroz y despótico en sus planteamientos.

Cuando el director Sam Liu la traslada al cine decide, de forma errónea, darle énfasis a Batgirl.

Como idea es positiva porque en el cómic esta chica valiente merecía más diálogos y más acción, su desarrollo cuando llega al audiovisual es el problema, porque la transición se hace de forma torpe y antojadiza.

Por eso, la versión fílmica de la novela gráfica es anómala en su primera mitad.

Comienza con Batgirl como el punto central, incluso es quien narra los hechos, luego se fuerza a una relación afectiva, dependiente y sexual con Batman que causó revuelo en el pasado Comic-Con, pues había quienes consideraban que era un acto vinculado con la pedofilia, tomando en cuenta que la heroína era una menor de edad y que podía, por lo tanto, tener una relación viciada con el adulto Bruce Wayne. Después la trama la abandona sin misericordia cuando ella termina paralítica en una cama de hospital.



DESQUICIADOS

La llamada Edad Oscura de los cómics de la Marvel y de la DC Comics ofreció a unos héroes desquiciados, llenos de ira y de impotencia, y así es el Batman de Alan Moore.

Para no ser menos que sus rivales, los villanos entonces pasaron a ser aún peores que los superhéroes. De allí que el Joker de Moore se hace aún más psicópata de lo que ya es, tomando la determinación de quebrar al comisario Gordon y al Hombre Murciélago.

Esa es la razón por la cual Alan Moore decide que el Joker le dé una paliza a Jason Todd, le dispara directo a la columna vertebral a Batgirl y toma fotografías de ella sin ropa y sangrante (no queda del todo claro, ni en el cómic ni en la película, si se incluye la violación carnal), imágenes que después le muestra a su padre, el comisario Gordon, mientras a este lo desnuda y lo humilla en un circo que vivió su época dorada hace buen rato.

Todo esto lo respeta Sam Liu en la segunda mitad de la película. No por menos es el segmento más fuerte, más terrible y mejor desarrollado de su producción.

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