Cuenta la chilena Carla Guelfenbein que el punto de partida de sus obras son siempre los personajes, y no la historia que ha construido desde la ficción. Contigo en la distancia no fue la excepción a su regla de trabajo.
“La clave está en dejar que los personajes actúen con autonomía, que no se vuelvan marionetas del discurso o de los anhelos del autor. Por eso, no leo lo que voy escribiendo hasta casi terminar la novela. Esta forma de escribir es lenta porque nunca se sabe si vas a errar el camino. Luego viene un larguísimo período de corrección. Tardo al menos dos años como mínimo en corregir una novela. Y en esta tardé aún más”, explica sobre su pieza de suspenso literario que obtuvo el Premio Alfaguara de Novela.
Contigo a la distancia gira en torno a la misteriosa escritora Vera Sigall, quien tiene más de una semejanza con un ser humano de carne y hueso, Clarice Lispector (1920-1977), escritora brasileña de origen judío a quien Guelfenbein lee desde que tiene 20 años, y “desde entonces sus letras me han acompañado e inspirado. Pero no fue hasta hace algunos años, cuando leí la biografía que escribió Benjamín Moser, que sentí la necesidad de crear un personaje que estuviera inspirado en ella”.
“En su biografía descubrí que había muchos aspectos de su historia que coincidían con la historia de mi familia. Sus padres y mis abuelos habían huido de los pogromos en Ucrania, más o menos en las mismas fechas, y habían ido a recalar a un continente nuevo. Sus padres a Brasil y mis abuelos a Chile. El sino que marcó la vida de sus padres y luego la suya no es muy diferente al que nos marcó a nosotros. Mis padres, así como Clarice, hicieron lo posible por sentirse parte de ese mundo nuevo, y si ello implicaba olvidar la barbarie, la persecución, y el dolor de sus padres, estaban dispuestos a hacerlo. Es lo que hizo Clarice, y es lo que hicieron mis padres”, afirma la autora de las novelas El revés del alma (2003), La mujer de mi vida (2006), El resto es silencio (2009) y Nadar desnudas (2014).
“Contigo en la distancia es una forma de darle una historia a mi familia. Una historia que quedó en el silencio”, explica Guelfenbein, quien presenta esta obra hoy sábado 20 de agosto, a las 5:00 p.m., en el Salón Boquete de Atlapa, en el marco de la XII Feria Internacional del Libro de Panamá.
Para ella, estos eventos culturales “son instancias que generan múltiples beneficios, tanto para la comunidad como para cada individuo. Es una oportunidad para acercarse a los libros, para entablar un diálogo entre autores y lectores, para pensar la literatura, el rol de la lectura en nuestras vidas, y un sinfín de otros tópicos que se generan en estos encuentros”.
Además, en torno a este tipo de ferias “se aúnan muchas formas de cultura, teatro, música, artes visuales. Las ferias del libro despiertan, agitan, e iluminan a las ciudades que las acogen”, resalta Carla Guelfenbein, quien estudió Biología en la Universidad de Essex y Diseño en St Martin’s School of Art de Londres.
La luz que emana de la escritura
La novela Contigo a la distancia es, entre otras, un homenaje a los lectores en la figura de Emilia, una chica que adora cada obra escrita por Vera Sigall y a quien estudia con esmero.
Como lectora, ¿a qué autores o autoras ha querido conocer?
En general, los escritores somos mucho más interesantes cuando escribimos que en la vida real. (Lo siento, ¡pero es verdad!) Y por eso, nunca me ha interesado demasiado conocer a los autores una vez que me enamoro de sus obras. Tengo amigos y amigas escritores a quienes aprecio muchísimo, pero no porque haya anhelado conocerlos, sino porque humanamente nos hemos encontrado en el camino y hemos seguido juntos.
¿Ha estudiado a algún escritor con la devoción con lo que lo hacía Emilia con Vera?
No sé si con tanta devoción como lo hace Emilia con Vera, pero sí he seguido la obra de muchos autores con pasión, como por ejemplo la de la autora española Carmen Martín Gaite, de la generación de los 1950. Recuerdo que cuando la descubrí, algo muy potente se detonó en mí. Su literatura se acerca a la de la italiana Natalia Ginzburg, una literatura que da cuenta de la vida de personas comunes y corrientes que tienen que sortear obstáculos comunes y corrientes. Me impresionó su profundidad, su compasión por los personajes, la forma en que capta hasta los más minúsculos detalles de la naturaleza humana. La lectura de sus novelas me impulsó a escribir.
Contigo en la distancia es un homenaje a la escritora Clarice Lispector.
Es una autora que admiro y que he seguido desde la adolescencia. Siempre he tenido la impresión de que desde los intersticios de su prosa emana una fosforescencia. Y de alguna forma es ese fulgor el que intento emular en mis escritos. Una luz que está más allá de las mismas palabras.
¿Hay otros escritores que han influido en usted?
Han marcado mi escritura Henry James, Virginia Woolf, y Tolstoi, Kenzaburo Oé, Kawabata, y tantos otros, que han sido y siguen siendo parte de mi imaginario literario. Pero la verdad es que nunca he deseado conocer a ninguno de ellos.
¿Qué significó obtener el Alfaguara?
Ganar un premio como el Alfaguara hace que muchos lectores tengan acceso a tu literatura. Y es esta la dimensión que más me interesa. Yo escribo porque el lugar donde quiero estar es frente a mi computadora, con mis personajes, con sus vicisitudes, con sus historias. Pero llega un momento en que, cuando has terminado, quieres comunicarte con otro, con tus lectores. Y el premio es una gigantesca oportunidad para ampliar y profundizar esa comunicación.
La ambigua biografía de Vera estaba llena de vacíos. Es un ser misterioso como Thomas Pychon y J.D. Salinger.
La buena literatura, al final, trasciende los fenómenos mediáticos. Estos últimos son como los fuegos artificiales: brillan por unos segundos y después desaparecen. La buena literatura se abre paso silenciosa en esta fiesta de luces, y llega a sus lectores para quedarse. Un caso interesante es el de Elena Ferrante y su saga de dos amigas. Nadie sabe quién es Elena Ferrante, si es un escritor o una escritora, no hay entrevistas, ni fotos, ni apariciones públicas, nada, y sin embargo, sus libros, llenos de hallazgos tanto literarios como humanos, han llegado a miles de lectores.
Los personajes de su novela navegan entre distancias. Las distancias que se crean entre Daniel y su esposa, la de Daniel cuando ocurre el accidente de Vera, el padre verdadero con Emilia y viceversa, la distancia entre Emilia y Jerome, las distancias entre Horacio y Vera... ¿Cuándo la distancia ayuda y alimenta y cuándo no nos deja avanzar?
La distancia es un tema central en la novela. La distancia geográfica y la distancia emocional. El título de la novela expresa las relaciones que hay entre los cuatro protagonistas. Funciona en dos sentidos. Algunos de los protagonistas comparten la misma casa, pero están a la vez, a años luz de distancia; mientras que otros, a pesar de la distancia geográfica que los separa, están profundamente unidos.
Los personajes de esta novela hablan del peso de cada palabra. En pocas palabras, ¿cómo describiría a sus personajes?
Vera: Misteriosa, genial, imponente, silenciosa.Emilia: Valiente, romántica, curiosa.Horacio: Vanidoso, inseguro, sensible.Daniel: Generoso, bello, apasionado.Gracia: Ambiciosa, trabajadora, mundana...
La tecnología plantea que estamos siempre acompañados: tenemos seguidores y amigos en las redes sociales. ¿Estamos tan acompañados o la soledad no se salda con Facebook o Instagram?
Hoy la tecnología nos permite ser parte virtual de una comunidad, a través de nuestros teléfonos inteligentes, de Facebook, de Twiter, etc. Esa ilusión de pertenencia y de cercanía muchas veces reemplaza las verdaderas relaciones, las que se llevan a cabo frente a frente, mirándose a los ojos. Es una paradoja porque la tecnología nos acerca, y a la vez nos distancia. Es usual ver a un grupo de personas, en cafés, restaurantes, buses, etc., cada una inmersa en su teléfono, junto a los otros y a la vez a kilómetros de distancia. La literatura, sin duda, está dando cuenta de estos cambios.