A Carlos Fong la invasión militar estadounidense de 1989 lo agarró en La Chorrera, en el corregimiento de El Coco. La casa de su padre estaba al lado de la Escuela Victoria D’ Spinay, ubicada cerca del cuartel de la Décima Zona de las desaparecidas Fuerzas de Defensa.
Cuando empezó la intervención extranjera, aquel aciago 19 de diciembre, el futuro escritor se encontraba en su hogar viendo la televisión, y de repente, en la pantalla chica apareció un cintillo que decía: “Atención; clave cutarra…”.
“De inmediato supimos que algo pasaba. Esa noche no dormimos y se hablaba de que habían atacado el Cuartel Central en Panamá. En la madrugada pasaron los gringos por el frente de nuestra casa, por la avenida de las Américas. Primero un par de soldados a pie y después muchos más y detrás venían las tanquetas. Muchas tanquetas”, recuerda Fong, cuyas experiencias de aquel suceso le sirvieron para que varios lustros después escribiera Aviones dentro de las casas, novela que ganó el premio Sagitario Ediciones de Novela Corta 2016 y que presentará mañana, martes 16 de agosto, en la XII Feria Internacional del Libro de Panamá, en el Salón Bejuco-Chocoe del centro de convenciones Atlapa.
Al salir el sol, todos los miembros de su familia escucharon a un soldado estadounidense ordenar por un alto parlante “que se rindieran, pero ya en el cuartel no había nadie. De pronto llegó un avión”.
Enseñar la invasión en las aulas
Un avión voló una y otra vez por el sector donde residía Carlos Fong en La Chorrera. Sin medir advertencia, comenzaron los disparos. “Todos salimos corriendo, porque estábamos en el patio mirando. Las tanquetas empezaron a disparar. El ruido jamás lo olvidaré. Después todo fue un caos”, rememora.Por esos días, Fong laboraba en un video club en el centro de La Chorrera y fue testigo de los saqueos que se registraron en ese y otros sectores del país. “No quedó nada. Un depósito que había cerca de la casa fue vandalizado. Los gringos no hacían nada por la propiedad privada. Solo miraban”, comenta.
-¿Cuál fue el punto de partida de su novela Aviones dentro de la casa?
Milán Kundera dice que “la novela que no descubre una parte hasta entonces desconocida de la existencia es inmoral. El conocimiento es la moral de la novela”. Hay ciertas situaciones existenciales históricas que los historiadores no pueden revelar. Eso es un atributo único de una novela: decir lo que los antropólogos, sociólogos o historiadores no pueden. Yo quería escribir una historia con elementos personales enmarcados en un momento único de los panameños. Escogí una serie de palabras claves: patria, Dios, miedo, soledad, sexo, incertidumbre, inocencia, memoria, entre otras y desarrollé una anécdota novelada.
-¿Piensa que el tema de la invasión militar estadounidense ha sido tratado con la constancia y el valor que se merece dentro de la narrativa nacional?
Sobre la invasión se ha escrito bastante. Lo que hace falta es que se hable de ella en las escuelas como parte de nuestra historia. Todos los géneros han tratado el tema: la poesía, el teatro, la novela, el ensayo, el cuento. Tal vez hay menos novelas y obras de teatro, pero las hay. La primera novela que se publicó fue la de Enrique Chuez, Operación Causa Justa. Y José Franco, Mario Augusto Rodríguez, Juan David Morgan y Gilma Noriega de Jurado tienen novelas sobre la invasión.
-Por esos días, de alguna manera, como que habían dos grandes grupos, los que estaban en el grupo que apoyaba a los militares y los que estaban del lado de los civilistas. ¿Esas divisiones han desaparecido en Panamá?
Aún hay mucha gente que mantiene su postura hacia determinado bando. He hablado con policías que defienden a los militares y hay gente que habla de un mal necesario y defiende a los que pidieron la invasión.
-¿Sacar al exgeneral Manuel Antonio Noriega del poder mereció una experiencia como la invasión?
No era necesario. ¿Un Ejército para sacar a un hombre? Hasta la fecha estoy convencido de que los Estados Unidos querían invadir por razones muy puntuales. Por eso, no ayudaron a los militares del golpe del 3 de octubre de 1989. Ellos van a querer desestabilizar el país económicamente y en términos de geopolítica perpetuar su presencia. En términos sociales, Panamá sufre una ruptura que hasta hoy estamos viviendo. El tejido social panameño sufrirá una nueva herida después de la que dejó por más de 20 años el régimen, pero la verdadera lesión la vamos a sufrir con la invasión, porque vamos a ser golpeados en nuestro software genético y no vamos a contar con una reconstrucción desde la cultura y la memoria como hicieron otros países después de conflictos parecidos; no vamos a contar con políticas de desarrollo sociocultural para que manejemos el tema; se va a optar por el olvido y eso es lo peor.
-¿Hemos aprendido como país las lecciones que dieron como resultado la invasión?
No. Cuando uno puede hablar de aprendizaje se refleja en la educación y en la cultura, en la forma en que honras la memoria. En Alemania hasta las huellas de las balas en un muro donde una vez fusilaron a alguien hoy son parte del patrimonio de la memoria. Aquí derrumbaron la embajada de Estados Unidos, cuando pudieron hacer un museo de la memoria o una institución de cultura. Lo que quiero decir es que no queremos recordar. Y un pueblo que olvida, ya sabes…
-¿Está de acuerdo con uno de los personajes de su novela que asegura que las novelas hablan más de la vida que los libros de ciencias?
Desde luego. Esto hay que entenderlo desde una postura filosófica, antropológica y existencial. Un libro de biología nos puede explicar cómo funcionan las células y para qué sirven; un libro de física, del mundo subatómico; pero una novela te puede ayudar a entender qué es el amor, la vida y la muerte; el sentido existencial de la vida solo se entiende desde las emociones que deja una novela o cualquier manifestación del arte. Cuando lean mi novela se van a encontrar con una palabra que no la puede explicar ni siquiera el mejor libro de psicología: el miedo. ¿Qué es el miedo en una circunstancia existencial-histórica? Busquen eso en los libros de ciencias y me avisan si encuentran la respuesta.