Rob Liefeld, junto con colegas suyos como Todd McFarlane y Jim Lee, fueron los padres de una serie de superhéroes atípicos. Sus salvadores de la humanidad recibían nombres como Magnum, Pulse, Grifter, Zealot, Catwalk o Deadpool.
Eran una partida de personajes cínicos, estrambóticos, chocantes, salvajes, conflictivos y escabrosos.
Se trataba de figuras que manejaban un lenguaje que podía inquietar a cualquier libre pensador y desconocían el alcance de las palabras límite, sutileza o pudor.
Sus orígenes laborales no eran necesariamente la docencia o la investigación científica.
Su mundo era heredero de una estética bizarra combinada con el tono de una brutal novela de Stephen King, así como de esa clase de literatura sin dobleces del siglo XX que se dio a conocer como realismo sucio.
Eran hombres y mujeres que carecían de mayores inquietudes éticas y filosóficas al momento de convertir en rompecabezas a sus adversarios.
Pasaban de largo cuando alguien les preguntaba si sus acciones buscaban elevar la justicia social del planeta o si eran los portaestandartes de algún nuevo movimiento ético que busca un mundo mejor.
Es por eso que cuesta ubicar a Deadpool como un ciudadano modelo, o un punk renegado o un hippie trasnochado.
Quizás Deadpool sea víctima de las circunstancias, como el resto de los buenos personajes del cómic más elevado, al ser una persona que busca la cura de su grave enfermedad y el resultado son poderes que le causan problemas y responsabilidades que no deseaba.
Los expertos en materia del cómic lo ubican, como a otras creaciones de Rob Liefeld, un autodidacta del dibujo, como un integrante de la llamada Generación X.
Ese grupo poblacional son los hijos de Star Wars, la comida chatarra, los videojuegos y las cintas de Bruce Willis (cuando pasó de la comedia de misterio para la televisión Moonlighting a estelarizar la saga Duro de matar).
FELICIDAD
El paso al cine del arrogante Deadpool ha sido una amalgama que ha dado como resultado un producto irritante, desafiante, irreverente, sádico, franco y divertido.
Estos calificativos serían casi imposible de otorgar a los filmes protagonizados por Wolverine y Hellboy, quienes en los cómics son igual de chocantes y agresivos que Deadpool, pero que en la pantalla grande los moldearon como seres más manejables, controlados en cierta medida, y en ocasiones hasta educados y formales.
Aunque la historia que presenta la versión cinematográfica de Deadpool es sobria, para no decir bastante simple y lineal, como eran muchas de las obras gráficas de la empresa Image Comics, sus parlamentos son brillantes y su puesta en escena es fabulosa.
Deadpool es la más irreverente, radical y audaz producción audiovisual de la Marvel Comics.
Lo que se agradece, porque el personaje que vino al mundo en el New Mutants (1991) es así de ordinario, violento y engreído tanto en el cómic como al transitar por el séptimo arte que, esta vez, venció a lo políticamente correcto.
CENSURA
Lo que preocupa es que los padres de familias, aquellos que piensan que todos los superhéroes procedentes del cómic son tan correctos como Spiderman y carismáticos como Iron Man, piensen que Deadpool es una cinta para todo público.
Cuando estos adultos se encuentran con un guion plagado de vulgaridades, con unas cuantas escenas de desnudos y gore a granel, tratan de tapar rápidamente los ojos y los oídos de sus niños y acto seguido corren despavoridos e indignados de la sala de proyección.
Ha sido irresponsable que en Panamá la censura, por lo general, sea para una audiencia mayor de 12 años, cuando en Estados Unidos ha sido reservada para espectadores mayores de 17 años.
Lo lógico es que se debe respetar la censura del país de origen. Bueno, en nombre de hacer dinero veloz, es probable que en el istmo se pongan ligeros a la hora de vender los tiquetes.
GANANCIAS
Deadpool ha tenido uno de los mejores dividendos económicos de 2016 en términos de costos y beneficios, ya que tuvo un presupuesto de 58 millones de dólares y hasta el momento ha recaudado mundialmente más de 685 millones de dólares.
Ha hecho más dinero en Estados Unidos que otras adaptaciones de cómics sobre superhéroes como Iron Man 2, Man of Steel, The Amazing Spider-Man, Captain America: The Winter Soldier y X: Men: The Last Stand.
Mientras que su protagonista, Ryan Reynolds, se recupera después del descalabro que brindó en Green Lantern (2011), una de las peores películas sobre el cómic hechas en la meca del cine junto a otros descalabros como Daredevil, Catwoman y Electra, sin olvidar las dos espantosas Batman firmadas por Joel Schumacher.
Linterna verde, del director Martin Campbell, tuvo 200 millones de dólares y obtuvo a nivel global 219.8 millones de dólares.
Nadie en Hollywood invierte tanta plata para ganar 19 millones de dólares, una cantidad que a la larga no es real, ya que no se estableció de manera oficial cuánto gastaron en promocionarla.
Otra curiosidad es que Deadpool es el mejor desempeño que ha tenido una película protagonizada por Ryan Reynolds, quien algo intuyó, pues además es uno de sus productores.
Ha recibido uno de los más óptimos desempeños financieros en Estados Unidos para una película reservada para mayores de 17 años (un rango de edad que nunca le había pasado a una película basada en una figura de la Marvel Comics, por más violenta que fuera).
Esa censura no fue barrera para que recaudara, hasta la fecha, más de 320 millones de dólares en la unión americana.
Con estas cifras ha sobrepasado, por ejemplo, a The Matrix Reloaded (2003), de los hermanos (as) Wachowski, y puede que le arrebate el primer puesto a los 370.7 dólares de La pasión de Cristo (2004), de Mel Gibson, como la cinta para mayores de 17 años más exitosa en Estados Unidos.
‘GORE’
Ya sea con armas de fuego o utilizando dos filosas katanas, Deadpool va a matar cuando se topa o va en busca de los villanos.
Esa es una distinción del personaje en el cómic, como era la característica de muchos de los miembros de ficción de la Image Comics. En su traslado al cine se mantuvo esa costumbre de mostrar en todo su esplendor un grupo de cuerpos mutilados por doquier.
Hollywood, temiendo a la censura y a perder la ocasión de vender juguetes en Navidad de los personajes del cómic, trata de no matar a los villanos, y si lo hace que no se vea mucha sangre, ni pensar en las vísceras.
En Deadpool lo que sobra es el rojo de las heridas de muerte que sufren los malos de la trama.
Este antihéroe aniquila con entusiasmo infantil y sin remordimientos de por medio, como si fuera un sicario contratado por el jefe de un cartel del narcotráfico o cuando acaban a los malos los chicos en los videojuegos de hoy día.
HUMOR MACABRO
Los chistes irónicos que Deadpool ofrece son exquisitos y son otro factor de su triunfo.
Cuando dice cada locura mirando a la platea, rompiendo la cuarta pared en añicos como hace en el cómic (el único de la Marvel que lo hace). El novelista Miguel de Cervantes Saavedra y los dramaturgos William Shakespeare y Bertolt Brecht quedarían con ganas de verla más de una vez.
Su humor ácido y contracorriente aparece cuando se pregunta por qué no hay más integrantes de X-Men en el elenco; cuando le hablan de curarse de su enfermedad en Chechenia; cuando pregunta si lo atenderá el Charles Xavier encarnado por Patrick Stewart o James McAvoy; cuando se burla del director Tim Miller, de Reynolds, de Linterna Verde; vaya, Deadpool es la típica comedia pueril de excesos que se ríe de todo lo que puede, incluso de sí misma.
Reitero que es un acto de felicidad que Ryan Reynolds se haya reinventado y que al darle una segunda oportunidad como un superhéroe no hiciera una basura como en Linterna verde.
Su participación como Deadpool en X-Men Origins: Wolverine (2009) es apenas una liviana sombra del magnífico trabajo que hizo en este largometraje de 2016 con su pegado traje rojo y negro.
Fue sabio que a su Wade Wilson, un exagente de las fuerzas especiales, se le muestre su cara lo menos posible en la pantalla grande. Así no se pierde el encanto y olvidamos asociar a Reynolds con Linterna Verde.
Que sea una lección para su compañero de oficio Adam Driver, quien bajo ninguna circunstancia debe abandonar su máscara del aburrido Kylo Ren en Star Wars: Episode VIII (2017).
Por otra parte, Reynolds brinda una buena combinación con Morena Baccarin, que interpreta a la ruda mesera Vanessa, siendo este el segundo paso por el cómic de esta bella y talentosa actriz, ya que recordemos que es la doctora Leslie Thompkins en la meritoria serie de televisión Gotham.
También hace buenas migas Reynolds\Deadpool con el fortachón de Colossus (voz de Stefan Kapicic) y esa adolescente conflictiva que es Negasonic (Brianna Hildebrand), que le colaboran para romper un par de quijadas. Aunque hubiera sido de provecho si a los dos les brindaran más espacio dentro del argumento.
En tanto, el director Tim Miller brinda en su debut en un largometraje (su experiencia previa eran cortos animados) acabado sobre un integrante de la cultura pop que por años había sido marginado por los grandes estudios de cine.
Por lo que era obvio que le encargaran al señor Miller la segunda entrega de Deadpool, a estrenarse en 2018. Esperemos que esta continuación sea igual de libre que esta delicia, pues este cineasta demostró que se puede ser fiel a un personaje y funcionar en términos económicos, de público y de crítica.
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