La niñez del maestro Francisco Lombardi (Tacna, 3 de agosto de 1949) transcurrió en una provincia peruana “en la que el cine era el principal entretenimiento; como consecuencia de ello, yo iba frecuentemente al cine. Me fascinaban esos mundos tan diferentes a lo que era mi cotidianidad, y desde pequeño tenía la fantasía de que yo quería entrar en ese universo mágico”.
Por aquellos años “no tenía idea de qué función cumpliría allí, miraba las letras pequeñas que aparecían al final de las películas y veía que había muchos nombres, que mucha gente trabajaba allí, así que algún espacio podría ocupar”.
Tiempo después, ya en la ciudad de Lima, se unió al grupo de la revista Hablemos de cine y allí empezó “a fantasear con que me gustaría dirigir películas”.
Una casualidad lo llevó a conocer “al director de la Escuela de Cine de Santa Fe que vino a Lima a dictar una conferencia y él me animó a ingresar a su escuela. Convencí a mis padres de dejar la universidad en Lima y me fui a Argentina con 17 años; ya en la escuela se consolidó mi proyecto de dirigir”, cuenta Lombardi, quien en la séptima versión del Festival Internacional de Cine de Panamá fue uno de los tres jurados (junto con la productora argentina Laura Imperiale y el crítico de cine panameño Daniel Domínguez Z.) del certamen Primera Mirada.
Admiración
De pequeño no sabía distinguir a los directores. “Más estaba al tanto de los actores y las actrices; actualmente siempre espero con especial interés las nuevas películas de Nuri Bilge Ceylán, el director turco, y del ruso Andrei Zvyagintsev”.
“Hoy se hace tanto cine en tantos lugares del mundo que es difícil seguir a tantos buenos cineastas, pero esos dos hacen un cine muy personal, muy vivo, donde lo cerebral nunca se separa de lo emocional. En el caso del ruso, su mirada crítica sobre su entorno me hace sentir cercano a él en cuanto a su preocupación por lo que ocurre en su sociedad”, explica Lombardi, quien siendo estudiante de secundaria en el Colegio de La Inmaculada de Lima, publicó sus primeras críticas de cine en la revista escolar Cine Estudio, editada en mimeógrafo.
Aparte de estos cineastas, siempre vuelve “sobre ciertos directores para revisar sus películas, directores tan diferentes como el francés Eric Rohmer y los estadounidenses Alfred Hitchcock y Martin Scorsese”.
No es de mirar muchas veces una misma película, “pero sí reviso cada cierto tiempo películas de algunos directores. Además, hoy se produce tanto cine independiente que paso mucho tiempo tratando de ponerme al día de lo que se está produciendo en el mundo”.
Funciones
La imagen que tenía Francisco Lombardi de la profesión de director antes de dedicarse a ello era de “un señor rodeado de una multitud de gente sentado en una silla de tela y con un megáfono en la mano, dando órdenes en un ambiente muy sofisticado y opulento. Es un poco el cliché del director de cine”.
“Después me di cuenta de que hacer cine en países como los nuestros es bastante distinto: no hay grandes sets ni mucha gente alrededor tuyo. Hacemos películas con presupuestos pequeños y tratamos de que los equipos de rodaje sean lo más pequeños y funcionales posible”, recuerda el director, quien por sus películas ha triunfado en festivales de cine como el de Biarritz, Bogotá, Cartagena, Gramado, La Habana y Lima.
Motivos
En su caso, es difícil “anticipar con claridad o desde lo teórico” por qué escoge esa historia que le pide ser llevada a la pantalla grande. “El impulso de acercarme a una historia puede venir de una lectura -un cuento, una novela, una historia periodística-, de un hecho real que creo podría proyectarse a ser representativo de algo de interés colectivo, incluso de un recuerdo que te lleva a reconstruir algo que me pasó hace mucho tiempo y que luego la ficción se encargará de enriquecer”.
Para Francisco Lombardi lo ideal “es lograr una historia que te envuelva y que sea capaz de emocionarte. Valoro la dramaturgia, la construcción de una historia, y por lo tanto, lo narrativo, y esto puede venir con muchas formulaciones renovadoras”.
“Hoy muchas de las películas que se hacen abominan lo narrativo y también es válido. Todas las rutas que apuntan a la creación artística son legítimas, pero tengo la impresión de que pasadas las modas y las ‘novedades’, lo que sobrevivirá es el cine que deja huella, aquel personaje que quedó en tu memoria emocional, aquella historia que te conmovió y que se fue contigo una vez que acabó la proyección y que siguió contigo por varios días”, afirma Lombardi, que ha salido victorioso en festivales de cine como Miami, San Sebastián, Montreal, Viña del Mar y Valdivia.
Sobre su país
Para entender a su Perú natal, visto desde su propia filmografía, recomienda ver La boca del lobo, Caídos del cielo y La ciudad y los perros, aunque “quizás la que se puede aproximar a los tiempos presentes es Ojos que no ven, una película sobre la corrupción, rodada y estrenada entre 2002 y 2003, y que anticipa muchas de las cosas que están pasando hoy en el Perú”.
Su primera película y la más reciente