Diseño, urbanismo, arquitectura y literatura. Esa es la contribución de Holanda a la versión 29 de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo), que cerrará sus puertas el 2 de mayo.
El embajador en Colombia del país invitado a la Filbo, Robert Van Embden, dijo que “los Países Bajos son mucho más que el color naranja, los clásicos molinos de viento, los coloridos tulipanes y el queso amarillo”. Su deseo es que cada visitante “haga un viaje a los Países Bajos y que lo guarde para siempre en su memoria”.
El pabellón holandés mide 3 mil metros cuadrados.
Se distingue de los otros 22 pabellones de la Filbo, porque su fachada, en forma de una enorme casa típica holandesa, está hecha de cajas pintadas de un anaranjado intenso y en el centro se dejan ver letras negras que construyen la siguiente leyenda: “Holanda es literatura”.
El Reino de los Países Bajos imprime 13 mil nuevos títulos cada año, se comercializan 50 millones de ejemplares cada año, y es un territorio donde existen 300 editoriales, entre grandes empresas y las más pequeñas e independientes.
“Reflejamos todo lo que ofrece Holanda, desde literatura a comercio, como si estuviéramos dentro de uno de nuestros pueblos, donde ofrecemos una plaza central y alrededor hay casas y dentro de ellas hay exposiciones”, explica Lies Wijnterp, líder del proyecto Holanda en la Filbo 2016.
DERECHOS Y CULTURA HOLANDESA
Holanda llega a la Feria del Libro de Bogotá con escritores, diseñadores gráficos, ilustradores, fotógrafos, sociológos y músicos.
Su pabellón es un diseño de la firma holandesa Mvrdv, la artista Irma Boom y los arquitectos Giancarlo Mazzanti y Jacob Van Rijs, quienes han usado madera para su construcción, y la idea es que terminado el evento ferial este material sea usado en espacios dedicados a la lectura en Bogotá.
“En vez de destruir un pabellón que ha costado dinero, quisimos que fuese reutilizado, dándole un valor agregado para la ciudad”, señala el socio fundador de Mvrdv, Jacob Van Rijs.
Holanda presenta en miniatura docenas de diseños y mobiliarios hechos con la técnica de la impresión 3D, una muestra itinerante que antes de estar en Bogotá pasó por Canadá.
Además, hay un lugar para evidenciar el talento de los ilustradores holandeses para engalanar piezas literarias.
Al ilustrador holandés Jan Rothuizen se le pidió que elaborara un mapa imaginario y subjetivo de Ámsterdam y otro de Bogotá.
También hay una librería que vende libros holandeses traducidos al español.
ANA FRANK
Otra exposición viajera es “Que me dejen ser yo misma”, imágenes y textos que evidencian la vida y obra de Ana Frank, así como las causas y consecuencias del Holocausto. Antes de Colombia estuvo en Australia.
A esta iniciativa, la Alta Consejería para los Derechos de las Víctimas, la Paz y la Reconciliación de Colombia decidió complementarla con paneles que hablan sobre inmigración, discriminación y racismo en Colombia y el planeta.
Este sector del pabellón tiene como guías a estudiantes de secundaria, que le comentan al público sobre cómo los conflictos que rodearon a Ana Frank, de alguna manera siguen vigentes hoy, y la importancia de la justicia y la reconciliación en el marco del proceso de paz que sigue el gobierno de Juan Manuel Santos con representantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y del Ejército de Liberación Nacional.
A Darkoth, de 17 años y que va a comenzar sus estudios universitarios, le llega el tema de la Segunda Guerra Mundial porque los motivos de esta contienda bélica no son del conocimiento de muchos. Comparte lo que sabe para “que no vuelvan a ocurrir situaciones como esas, y para ello hay que saber sobre el pasado”.
Para Angella, de 17 años, quien cursa sexto año, “es satisfactorio conversar con otros jóvenes sobre esta exposición, porque uno colabora a que no exista la indiferencia ante la discriminación”.
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