Illumination Entertainment es una compañía de producción de películas animadas de Estados Unidos, que comenzó con el pie derecho en el negocio de hacer feliz a los niños, y de paso, no aburrir a los adultos que los llevan a los complejos de cine.
Su debut en este importante rubro de Hollywood, siempre respaldados por la distribución y el mercadeo de una major como Universal, fue con Gru, mi villano favorito (Despicable Me, 2010).
Esta comedia agridulce, de los directores Pierre Coffin y Chris Renaud, sorpresivamente funcionó para un público de edades diversas, entre otras, porque la amargura de su tierno protagonista combinó a la perfección con tres niñas huérfanas de armas tomar, más la presencia encantadora de unos personajes amarillos, chiquitos y simpáticos.
Como es ya normal en la llamada Meca del cine, se quiso repetir la fórmula dada la cantidad de dinero recaudado (invirtieron $69 millones y obtuvieron $543.1 millones), aunque sin éxito en la parte estética, con una olvidable segunda entrega en 2013, aunque esta fue una mina de oro, ya que tuvo un presupuesto de $76 millones y en taquilla alcanzó los $970.7 millones.
Si bien la segunda visita de Gru a la pantalla grande recibió una fulminante C- por parte de los críticos de Norteamérica (73% de un total de 100), los billetes verdes son los que valen y se espera una tercera parte de Despicable Me para el 30 de junio de 2017.
UN CONEJO
Luego en el 2011 la Illumination Entertainment se fue para la otra esquina con Hop, de Tim Hill, una fábula sobre el Conejo de Pascua que era demasiado simple para la audiencia mayor y demasiado dulce hasta para los niños más golosos.
Los expertos le dieron una paliza legendaria y la compañía toca fondo al ser calificada con un apabullante 25% (la más baja que han recibido hasta ahora), distante al 81% que alcanzó la primera Despicable Me.
Hop también recibió una fría recepción de la audiencia. Se hizo con $63 millones y en el mundo apenas recibió $183.9 millones.
DR. SEUSS
En el 2012 la compañía quiere aprender la lección obtenida y presentan Lorax: en busca de la trúfula perdida (Dr. Seuss’ The Lorax), de Chris Renaud y Kyle Balda, en la que son rudos sin perder la inocencia.
Aquí lo que les jugó en contra es que este dúo de cineastas como que no vio Horton (2008), de Jimmy Hayward y Steve Martino, ya que ambos títulos forzaron agradables y aleccionadores cuentos a cargo de Dr. Seuss en largometrajes, lo que dio como resultado que a mitad de camino se quedaron cortos en la inventiva de su narración audiovisual.
Lorax tuvo un desempeño positivo en la boletería global, pues invirtieron $70 millones y de regreso recibieron $348.8 millones.
Igual no se rinden a la hora de adaptar a uno de los maestros de la literatura infantil estadounidense.
Para 2018 ya es segura la llegada del animado Dr. Seuss’ How the Grinch Stole Christmas!, de Pete Candeland.
PEQUEÑOS DIVERTIDOS
En 2015 pensaron que esos pequeños seres amarillos podían cargar ellos solos con una producción y les dieron la responsabilidad de estar al frente de Minions, de Pierre Coffin.
Aquello fue un suceso en las salas de cine. Con un presupuesto de $74 millones tuvieron el feliz retorno de $1,159 millones. Por lo que la continuación no se hará esperar en dos o tres años. Ya verán.
Los conocedores no fueron entusiastas con el deseo de los Minions por encontrar al mejor villano de todos los tiempos y le pusieron un 56% en su libreta de notas.
MASCOTAS
En este 2016 regresa Illumination Entertainment con otra fábula urbana: La vida secreta de las mascotas (The Secret Life of Pets), de Chris Renaud, un viejo conocido de la empresa al formar parte del equipo que hizo posible a Despicable Me 1 y 2, así como Lorax.
Esta cinta va viento en popa en cuanto a rentabilidad. Los 75 millones de su presupuesto ya se han traducido en $675 millones en un par de días desde su estreno.
Esta cantidad de dinero es impresionante porque las estadísticas resaltan que ha tenido un excelente desempeño, tomando en cuenta que La vida secreta de las mascotas no es una continuación como Gru, Mi villano favorito o Ice Age: El gran cataclismo, ni es una reposición (remake) como El libro de la selva, ni tampoco es un rebbot (reinicio de una franquicia) como Ghosbusters, ni es un spin off como Buscando a Dory.
De acuerdo a cómo se vea, se puede resaltar que es un acierto o un tímido paso hacia adelante dentro de Illumination Entertainment.
Por un lado, La vida secreta de las mascotas es, después de la primera Despicable Me, lo más acabado, encantador y sórdido firmado por la Illumination Entertainment.
La empresa entonces demuestra que ha vuelto al inicio de la creatividad que le dio fama hace seis años, cuando trataba de quedarse con un pedazo del pujante y desafiante pastel del cine animado.
Reafirma que no ha tenido un solo escollo financiero durante su corta carrera cinematográfica, y que casi siempre son ganancias bondadosas lo que reciben sus inversionistas. Luego el asunto toma otro color.
Jordan Mintzer, de The Hollywood Reporter, señala que es “una película que empieza de forma impresionante, pero que gradualmente se agota en una trama de atracos ruidosa y chiflada, llevando una idea inteligente por los lugares mas tópicos”.
En tanto, Peter Debruge, de Variety, resalta que “la fórmula puede ser familiar, pero las personalidades son totalmente frescas, desplegando una colección de adorables -aunque rotundamente feas- criaturas animadas”.
Por su parte, Chris Nashawaty, de Entertainment Weekly, “como un perro que persigue interminablemente su propia cola, The Secret Life of Pets es entretenida por un rato, pero se acaba cansando de sí misma”.
Mientras que A. O. Scott, de The New York Times, indica que “aunque esta película nunca consigue -y realmente no lo pretende - la riqueza emocional o la inventiva visual de las mejores películas de Pixar, es un juguetón disparate y tiene un espíritu triunfante y amable”.
DOS TÍTULOS GRANDES
Si se le compara con los títulos más recientes en el rubro animado hecho en la Unión Americana, entonces La vida secreta de las mascotas sufre un par de problemas.
Recordemos que durante 2016 hemos sido testigos de películas animadas sobresalientes, un club selecto cuyos miembros más admirables son, como cabe esperar, provenientes de Disney y Pixar.
El listón más elevado de este año lo tiene Zootopia, de Byron Howard, Rich Moore y Jared Bush.
Con este filme Disney no se quedó callado ante el avance de una casi siempre imparable Pixar.
La casa de Pluto y el Pato Donald demuestra con Zootopia su autoridad, su experiencia, su peso dentro de la industria y el aprecio de los espectadores.
Todo esto queda demostrado con una taquilla mundial de $1,022,869 millones y una calificación casi perfecta de 98%.
Mientras que Pixar no va a dejarse quitar el liderazgo que tanto le ha costado y ofreció un hermoso reciclaje temático: Buscando a Dory (Finding Dory), de Andrew Stanton y Angus MacLane.
Si bien goza de grandes ventajas de estilo y profundidad a su favor, su fondo y forma le debe mucho a Buscando a Nemo (Finding Nemo, 2003), de Andrew Stanton y Lee Unkrich, lo que le quita un par de puntos.
Ese enorme parecido con otra joya de Pixar no ha impedido que los críticos le dieran un respaldo de 94% y contabiliza unos $789 millones en la boletería alrededor de la Tierra.
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