Los golpes que da la vida pueden ser la razón para quedarse parado, pero los más osados hacen caso omiso de los problemas y a otra cosa mariposa.
La cantautora Natalia Lafourcade, así como sus padres, los músicos Gastón Lafourcade y de Maricarmen Silva Zurita, son de los que no se detienen, aunque los reveses opinen lo contrario.
Por ejemplo, un accidente que sufrió en el campo pudo ser el motivo para que no se volviera a poner de pie, pero tanto los suyos como esta mexicana no se dejaron, al punto de que está convencida de que aquel suceso colaboró a que hoy sea una artista exitosa.
Ella es terca, desde chica, por lo que le cuesta hacerle caso a los adultos, dijo en Medellín, ciudad colombiana, que visitó como invitada especial del Festival Gabriel García Márquez, que terminó el domingo pasado.
Lo comenta porque de niña, en vez de ir a almorzar con sus padres, como había sido la orden que le dieron, se fue a escondidas con una amiguita a montar a caballo.
Cuando intentaba subirse al animal, este se puso nervioso al no conocerla y en un segundo cambió su temperamento: la golpeó en la cara con tal fuerza, que la dejó inconsciente por varios minutos y con una cicatriz permanente en su rostro.
Los médicos pensaron que Natalia Lafourcade iba a experimentar daños graves y persistentes debido a lo hinchado que quedó su cerebro tras el golpe de un caballo: no podría caminar, ni ver, ni coordinar sus acciones más básicas como antes.
Luego de meses de dolorosas terapias e interminables rehabilitaciones, y después de estar sometida bajo severos medicamentos, su mamá decidió que “la música sería una manera para que sanara más rápido. Fue una herramienta útil para mí y sí creo en el poder de curación de la música”, manifiesta.
A punta de clases de guitarra, flauta y piano se fue aliviando, poco a poco, a la par que también la estimulaban con lecciones de baile, teatro y pintura.
“Los médicos le dijeron a mis padres que iba a tomar una medicina que me iba a volver como una autista o como una cabra loca, y bueno, me volví como una cabra loca. Me ponían un casco que me daba choques eléctricos en la cabeza, para despertarme todas mis funciones”, comparte quien ha colaborado con artistas como Reik, Control Machete, Sin Bandera y Miguel Bosé.
Entonces, adquirió una energía incalculable. “Me volvía loca en la escuela y en la casa. Cada año me cambiaban de colegio. Fui un desastre en la escuela. Fue cuando me agarré de la música para sanar. Gracias a esa experiencia soy ahora cantante”.
Claro que por esos días los temores la perseguían, una emoción que más tarde la llevó a escribir su tema Azul.
“Si puedo compartir algo importante, es que lo terrible es cuando uno va por la vida con miedo, porque te priva de la libertad, de la felicidad y de ver las cosas hermosas que pasan a nuestro alrededor. El miedo nos amarra las alas y la posibilidad de hacer cosas increíbles. Cuando tengo miedo pienso en que no vale de nada tener miedo”, plantea esta dama que impresiona por el hecho de ser una mujer madura en el cuerpo de una joven.
SEIS ACORDES
La meta de Natalia Lafourcade es que su música, de ser posible, forme parte de la banda sonora de la gente y piensa que si lo alcanza es el más grande reconocimiento que puede recibir.
Su anhelo es que sus canciones capturen el sentir de sus seguidores, pues está convencida de que la música ayuda a vencer la melancolía y el desamor.
En su caso, la decisión real y seria de ver la música como una forma de vida dice que ocurrió no hace muchos años. “Empecé mi carrera cuando tenía siete años y firmé mi primer contrato disquero”, indica quien de chica formó parte de bandas musicales como Twist.
Antes tenía una “disciplina extraña” que la conducía de un instrumento a otro y de un ritmo a otro, hasta que se encontró. Todo esto le permitió construir una inquietud que la llevó a realizar su primer disco, llamado como ella misma, en 2002.
Por entonces, aprendió seis acordes y con eso los fue mezclando entre sí y así elaboró sus piezas.
Su siguiente material en solitario ocurrió en 2005, Casa.
“Después me volví loca porque me fui a Canadá y allí encontré amigos que tocaban blues y folk con bandas que tocaban afrobeat más cosas clásicas”. Todo dio como resultado el EP (del inglés extended play) Las cuatro estaciones del amor (2006).
Más tarde trabajó con la música del compositor Agustín Lara en su álbum Mujer divina, (2012), y entonces entendió que la música “era lo que más amo y lo que más deseo hacer. Antes venía jugueteando, así como ciega y sin agarrar el toro por los cuernos”.
Tras Mujer divina se impone que en algún momento va a ser una concertista. “Para ello necesito mucho tiempo y se necesitan muchas horas de práctica, y tendría que dejar de hacer conciertos y a mí me encanta tocar en directo”, señala quien nació el 26 de febrero de 1984 en la ciudad mexicana de Coatepec.
‘HASTA LA RAÍZ’
En el 2015 grabó Hasta la raíz, por el que ganó el Grammy Latino en las categorías de canción del año, canción alternativa, Álbum de Música Alternativa, Ingeniería de Grabación para un Álbum y Grabación de Año.
Hasta la raíz habla de la relevancia de saber de dónde viene cada quien. “Nos define nuestra historia y nuestro pasado, y no podemos dejar eso atrás”, plantea la que se siente heredera de colegas suyas como Fionna Apple, Mercedes Sosa, Björk, Eli Guerra, Nina Simone y Violeta Parra.
Recuerda que había buenas vibras cuando ingresó al estudio de grabación para Hasta la raíz, que califica como una catarsis, pues las canciones de este disco giran en torno a sentimientos que ella experimentaba cuando escribía las canciones.
Aprovecha para compartir el porqué de otras piezas de ese disco. Por ejemplo, a Mi lugar favorito lo define como “una explosión de amor, luz y colores, y de lo que sucede cuando uno se está enamorando”.
Mientras que Antes de huir es un homenaje a la valentía de saber observar y encarar una situación que no se comprende y “que te hace sentir triste, que te da ganas de abandonarlo todo. La canción te reta a que no dejes algo antes de pensarlo”.
Ya no te puedo querer es sobre un tipo malvado que le rompió su corazón. Para qué sufrir es sobre cómo la alegría y el sentido del humor te colaboran a no ser una víctima. Y Palomas blancas la concibe como “una oración al universo, para no desconectarnos de la importante complicidad que debemos tener con la Tierra”.
JUAN GABRIEL
Tuvo la ocasión de ser huésped, en dos ocasiones, en la residencia del cantante y músico mexicano Juan Gabriel (1950-2016).
La invitó a su residencia en Cancún. La primera vez estuvo dos días y en la siguiente tres días. “Fue bastante hermosa la experiencia. Fue un regalo muy bonito tenerlo cerca, y aprender cosas de este valiosísimo ser humano. Tenía una gran capacidad de compartir con los demás sus conocimientos”.
Juan Gabriel le propuso que fuera consciente de quién era Natalia Lafourcade. “Me dijo que escuchara mi voz interna, aunque estuviera desafinada y sonara todo feo. Me dijo que saliera de mi zona de confort cada vez que pudiera y así me iba a encontrar con cosas increíbles, que eso me iba a ayudar a conocerme y a encontrar cosas muy valiosas”.
De forma constante, sus proyectos y su andar lo hace a partir de lo que le recomendó Juan Gabriel.