La primera vez que el cantautor Rubén Blades (Panamá, 1948) pensó en dedicarse al universo creativo tenía unos nueve años.
Aquel sueño inicial ocurrió después de ver por televisión la presentación del cantante y compositor de rock y blues Frankie Lymon, quien junto al grupo los Teenagers obtuvo un sonado éxito con la canción Why Do Fools Fall in Love?
Luego, el propio Blades experimentaría las mieles del triunfo, tanto en la música como en la actuación, más una estancia por la política nacional, facetas que le han permitido ser una de las figuras latinoamericanas más relevantes e influyentes de los últimos 50 años.
El autor de piezas clásicas como Pedro Navaja y Siembra confiesa que nunca ha pensado en términos de si ha conseguido sobresalir o no dentro del ámbito artístico.
“El amor por el arte no tiene fecha de inicio o de expiración. Simplemente se produce, se renueva y se transforma”, explica Blades, quien ofrecerá en la ciudad capital un concierto el miércoles 25 de noviembre.
Sobre el recorrido rítmico que compartirá con el público en el concierto que brindará en la discoteca Latitud 47, señala que serán “ejemplos musicales que abarcan a toda nuestra carrera”.
Promete que reinará un ambiente de intimidad con el público, lo que permitirá “poder conversar con la audiencia con mayor soltura, cosa que no puedo hacer por cuestión de tiempo en presentaciones masivas”.
El ganador de más de un Grammy desea “explicar con más calma las letras de las canciones y narrar anécdotas y experiencias que informan sobre todo mi trabajo de varias décadas”.
'ESCRIBIR NO ES FÁCIL'
Rubén Blades asegura que todavía posee la misma curiosidad por los distintos linderos que ofrece la vida que experimentó cuando en 1969 publicó su álbum De Panamá a New York, con el maestro Pete Rodríguez, disco que le fue abriendo las puertas al imperio de la salsa, un género del que pronto se convertiría en uno de sus monarcas junto a otras leyendas de la Fania.
A continuación Blades, quien será protagonista de un documental firmado por Abner Benaim, conversa sobre su labor musical más reciente (Son de Panamá junto a la Orquesta de Roberto Delgado), su faceta como actor en la serie de televisión Fear The Walking Dead (spin-off de The Walking Dead) y su labor como compositor.
PROCESO MISTERIOSO
-¿Qué cantautores piensa que tienen un espíritu parecido al suyo?
No conozco suficientes como para comparar. Creo que cada cual tiene su motivación. Hay canciones que nos emocionan y otras no. Creo que la razón de cada cantautor para hacer lo que hace es compleja. Equipararse con otros me parece inadecuado por eso.
-¿Cómo se gesta una canción en la mente de un músico como Rubén Blades?
Puede ser por la lectura, por la observación de un hecho o como protagonista del mismo.
-De todas las situaciones que aparecen en sus canciones, ¿cuáles le ha costado más escribir?
Todas son difíciles. El proceso es misterioso e imprevisto. Escribir no es fácil.
EXPRESIÓN ESPIRITUAL
-¿Con qué virtudes identificaría usted a la música?
Es una expresión espiritual que representa lo más puro del ser humano. Las emociones que puede producir son innumerables. Demuestra nuestra capacidad para ofrecer algo abstracto, de manera que produzca empatía, solidaridad, amor, alegría e identificación con los demás.
-¿La finalidad de la música debe ser el entretenimiento o se le debe también exigir un compromiso con la realidad?
Eso dependerá del punto de vista del artista. Hay suficiente espacio para ambas manifestaciones. No se exige nada. Se entrega lo que se puede o se considera necesario. Hay momentos para la pasión y hay momentos para la reflexión. Ofrezco ambos.
‘MI TRABAJO ES UNO’
-¿Cuánto pasa lo uno, entretenimiento, y lo otro, el compromiso, hoy en el mercado de la música de América Latina?
La oferta es numerosa. El compromiso con la realidad en muchas ocasiones asusta, o no es considerado como positivo por la radio comercial. Cada cual oye lo que quiere. Hoy creo que la radio comercial, y la mayoría de los artistas, apuestan a las letras de amor, a lo “comercial” y a lo que no vaya a crear polémica.
-¿Qué temas de su carrera siente más representativas de su imaginación como artista?
Mi trabajo es uno. La representatividad de una obra descansa precisamente en el cúmulo de la producción, no en los temas que recibieron mayor apoyo comercial. Nadie sabe cuál tema que se escribe sobrevivirá. Hay temas mejor expresados que otros. Prefiero que sea el público y no yo quien los determine. Siempre me ha gustado lo que he hecho, aunque pueda identificar sus debilidades. Siempre hay letras que se hubiesen podido hacer mejor, pero no por eso resultan menos sinceros.
-En términos musicales y temáticos, ¿qué resaltaría de Son de Panamá con Roberto Delgado, su disco más reciente?
Roberto Delgado es uno de los mejores músicos con los que he trabajado. Es excelente como músico, excelente como arreglista y excelente compañero de trabajo. Su orquesta es una de las mejores bandas con las que he tenido el placer de compartir tarima. Es una banda panameña y eso me produce un especial placer.
-Usted que ha sido un defensor de los derechos humanos, ¿cómo se sintió en la piel de Daniel Salazar (personaje en ‘Fear The Walking Dead’), un hombre que en el pasado fue un victimario?
-Soy un actor. Mi trabajo es encontrar la humanidad en todo personaje que interpreto y en entender que en cada persona existe una complejidad de características. A un asesino en serie de pronto le gusta leer las cómicas del Pato Donald o le gustan los perritos. La interpretación maniquea del mundo es algo, en mi opinión, absurdo. Daniel Salazar es una persona distinta, con una realidad diferente, producto de necesidades.
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