El director y guionista Steve McQueen (Londres, 1969) tiene un pulso especial para contar sus historias desde una mirada que combina la libertad del cine independiente con un lenguaje que aspira a ser accesible.
Su ópera prima, el drama carcelario Hunger (1992, Irlanda), que obtuvo el Premio Cámara de Oro en el certamen “Un Certain Regard”, en el Festival de Cine Cannes, ya mostraba a un artista capaz de experimentar con imágenes hermosas y seductoras, en este caso, concentradas en narrar una trama que evidenciaba que los lados que unen y separan a la justicia de la injusticia son más delgadas y complejas de lo que uno cree.
Con el drama erótico Shame (2011, Reino Unido) exploró la sexualidad y la soledad de seres incapaces de ser felices, personas condenas a sufrir en medio de una sociedad que los estimula en exceso, con un Michael Fassbender que era la reencarnación de Marlon Brando.
Su coronación ocurre con 12 años de esclavitud (2013, Estados Unidos), que abordó con crudeza temas que nunca, tristemente, dejarán de ser actuales: la esclavitud, el abuso de poder, el machismo, la marginación y el racismo.
Este drama, basado en hechos reales y que ocurre durante el siglo XIX, gana tres premios Óscar: mejor película, guion y actriz secundaria (una inmensa Lupita Nyong’o).
De rutinario, nada
Después se dedicarse a cortometrajes y a la publicidad, Steve McQueen retorna con la que parece ser, en una tramposa apariencia, su largometraje más convencional: Viudas (2018, Reino Unido), que evidencia cómo debió hacerse una serie como Charlie’s Angels o un largometraje como Ocean’s 8 (2018).
Viudas, a simple vista un rutinario filme sobre un atraco a cargo de mujeres que perdieron a sus ladrones esposos en un acto criminal confuso, tiene una fuerza sin cuartel y un ritmo poco habitual dentro del thriller criminal comercial.
Es una producción que complace a los amantes de los robos, y de paso a esos productores que solo piensan en la plata que debe retornar. Es un ejemplo que una película de presupuesto medio (42 millones de dólares) y repleta de estrellas, sí puede combinar las bondades del cine inteligente con los recursos del séptimo arte tradicional.
Aunque en el fondo Viudas usa el subgénero de robos y atracos para criticar a la corrupción política, el estereotipo de la mujer como una figura débil e inútil, la crueldad de los desalmados, la bondad entre los que están contra la pared, los claroscuros y la hipocresía de la democracia y la religión.