El agua es la sangre de la Tierra

El agua es la sangre de la Tierra


El documental peruano Hija de la laguna vino a su director Ernesto Cabellos Damián como si fuera mandato de una fuerza superior.

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El cineasta, de a poco, supo la necesidad de compartir la visión del planeta tal cual lo observa Nélida.

Esta campesina de los Andes peruanos “le habla a unas lagunas en Cajamarca a las que considera su madre y sale a defenderlas cuando las siente amenazadas.

Esa espiritualidad de considerar como seres vivos a las montañas y al agua, me resultó fascinante. Y la determinación de estudiar leyes, combinando lo espiritual con lo práctico de hacer justicia, terminó cautivándome”, dice Cabellos Damián, quien presenta su película en el quinto Festival Internacional de Cine de Panamá.

Nélida llevó a cabo “un hermoso cortometraje documental en un taller de video que mi casa productora apoyó en la ciudad de Cajamarca. En él hablaba con nostalgia de la vida que perdieron los ríos de la región donde vive”, agrega sobre el personaje de su largometraje, que se proyecta hoy lunes 11 de abril, a las 9:30 p.m., en el teatro Anita Villalaz.

Cabellos Damián conoció a Nélida un par de años después, durante la investigación de su proyecto. “Fui descubriendo mientras conversábamos y le compartía las ideas que tenía, que ella tenía algo que yo jamás podría dar a un documental: una visión del mundo totalmente distinta a la mía, que consideraba al agua como la sangre de la Tierra, sin la cual ningún ser viviente tendría vida”, plantea.

Al inicio, tuvo la intención de ser el narrador del documental y tener a Nélida como estelar. Después se dio cuenta de que “su voz emergía con tal potencia que para hacer Hija de la laguna solo bastaba poner mi oficio como documentalista para construir un relato con ella como narradora y protagonista”.

SOBRE EL DERECHO DEL ACCESO AL AGUA

Nélida terminó de estudiar leyes y prepara su tesis para obtener su título como abogada sobre la contaminación de las fuentes de agua, indica Ernesto Cabellos Damián, director de Hija de la laguna.

Cuando le pidió que fuera la protagonista de su película, Nélida dudó al inicio, pues sabía que dar la cara puede ser de cuidado.

En el Perú, en los últimos 10 años “han asesinado a líderes que defienden causas medioambientales. Fue muy intenso presentar previo al estreno el documental completo a la familia de Nélida. Sintieron el peligro de exponerla, pero al mismo tiempo la necesidad de contar la historia. Eso fue hermoso, conocer los riesgos y seguir adelante, porque sientes que la causa que defiendes es más grande y no la puedes defraudar”, resalta Cabellos Damián, quien responde el resto de estas preguntas.

-¿Es posible hablar de minería verde en Perú?

Es posible, y es deseable. El mensaje del documental no es contra la minería, sino por una nueva minería con el menor impacto ambiental y social posible, consultando a las comunidades, ordenando el territorio. Es muy difícil que sea una actividad completamente ecológica y segura, algo imposible si es a tajo abierto, pero la idea es repensar el modelo, porque las zonas mineras en el Perú siguen siendo las más pobres, con los mayores índices de desnutrición infantil, lo que evidencia que no está funcionando.

-¿Hay acceso al agua en las áreas rurales de Perú?

El problema del agua en Perú es grave y no se habla lo suficiente. El cambio climático es un hecho y los organismos oficiales estiman que en 40 años Perú tendría el 60% del agua que tiene hoy. Los glaciares de los Andes se descongelan y se comprometen fuentes de agua por la actividad extractiva. La costa peruana es ya un desierto en su mayor extensión, donde se encuentran las ciudades más pobladas, incluyendo Lima, la segunda ciudad más grande del mundo ubicada en un desierto después de El Cairo. Se requiere una planificación a nivel nacional urgente. El acceso al agua es un problema global.

-¿Cuál es la situación de los derechos de la mujer indígena y campesina?

Son muy frecuentemente vulnerados. Lo peor de todo es que son invisibles para las autoridades y para mucha población urbana. En el documental salen dos ejemplos de mujeres luchadoras, Nélida y Máxima, que fruto de la vulneración de sus derechos, se empoderan y alzan su voz. Como ellas, hay muchas más y son de una fuerza inspiradora extraordinaria.

-¿Cómo reaccionó la empresa Yanacocha (explota la mina de oro más grande de Latinoamérica, ubicada en Cajamarca, Perú) cuando supo de la película?

Durante la filmación, su fuerza de seguridad privada nos hostigó. Nos filmaron todo el tiempo, nos dificultaron el acceso a las lagunas de Conga, nos mostraron para intimidarnos sus armas. Cuando lanzamos el documental, no hubo ninguna reacción pública ni comunicado oficial directo. Pero la prensa amiga de la minera nos atacó duramente tildando al documental de “manipulador”, “rojo”, etc.

-¿Cuál fue la reacción de las otras empresas?

Al igual que Yanacocha, las otras empresas tampoco reaccionaron, al menos de forma institucional. Sí hubo reacciones de periodistas claramente posicionados en favor del extractivismo, pero gracias al poder de las redes, eso tuvo un efecto boomerang. Posteamos esos comentarios y la gente respondía con mucha solidaridad y promocionaba el documental. El poder de la gente es más grande que el poder del dinero.

-¿Qué es el proyecto Minas Conga?

Es una ampliación de las explotaciones de la mina Yanacocha, que opera en la región de Cajamarca desde hace más de 20 años. Supone vaciar al menos tres lagunas, para extraer oro y cobre, convirtiendo una de ellas en depósito de relaves, que son los desechos mineros. Es una explotación a tajo abierto, que es de las más dañinas para el medio ambiente. Se hizo, como corresponde por ley, un estudio de impacto ambiental, pero los resultados son ambiguos y en cualquier caso el proyecto ha seguido avanzando. No se cuenta con licencia social y no se ha hecho una consulta previa a las comunidades afectadas. La minería no es mala por definición, pero debe hacerse solo en ciertos territorios y con aprobación de las poblaciones afectadas. En el caso de Conga, se afectarían cabeceras de cuenca: fuentes de agua a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar que ayudan a llevar agua a través de ríos y canales subterráneos a decenas de poblaciones y canales de cultivo.

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