Cuando Aaron Zebede cumplió 20 años pensaba que llegar a las cinco décadas era algo lejano.
“Pensé que faltaba mucho tiempo. Era mentira”, dice el actor y director panameño Aaron Zebede, que cumplirá 50 años este mayo, dos meses después del stand-up comedy Turning 50, que presentará este 30 y 31 de marzo en el Teatro en Círculo.
-¿Por qué el ‘stand-up comedy’ tardó en ser un recurso habitual en Panamá?
-Por la falta de ejemplos. Creciendo en Panamá tuve la oportunidad de conocer y ver en persona a muchos cuentachistes, pero no recuerdo haber visto monólogos stand-up. Es algo totalmente diferente, ya que prácticamente es una obra de teatro en sí. En los últimos años he visto a algunos actores atreverse a practicar el stand-up como Andrés Morales y Winnie Sittón, y viéndolos es como he podido decir: ‘yo también quiero hacer eso’. Contar chistes es un talento. Para hacer stand-up necesitas, además, ser buen actor. No es lo mismo pararte a contar 40 chistes que contar un solo chiste que dura 40 minutos.
-¿Cómo se construye la rutina cómica?
El primer paso fue decidirme por un tema central. Llegar a los 50 y todo lo que eso implica. Luego dividí el tema en capítulos: salud, sexo, economía, amor, etc., y a cada tema le dediqué 10 minutos. Escribirlo fue fácil y divertido. Aprendérmelo ya es otra cosa.
-¿Qué valor tienen los gestos y la improvisación?
Es una combinación de muchas cosas. Una mueca, un movimiento de brazos o una mirada te ayudan mucho a contar la historia. Yo trato de tener casi el 80% del material que voy a decir ya preparado. El otro 20% dejo que el público me lleve hacia donde quiere llevarme.
-¿Un comediante se forma o nace?
Hay que tener algo de talento natural. Pero el hacer reir a la gente tiene también mucho que ver con el timing de la entrega del chiste o situación. Mis 30 años de experiencia haciendo teatro me ha enseñado a perfeccionar ese arte del timing. No es lo mismo una pausa de dos segundos que una de cinco.
-¿Todo tema o situación da para hacer un chiste?
Toda situación puede llegar a ser jocosa. La vida real es la clave. Lo que me ha pasado a mí, le pasa a casi todo el mundo. Y si el público se ve identificado, se ríe.
-¿Los 50 años son como te lo imaginabas?
En cuanto a poder valorar la experiencia, sí. Cuando iba por los cuarenta y tantos pensaba en que todos esos achaques que le da a la gente que llega a mi edad, a mí nunca me iban a dar. De repente cumplí 49 y vino el aviso: Ya no veo, ya no me acuerdo de nada, todo me duele, etc. Pero de alguna manera es cómico y me puedo reír de mí mismo. De eso se trata el stand-up.
-¿Dan miedo los 50 años?
Me ha hecho contactarme con mi propia mortalidad. Y darme cuenta de que las cosas que aún me faltan por hacer más vale que las haga rápido y dejar de pensar que ‘algún día lo haré’. Ya no hay mucho tiempo.
-¿Existe la crisis de los 40 o la crisis de los 50?
Por alguna razón mi crisis me dio cuando cumplí los 30. Eso fue un desastre de cumpleaños. Después de esa me prometí a mí mismo no caer en eso de nuevo.
“Pensé que faltaba mucho tiempo. Era mentira”, dice el actor y director panameño Aaron Zebede, que cumplirá 50 años este mayo, dos meses después del stand-up comedy Turning 50, que presentará este 30 y 31 de marzo en el Teatro en Círculo.
-¿Por qué el ‘stand-up comedy’ tardó en ser un recurso habitual en Panamá?
-Por la falta de ejemplos. Creciendo en Panamá tuve la oportunidad de conocer y ver en persona a muchos cuentachistes, pero no recuerdo haber visto monólogos stand-up. Es algo totalmente diferente, ya que prácticamente es una obra de teatro en sí. En los últimos años he visto a algunos actores atreverse a practicar el stand-up como Andrés Morales y Winnie Sittón, y viéndolos es como he podido decir: ‘yo también quiero hacer eso’. Contar chistes es un talento. Para hacer stand-up necesitas, además, ser buen actor. No es lo mismo pararte a contar 40 chistes que contar un solo chiste que dura 40 minutos.
-¿Cómo se construye la rutina cómica?
El primer paso fue decidirme por un tema central. Llegar a los 50 y todo lo que eso implica. Luego dividí el tema en capítulos: salud, sexo, economía, amor, etc., y a cada tema le dediqué 10 minutos. Escribirlo fue fácil y divertido. Aprendérmelo ya es otra cosa.
-¿Qué valor tienen los gestos y la improvisación?
Es una combinación de muchas cosas. Una mueca, un movimiento de brazos o una mirada te ayudan mucho a contar la historia. Yo trato de tener casi el 80% del material que voy a decir ya preparado. El otro 20% dejo que el público me lleve hacia donde quiere llevarme.
-¿Un comediante se forma o nace?
Hay que tener algo de talento natural. Pero el hacer reir a la gente tiene también mucho que ver con el timing de la entrega del chiste o situación. Mis 30 años de experiencia haciendo teatro me ha enseñado a perfeccionar ese arte del timing. No es lo mismo una pausa de dos segundos que una de cinco.
-¿Todo tema o situación da para hacer un chiste?
Toda situación puede llegar a ser jocosa. La vida real es la clave. Lo que me ha pasado a mí, le pasa a casi todo el mundo. Y si el público se ve identificado, se ríe.
-¿Los 50 años son como te lo imaginabas?
En cuanto a poder valorar la experiencia, sí. Cuando iba por los cuarenta y tantos pensaba en que todos esos achaques que le da a la gente que llega a mi edad, a mí nunca me iban a dar. De repente cumplí 49 y vino el aviso: Ya no veo, ya no me acuerdo de nada, todo me duele, etc. Pero de alguna manera es cómico y me puedo reír de mí mismo. De eso se trata el stand-up.
-¿Dan miedo los 50 años?
Me ha hecho contactarme con mi propia mortalidad. Y darme cuenta de que las cosas que aún me faltan por hacer más vale que las haga rápido y dejar de pensar que ‘algún día lo haré’. Ya no hay mucho tiempo.
-¿Existe la crisis de los 40 o la crisis de los 50?
Por alguna razón mi crisis me dio cuando cumplí los 30. Eso fue un desastre de cumpleaños. Después de esa me prometí a mí mismo no caer en eso de nuevo.