Claudia Abend y Adriana Loeff tenían treinta y pocos años cuando desarrollaron el documental La flor de la vida (Uruguay), una mirada sobre los pasos de un tiempo que nunca se detiene.
“La flor de la vida nació como una exploración de los sentimientos, de las contradicciones, de la mirada del mundo cuando llegamos a la vejez. El camino obvio era conversar con adultos mayores que pudieran hablar con nosotras sobre las decisiones, los arrepentimientos, la vida, desde ese lugar”, explica Abend.
Todo arrancó, recuerda Adriana Loeff, con investigación: contactando con gente y en la búsqueda de casos. “En determinado momento nos pareció que estábamos un poco atrapadas. Y se nos ocurrió poner un aviso en el diario que decía: “Si Ud. tiene más de 80 años y quiere contarnos su historia, llámenos”.
Aquel día el teléfono no paró de sonar. “Estaba lleno de gente mayor con muchas ganas de ser escuchada y cada charla que teníamos, cada persona que conocíamos, nos parecía oro. Entonces se nos ocurrió convocarlos a todos a una sala de teatro vacía en Montevideo, con una silla y una cámara, y hablar con ellos sobre todos estos temas”.
En esas andaban cuando una colega de Claudia Abend le habló de Aldo, el papá de una amiga suya, “como un hombre inteligentísimo, carismático y polémico. Y cuando llamamos a su hija para ver si le parecía bien invitar a su padre a este rodaje, ella nos dijo: ‘miren que el verdadero personaje es mi madre Gabriella”.
Así fue como conocieron a esta pareja, y su historia fue la trama de La flor de la vida, que se proyecta el 9 de abril, a las 6:30 p.m., en el Salón Ricardo J. Alfaro, del Ministerio de Relaciones Exteriores, como parte del Festival Internacional de Cine de Panamá.
Claudia Abend espera que La flor de la vida conecte con el público, “que se conmuevan con esta historia de amor y desamor tan universal. Y esperamos ver buenas películas, y también reencontrarnos con colegas y amigos”.
"El documental se rodó en Montevideo, donde Aldo y Gabriella vivían en aquel momento: ellos son italianos que vivieron medio siglo en Venezuela y de hecho ahora viven en Chile. El rodaje duró casi cuatro años", explica Claudia Abend.
"Nuestro estreno mundial fue en IDFA, en Amsterdam, y luego estuvimos en varios festivales, como el True/False Film Fest, el Docs Barcelona, Ambulante y muchos otros. En É Tudo Verdade, en Brasil, recibimos un premio especial del jurado, y en el Festival de Málaga el premio del público a mejor documental", indica Adriana Loeff.
Lo hecho
Un obstáculo por saltar en la carrera era saber qué opinaron la pareja y sus familiares al ver el documental.
Adriana Loeff relata que Aldo y Gabriella habían visto poco de la película hasta que estuvo terminada, “en parte porque en las últimas etapas ya no estaban en el país. Y teníamos un poco de miedo. Terminaron siendo muy abiertos, contándonos cosas muy íntimas, dejándonos filmar en momentos muy increíbles. Y empezamos a preguntarnos si no les lastimaría ver esta película, verse a sí mismos a lo largo de los años —la peli tiene muchísimo material del archivo familiar—, ver lo que pasó con su relación. No sabíamos si sería mejor para ellos verla juntos o por separado”.
Las cineastas viajaron a Chile especialmente para proyectar La flor de la vida junto a ellos. Claudia Abend comparte que Aldo y Gabriella pidieron verla juntos, "y cuando llegamos estaban ellos, su hijo, su nuera y varios nietos… no sabíamos cómo iba a caerles. A lo largo de la proyección escuchamos risas, comentarios internos entre ellos, momentos un poco más tensos. Y cuando terminó, fue muy fuerte conversar sobre lo que vieron, sobre cómo les hacía sentir, en fin. Fueron muchos años de sus vidas, y también de las nuestras. Creo que se sintieron comprendidos y cuidados".