Marie Laurel Céréde, directora creativa de joyería y relojería de la maison Cartier, tuvo ante sí la aventura de reeditar su inconfundible anillo Trinity, presentado al mundo hace cien años. La “hazaña” fue elaborar una pieza contemporánea acorde con la dimensión de su grandeza, pues se trata de una joya que desde el principio marcó distancia con los estándares de su época.
Y que es más bien el preludio de la joyería moderna hasta constituirse en el icono inicial de esta casa francesa.
Esta prenda tiene un valor fundamental en el relato de Cartier. Una maison edificada por tres hermanos, Louis, Pierre y Jacques, que obtuvo por este anillo la consagración de sus tres boutiques históricas, las de Londres, París y Nueva York.
Decir Trinity de Cartier es deleitarse con una de las piezas de joyería más exquisitas de todos los tiempos. Lleno de nobleza por donde se le mire, el diseño original se inspira en la diversidad. En sus tres anillos de color, amarillo, rosa y blanco, se genera una hermosa partitura.
Tal armonía de tonos termina siendo un homenaje al amor en todas sus facetas. Desde Cartier dicen que al amor filial, al familiar, al conyugal, al infinito, al indefinido, al que solo es posible entre amigos…
De manera que el anillo Trinity recoge un legado centenario, y por tal motivo, Marie Laurel Céréde sostiene ahora que “la sola idea de reinventar Trinity de Cartier, ícono por excelencia, parecía casi irrisoria, una hazaña imposible”.
Pero el reto “intrigaba” a la maison, que sin imponerse la obligación de producir un resultado “a toda costa”, decidieron que “si un nuevo diseño despertaba nuestro interés, nos dedicaríamos a él sin moderación”, comenta. Y aunque había el riesgo de que nada los “convenciera”, se fijó el acuerdo de no forzar ninguna situación.
El diseño de tres oros para tres anillos independientes pero inseparablemente entrelazados trazó el camino a seguir en esta expedición, enmarcada además por la emoción que surge en la rotación de cada aro.
“Guiados por estos valores sagrados, quisimos captar la esencia original mediante una fórmula exclusiva y aun más creativa”, puntualiza Marie.
Fue sobre aquellos pilares, intuyendo además que la hazaña era posible, que empezó el proceso creativo del Trinity 2024. Menciona Marie que “este nuevo diseño exigía un enfoque a la medida”, por lo que esta vez en lugar de iniciar con boceto, trabajaron el volumen a mano: “amasando, enrollando y comprimiendo el material” para definir “una dirección creativa”.
En adelante, para “gran sorpresa de la maison”, fue surgiendo una forma nueva e inesperada. Marie la describe como “un círculo cojín”. Después de identificada la forma, profundiza, faltaba definir sus proporciones ideales. “Con la delicadeza de un tallador de piedras fuimos retirando capa tras capa de una décima de milímetro de grosor. Un trabajo extremadamente preciso”.
La llegada, que en realidad es el comienzo de otra pieza tan centenaria como icónica, se aprecia en un anillo con otros volúmenes. Aros más finos y de mayor amplitud. La maison los aumentó hasta un total de diez, y los ha diseñado en diferentes presentaciones: acanalados, facetados y gallonados.
La celebración de estos cien años incorpora la reedición de la sinigual pulsera XL, inspirada en el anillo icónico y presentada en el año 2000.
La aspiración de Marie con este nuevo anillo Trinity es lograr una edición modular en cuanto a un enfoque contrapuesto de diseño, de primero construcción y luego deconstrucción. Aparecieron así los aros entrelazados en un mismo anillo, y simultáneamente sus formas infinitas.
Su poder es el de fusionar el día para llevarlo con sobriedad, y la noche, cuando libera un brillo dorado que se amalgama con la soberbia de un diamante.
Descubra las piezas de la icónica colección Trinity en la Boutique Cartier
