El Arco atractivo del Casco

El Arco atractivo del Casco


La historia arquitectónica de muchas ciudades latinoamericanas ha sido definida por catástrofes naturales, terremotos, huracanes, volcanes. En Panamá, donde no pasan huracanes y donde hubo un solo sismo importante (en 1621) durante todo el periodo colonial, el azote –el gran terror colectivo– eran los incendios: tanto en Panamá la Vieja como en la Nueva, los edificios estaban construidos primordialmente de madera. En el siglo XVIII hubo tres incendios memorables, nunca olvidados.

Iglesia del Convento de Santo Domingo

La iglesia está en la esquina entre la avenida A y calle Tercera. Según el historiador Juan B. Sosa, en la vieja ciudad de Panamá, los dominicos ya tenían su casa religiosa. “En el año 1571 llegó a esa ciudad, procedente del Perú, fray Domingo Pérez con otros tres religiosos de la cofradía con el propósito de fundar el convento. Compró por 3 mil pesos, que le prestó un vecino nombrado Jerónimo Suárez, una casa con su huerta, comenzando en ese sitio la erección de los modestos edificios destinados a la iglesia y a casa de habitación de los frailes”.

En 1671 se quemó la ciudad de Panamá la Vieja. Al finalizar el ataque se nombró un nuevo gobernador, Antonio Fernández de Córdoba y Mendoza (1671-1673), quien encontró la ciudad prácticamente en escombros. Al reunirse con las autoridades y pobladores del lugar, decidió mudarla a lo que se conocía como el Sitio del Ancón, actualmente Casco Antiguo.

Los frailes dominicos se establecieron en su respectivo solar en el nuevo emplazamiento de la ciudad, y construyeron una capilla donde por primera vez se oyó misa en 1675. Tres años después ya habían construido la iglesia y el convento de Santo Domingo en la calle que llevaba el mismo nombre.

Los dominicos vivían dentro de los patios y se dedicaban a rezar el rosario y a caminar alrededor del claustro meditando sobre la vida del santo patrono que fundó la orden. Además, los patios servían de lugares de congregación para conversar y cuidar de sus

huertos.

La iglesia de Santo Domingo es un ejemplar de arquitectura religiosa del siglo XVIII. En sus primeros años fue uno de los mayores y más suntuosos templos de Panamá. Las órdenes religiosas disponían de muchos recursos, lo que se veía reflejado en las decoraciones de interiores, las estatuas, los cuadros, el mobiliario, el techo y mucho más. Debido a ello, los incendios de 1737 y 1756 fueron desoladores.

Capilla del Rosario

La Virgen del Rosario es una de las devociones más grandes que profesaban los dominicos. El altar del actual Museo de Arte Religioso Colonial es hermano del altar de oro de la iglesia de San José. Las láminas finas de oro se adherían a la madera con cola de conejo. Con una punta de ágata bruñían las hojillas de oro para que quedara con la forma de la madera tallada.

La Virgen del Rosario y los dos querubines de cada lado son originales del altar. Las otras figuras son posteriores. La imagen titular es la de Santo Domingo. Se identifica por el hábito blanco y negro y el perro. Tiene una cripta donde yacen los restos mortales de curas y personajes prominentes de la época. Actualmente exhibe piezas de otras iglesias del interior del país, incluyendo objetos de las iglesias de Parita, de La Villa de Los Santos, de San Francisco de la Montaña y de San Felipe de Portobelo, entre otras.

En Quito, Ecuador, muchas de las imágenes las fabrican sosteniendo un granito rojo que es una semilla de la granada. Se dice que “las bendiciones divinas eran múltiples como la semilla de una granada”, explica Orlando A. Hernández, coordinador nacional de museos del Inac. Continúa comentando que “por el estilo, deducimos que los artistas eran ecuatorianos, de la escuela quiteña, que vinieron e hicieron el altar o a lo mejor hasta lo hicieron en Quito y se lo trajeron en piezas acá”. No sabremos a ciencia cierta porque los incendios quemaron todos los documentos.

Arco Chato

Lo más destacado de las ruinas lo constituye el arco rebajado conocido como el Arco Chato. Este es de tres puntos y su fabricación, de ladrillos pequeños como se elaboraban en la época.

Mide 50 pies de largo por 35 de alto. Es admirable que permanezca erigido por más de 300 años. A pesar de su forma, el Arco Chato resistió las inclemencias del tiempo hasta el viernes 7 de noviembre de 2003, cuando colapsó en horas de la noche. Los restauradores le pusieron una viga de metal por dentro y lo revistieron del material original.

Sostenía una estructura de madera que era el coro de la iglesia. El Arco Chato era parte de la iglesia que estaba abierta a todos. Con el fuego, la estructura desapareció y el arco quedó, desafiando las leyes de la gravedad.

Tenía varias entradas laterales. A su alrededor había un taller de carpintería, una barbería y unos baños públicos, describe Hernández.

Imagínese los altares laterales, el techo decorado, las estatuas, el arte. Lo que vemos es la mitad del esqueleto del edificio, una sombra de lo que fue. (Fuentes: 'El Casco Antiguo de la Ciudad de Panamá’ de Cultura Metropolitana, ‘Arquitectura Panameña: Descripción e Historia’ de Samuel A. Gutiérrez, ‘Panamá: El Casco Antiguo’ de Publicación Editart S.A.)

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