Quizás sea su forma de ver la vida o de trazar escenarios positivos para lo más pequeños. Lo cierto es que para la autora istmeña Emelia Manuela Alemán (mejor conocida como Madelag), la escritura y la niñez son parte sustancial de su identidad.
Este 14 de julio, a sus 96 años, la creadora de numerosos cuentos infantiles será homenajeada por la Oficina del Plan Nacional de Lectura del Instituto Nacional de Cultura, conjuntamente con la Biblioteca Nacional y la Academia de Literatura Infantil y Juvenil, en elogio a su obra, franca y emotiva.
En el acto, que se iniciará a las 10:00 a.m. en la sala múltiple de la Biblioteca Ernesto J. Castillero, la acompañarán sus familiares, amigos y varios niños lectores de sus aventuras, quienes a su vez encarnarán a algunos de sus personajes más expresivos: Juancito, el de la voz de trueno, o quizás al gnomo Tilín, tan apegado a las rosas.
Emelia Manuela Alemán Zubieta se inició como autora en 1941. Comenzó como cronista de sociedad para el diario El Panamá América, en donde dos años más tarde publicó sus primeros cuentos. La página infantil de Madelag se imprimía con dibujos y manualidades para los pequeños lectores.
Para Madelag, también llamada Manuelita por sus allegados, la inspiración provenía de los niños del barrio y los canillitas concurrentes en las cercanías de su trabajo.
“Eran mis amigos”, recuerda la autora con claridad, a pesar del tiempo transcurrido sobre su menuda figura y cabellera nívea.
Los cuentos de Madelag fueron difundidos en la emisora Red Panamericana y luego en RPC Radio, con alcance hacia el interior del país, complementado por otras actividades, como lectura de poesías y una tómbola que premiaba con cinco dólares por titular sus escritos.
Y es que para la autora, los niños tienen un papel preponderante en su obra, pues más que lectores destacaron como parte de su labor creativa y los hizo copartícipes de su ingenio.
SIETE DÉCADAS HECHAS DE FANTASÍA
Los pequeños amigos de Emelia Alemán Zubieta, Madelag, se convirtieron en fuente de inspiración.
Sin embargo, confiesa la autora, fueron sus tres hijos -Meli, Javier y Edna- su principal iluminación.
“Eran pequeños, y al igual que a los otros chicos, les daba 15 centavos por sus ideas”, afirma la escritora, interrumpida por su hija menor, Edna de la Guardia, quien asegura que sus honorarios únicamente alcanzaron los 10 centésimos.
Se trataba de una época elemental en que concibió algunos argumentos insólitos: mundos con flores del mismo color, telares desdeñados o la tremenda discusión entre los folclóricos Tío Conejo y Tío Tigre.
En 1946, Madelag se inició como relacionista pública en la empresa privada.
Su página infantil, en tanto, cambió de alojamiento y pasó a imprimirse en La Estrella de Panamá.
Madelag recuerda que su vida tomó varios rumbos, aunque la escritura siempre estuvo presente.
En 1956, su esposo Oscar de la Guardia fue nombrado embajador de Panamá en Uruguay, en donde pasó los siguientes años.
“Fue ahí cuando comencé a escribir Rombos”, agrega la autora, sobre su obra que en 1958 alcanzó mención honorífica en los premios literarios Ricardo Miró.
Se trata de un cuento escrito “lejitos de casa, pero con mucho amor”, dice Madelag, quien cataloga este libro como una pieza “semi infantil”, como entonces lo eran sus hijos.
A su retorno a Panamá, durante la década de 1960, fue directora promocional para el entonces Instituto Panameño de Turismo.
Años más tarde, también brindó su apoyo en la elaboración del semanario infantil Tilín Tilín, promovido por el Despacho de la Primera Dama.
En su haber profesional, Madelag o Manuelita, como le dicen sus amistades, continuó activa en el ámbito periodístico. Rememora haber sido socia fundadora del Sindicato de Periodistas de Panamá.
Su única novela, La casa cuenta su historia, narra las vivencias de sus años de infancia en el caserón ubicado en San Felipe, cuya fachada sigue en pie y se encuentra protegido dentro del paraguas de Patrimonio Histórico de la Humanidad, proclamado por Unesco junto al Casco Antiguo.
Emelia Alemán Zubieta
Autora
“Y, pues, es la casa la que cuenta la historia”, bromea la autora, quien a su vez explica que es un relato sobre el agradecimiento, el verdadero valor que tiene la familia y la idiosincrasia del panameño.
La novela, aún en venta en algunos establecimientos del país, se encuentra ambientada en la década de 1920, explica Madelag.
NUEVAS GENERACIONES
La imaginación de Madelag, acompañada de sus secuaces literarios, dio origen a más de 90 cuentos que hoy forman parte del programa social “Me gusta leer”, coordinado por Edna de la Guardia, para contribuir con el proceso educativo de la niñez nacional por medio del estímulo a la lectura y la distribución gratuita de los cuentos de Madelag a organizaciones sin fines de lucro para las nuevas generaciones.
Para este proyecto, que se inició en 2013, Madelag donó su autoría, y se han publicado a la fecha siete volúmenes que suman 60 historias de Alemán Zubieta.
“Los libros no se venden, se les dona a un niño para que lo lleve a casa”, afirma de la Guardia, quien asegura contar con el apoyo de la fundación Sus Buenos Vecinos.
“Nos interesa, igualmente, que otros autores participen en el proyecto”, dice de la Guardia.
ESCRITORA ETERNA
“Doña Manuelita no deja de escribir”, expresa su hija.
A pesar de su edad, continúa creando historias, asegura.
La más reciente es una serie escrita en 2014, a los 95 años, en ocasión del centenario del Canal de Panamá.
Aunque aún no se ha publicado, la historia relata las aventuras del pequeño lagarto Chiquitín, que desea conocer el Canal de Panamá.
“Es didáctico y orientado hacia la conservación del medio ambiente”, explica de la Guardia.