Entre el 22 y el 26 de junio de 1926 y para conmemorar los 100 años del congreso Anfictiónico citado por el libertador Simón Bolívar, en nuestra capital se celebró un Congreso Bolivariano. La mayoría de sus sesiones se efectuaron en el aula máxima del Instituto Nacional.
Al Congreso asistieron 36 delegaciones, la mayoría latinoamericanas, además de Estados Unidos, e Inglaterra y Holanda por Europa.
Entre las primeras de la lista anterior, acudieron representantes de Argentina, Colombia, Cuba, Chile, El Salvador, Haití, Honduras, México, Nicaragua, República Dominicana, Uruguay, Venezuela y la Unión Panamericana; así como la oficial panameña y de otras entidades foráneas y locales más.
El Congreso fue presidido por Octavio Méndez Pereira. Se dio la casualidad que al mismo tiempo se reunió en esta misma capital un congreso de las mujeres y otro eucarístico.
Una de las primeras determinaciones que aprobó el Congreso Bolivariano fue la de tratar de organizar lo que se llamó la Universidad Bolivariana, que había sido creada por medio del Decreto N° 50 del 22 de junio de 1926.
Se decidió que esta entidad educativa funcionaría y tendría su sede en las instalaciones del Instituto Nacional y que formaría parte de ella: la Escuela Nacional de Derecho y Ciencias Sociales, la Escuela de Medicina en formación, las Escuelas de Farmacia y de Agricultura, así como los cursos superiores del arriba mencionado instituto. Los fondos para su sustento se derivarían de los proporcionados por el erario público más donaciones particulares, pero la idea no cristalizó.
La delegación venezolana consiguió que el Congreso aprovechara la ocasión para conmemorar los 150 años de la batalla de Carabobo, en la cual aquella nación se liberó de España.
María Teresa Vallarino deleitó a los que asistieron la noche de la inauguración, interpretando bellas canciones.
Guillermo Andreve presentó una solicitud para que el Congreso solicitara a los gobiernos la libertad de los presos políticos que en ellos existieran. La delegación de Estados Unidos se abstuvo de participar en proyectos o discusiones que según su parecer tuviesen implicaciones de tipo político.
También se propuso erigir un monumento en honor al estadounidense Henry Clay (1777-1852) quien fue entre otros, un luchador por la libertad de los esclavos y de los países oprimidos.
La delegación nicaragüense presentó un proyecto que intentaba conseguir que Panamá fuera la sede de la Unión Panamericana.
Otra propuesta se refería a conseguir que todo país de América que fuera atacado sería defendido por los otros.
Para la población hubo entrada libre a todos los teatros y a un circo que visitaba la ciudad. Por cierto que por el ingreso desordenado de gran cantidad de personas hubo heridos golpeados y pisoteados tanto en el circo como en el Teatro Variedades.
En las noches se realizaron retretas en todos los parques de la capital. En la Plaza de Francia hubo además fuegos artificiales. El famoso caballo de carreras "Copiapó", de Raúl Arias Espinosa, compitió en un clásico. Hubo además exposición de documentos históricos en el instituto, además de ejercicios y desfiles por parte de los bomberos.
El mayor Alfredo Alemán ofreció un grandioso almuerzo, al cual invitó a diferentes representantes de las capas sociales y trabajadoras.
A la inauguración del magnífico monumento a Bolívar asistieron infinidad de personas y el acto fue presidido por el presidente Chiari quien descorrió el velo que cubría a la estatua.
Samuel Lewis, de la delegación panameña hizo un elogio al Libertador. El poeta nicaragüense Manuel Maldonado declamó unos versos a Bolívar. El embajador del Perú, Enrique Castro O., colocó una corona al pie del monumento.
Hubo también un discurso por parte del presidente Chiari. Se ejecutó el Himno Nacional. Y el acto culminó con ofrendas y desfiles escolares.
Mientras, en los anuncios de los periódicos aparecían los nuevos autos Buick a mil 560 dólares y en los cines se presentaban películas interpretadas por Rodolfo Valentino, Pola Negri, Adolphe Menjou, Noma Shearer, Richard Dix, Gloria Swanson y otros artistas.
Lo que sigue no trata de justificar el error que cometimos en relación con Olga Guillot. El mismo día llamamos a La Prensa para comunicar la equivocación y en la página 4 de la edición del martes 13 de julio en la sección "fe de erratas" apareció la rectificación. Gracias a todos los que nos llamaron con posterioridad, para recriminarnos tan lamentable y falsa mención.
Textos: Harry Castro Stanziola Fotografías: Ricardo López