FASCINACIÓN I La primera palabra de mi hijo Diego, a los 11 meses, fue "aló". Sí, "aló", como para contestar el teléfono. Mi primera impresión cuando lo dijo fue que no podía ser; ¿no estaban los niños supuestos a decir primero mamá o papá? Aparentemente no, o a Diego no le explicaron esto cuando la cigüeña lo dejó en mis manos. Y la fascinación de Diego con los teléfonos no ha desaparecido; es más, incrementa cada día.
VOCABULARIO I Hoy, a sus 19 meses, su vocabulario consiste básicamente en cuatro palabras: "aló papá", "aló mamá", "aló tatai" y "aló teté" (para referirse a la leche). Ah, y "agua". El aló de Diego (o "aum", como él dice) junto con ponerse lo que sea –zapato, comida, papel– al oído se ha convertido parte de nuestro diario vivir. Cuando quiere ir a pasear, repite una y otra vez "aló tatai", moviendo la manito de un lado a otro. Cuando llego de la oficina me recibe, feliz, con su "aló mamá". ¿El peligro de esto? Que donde ve un teléfono, lo quiere. No importa que la persona esté hablando, él se lo quiere quitar (y es bastante, fuerte; por algo le decimos "El Hulk"). Luego que consigue su objetivo, se lo pone al oído, conversa en su jeringonza un rato… y a veces lo tira contra el piso con fuerza.
APRENDIMOS IAl darnos cuenta de su fascinación, compramos todo tipo de teléfonos de juguete, desde los que suenan cuando se le aprietan las teclas hasta celulares de 99 centavos, con luces y sonidos, de esos que venden en la Avenida B, y parecen reales. Pero esos no le gustan a Diego, él quiere los de verdad. Ni tratar de explicarles como él hace lo que sea por un teléfono, desde tirarse de la cuna hasta arriesgarse al regaño de su papi. A él parece no importarle, su meta es el teléfono. Ya aprendimos a tener todos los teléfonos de la casa trepados en algún mueble donde él no los vea. Solo me queda esperar que con el tiempo, me reciba con un "te quiero, mami" y no con una tirada de teléfono.