En la televisión y el cine, generalmente se piensa que si las imágenes son animadas, están dirigidas a niños.
Hace casi un siglo, esto no era así. En las primeras décadas del siglo XX, cuando todavía se asistía a las salas de cine para ver desde películas hasta noticieros, se pasaban dibujos animados que hoy son clásicos, como Tom y Jerry y Merry Melodies. “Como la audiencia de esa época entraba a la sala y se quedaba hasta que se ‘repitiera el rollo’, todo el contenido tenía que ser apto para un público general, de manera que se quedaran dentro de la sala más tiempo”, se explica en el sitio tvtropes.org. “Por esta razón, muchos de los dibujos animados de ese entonces tenían referencias y connotaciones dirigidas a adultos, cosa que se ha perdido casi por completo hoy día, siendo Pixar el único estudio que todavía logra sacarle provecho a esta fórmula”.
Pero esto no quiere decir que no existan dibujos animados con una audiencia adulta. Programas de televisión como Family Guy y Los Simpsons son prueba de ello. Estos programas son protagonizados por personajes con “acciones, lenguaje y forma de ser no apropiadas para niños”, explica la psicóloga Patricia Bentolila.
En un sondeo realizado en prensa.com en el que participaron 569 personas, el 93.9% dijo que los dibujos animados no son exclusivos para niños, mientras que solo el 6% contestó que sí lo son. Un cyber lector escribió, por ejemplo, que “los dibujos animados son excelentes para que cualquiera se quite el estrés del día”, y otro dijo que “una persona jamás es demasiado mayor” para disfrutar de ellos.
Sin embargo, piensan los expertos, los niños siguen siendo el público más atraído por los dibujos animados. “Por lo general, se prestan más para la fantasía... ellos ven la fantasía con el mismo criterio de realidad con el que los adultos vemos la vida diaria”, explica la psicóloga Gabriela de la Guardia. “Si agregas a eso más movimiento y colores llamativos, y menos diálogo, se vuelve inevitable que los niños se sientan atraídos a este medio”, sostiene.
Bentolila coincide con De la Guardia. Según explica, “nuestra mente recuerda haber crecido con estas películas y programas, lo que nos hace inconscientemente asociarlas a niños”.
Arturo de la Guardia, artista digital, argumenta que el producto [la animación] tiene más que ver con la habilidad que con la audiencia. “Se recopilan formas de expresión y se juntan en un solo medio. Lo que sale es producto de la habilidad y creatividad del animador. Después, solo queda esperar que alguien lo aprecie”, piensa.
El sociólogo Raúl Leis coincide con el artista y agrega que los dibujos animados, como los demás medios, son solo un reflejo de la cultura en la que se crean.