Todos los días, entre los 2 y los 5 años, Ramón Segistán cenaba con su abuelo Artemio Córdova sin imaginar que cuando se convirtiera en un adulto le produciría un álbum póstumo.
Luis Casal y la música de Artemio Córdova es la primera producción discográfica con temas de su abuelo.
“Pienso que si alguien ejecutaba sus piezas, lo hacía de oído porque nadie tenía sus partituras. Su música fue escrita para gente selecta; algunas composiciones se conocen y ejecutan, pero no se conoce a su autor”, opina Ramón Segistán, quien hoy es doctor.
De las creaciones de Córdova destaca su “buen gusto y creatividad musical respecto a las melodías y tonos utilizados para las composiciones”.
Como compositor diverso, Córdova pasó de la cumbia al punto y de allí a los pasillos y los danzones, tamboretes, mejoranas, puntos, polkas y vals con notable facilidad.
“Tenía la versatilidad para adaptar ritmos y géneros no comunes en sus composiciones, temas angelicales, bien ejecutados”, anota.
PRODUCCIÓN
Ramón Segistán desconoce cuántas piezas compuso Artemio Peño Córdova a lo largo de su productiva carrera.
Después de su fallecimiento, “algunas cajas con sus composiciones estaban depositadas en la residencia de su hijo Medardo Córdova, las cuales con el pasar del tiempo sufrieron un franco deterioro, de las cuales recuperé, con apoyo de mi prima Olga Córdova, aproximadamente 200 piezas”.
Lamenta que haya quedado mucho material inédito del músico, pero “por el deterioro físico serían difíciles de recuperar las partituras”.
FORMACIÓN
El padre de Artemio Peño Córdova fue un gran violinista y guitarrista, de manera que su hijo aprendió a ejecutar ambos instrumentos bajo su orientación.
Además, ejecutaba la flauta dulce gracias a las enseñanzas del músico Eduardo Velázquez.
El que nació el 20 de octubre de 1896 en el distrito de Guararé, en la provincia de Los Santos, aprendió sin maestro a escribir música.
“Es un gran compositor que Guararé, su pueblo, no ha sabido honrar en su justa medida. Sus últimos momentos los pasó con mucho estoicismo y resignación porque era un hombre sumamente religioso”, opina Segistán.
Este maestro de la música tradicional panameña falleció el 8 de marzo de 1988.
PROCESO
El proceso de seleccionar el repertorio que forma parte de Luis Casal y la música de Artemio Córdova se realizó en varias fases.
La primera parada “correspondió a la intervención que se hizo mediante la recuperación del material musical que se encontraba en casa de familiares del compositor, en Guararé”, rememora Segistán.
La segunda fase “se basó en la revisión y curaduría de las partituras que reposaban en diferentes cuadernos de música”.
En tanto, la última etapa guarda relación con escoger “las tomas que formarían parte de la producción discográfica”.
Recuerda que el proceso de ensayo para este álbum fue intenso, ya que cada tema musical “requería de una acción especial respecto a dinámicas rítmicas, armonización, interacción musical y adaptación de voces”.
Otra historia es que este disco se grabó en tres países: Panamá, Estados Unidos y Chile.
TALENTOS
Dos figuras fueron claves para hacer posible este disco: los músicos istmeños Ricaurte Villarreal Vargas y Luis Casal.
De Casal resalta que es un virtuoso del violín y define a Villarreal como un “investigador incansable, asesor confiable, un verdadero maestro cuando ejecuta el tambor”.
VALORES
Como nieto, Ramón Segistán hizo un esfuerzo para hacer realidad el proyecto Luis Casal y la música de Artemio Córdova.
“Las familias deben tener esta clase de iniciativas y dar a conocer las aptitudes en el valor de sus antepasados, para que perdure de una generación a otra no solo los panameños”, plantea. Toda persona que se identifique con este tipo de música “debería tener esta joya musical como repertorio de colección, por su alto contenido cultural y de interpretación”.