Dos de agosto de 1492. Esa es la fecha en que Cristóbal Colón zarpó de Cádiz, para llegar a un continente que luego llamarían América. Lo mejor de todo este cuento colombino es que el almirante salió por especias, pero regresó con especies jamás antes vistas. Fue el comienzo de la primera gran fusión gastronómica del mundo, donde viejo y nuevo se encontraron para crear el gran mejunje que come actualmente la aldea global.
En aquel viaje llegó a San Salvador, y posteriormente a Hispaniola, donde aprendió a hacer "pan de cazabe" (le cuesta diferenciar entre la yuca y el ñame, por lo que no sabemos a cuál se refería) y a comer perico, erizos, iguana (una serpiente ... que sabe a pollo).
El 16 de diciembre, en un banquete ofrecido por un rey local, comió langostinos con boniato. De su primera carta a los reyes, obtenemos sus impresiones: "... Hay árboles de mil maneras y altos, y parece que llegan al cielo; y tengo por dicho que jamás pierden la hoja, según lo puedo comprender, que los vi tan verdes y tan hermosos como son por mayo en España, y de ellos estaban floridos, de ellos con fruto, y de ellos en otro término, según es su calidad; cantaba el ruiseñor y otros pajaricos de mil maneras en el mes de noviembre por allí donde yo andaba. Hay palmas de seis u ocho maneras, que es admiración verlas, por la deformidad hermosa de ellas, mas así como los otros árboles y frutos e hierbas. En ella hay pinares a maravilla y hay campiñas grandísimas, y hay miel, y de muchas maneras de aves, y frutas muy diversas".
En esta misma carta documenta la primera "cocina de fusión" entre viejo mundo y nuevo, ya que habla de lo sabroso que es el boniato con leche de almendras (indispensable ingrediente medieval que trajeron entre sus abastos).
Entre los primeros productos que sabemos llevó Colón a Europa figura el maíz –aunque algunos insisten que había llegado a Europa desde Asia, mucho antes–; en viaje posterior, en 1493, también descubrió la piña en la isla de Guadalupe (como la alcachofa, pero más alta, con fruto semejante a un piñón); evidentemente, la papaya, el aguacate, la verdolaga y el amaranto y según nos indica el siguiente párrafo, por lo menos una variedad de ají picante (el día antes de su retorno), probablemente el chombo o habanero:
"En estas islas, adonde hay montañas grandes, allí tenía fuerza el frío este invierno; mas ellos lo sufren por la costumbre, y con la ayuda de las viandas que comen con especias muchas y muy calientes en demasía".
Los ajíes o chiles picantes en particular capturaron el interés del almirante, ya que una de las especias más cotizadas por los picos finos de su época era la pimienta: por esa razón los bautizó "pimientos", en parte por falta de vocabulario y por su deseo de validar su "descubrimiento", creando así una confusión eterna para las generaciones subsiguientes.
Vea Canjes gastronómicos