De portadas coloridas, tapas gruesas a prueba de travesuras y textos ilustrados en detalle, los libros para niños abundan en las estanterías de las librerías, y los compradores, que aún no han entrado en la etapa de padres, pasan inadvertidos por esta sección.
Suele subestimarse, pero la literatura infantil puede hacer reflexionar a los adultos sobre temas que creían aprendidos.
En el ejercicio de la lectura, en principio dirigida a un público infantil, una persona madura puede encontrar, entre líneas, mensajes que no habría captado en su niñez, ni siquiera tras la repetición de su cuento favorito.
Es por ello que promotores de la lectura invitan a darle un voto de confianza a las obras de literatura infantil, en especial a las de autores nacionales, y plantean no descartar las portadas animadas entre las favoritas para disponer en la mesita de noche o para entretenerse en sus ratos de ocio.
“La literatura infantil y juvenil puede llegar a lo más profundo de nuestra sensibilidad, despertando de manera clara y sencilla sentimientos y sensaciones que los adultos tendemos a sepultar”, declara Irene Delgado, presidenta de la Academia Panameña de Literatura Infantil y Juvenil.
Irene Delgado
Presidenta de la Academia Panameña de Literatura Infantil y Juvenil.
La especialista aclara que la clasificación de “infantil” no debiera frenar la curiosidad de un lector, recordando que en la mayoría de los casos son escritores adultos los autores de las historias fantásticas pensadas para niños.
La recuperación de sentimientos como la ternura y el despertar de la imaginación, que al final de cuentas incrementa la creatividad, son más bondades del repaso de las obras literarias infantiles en los mayores, apunta Carlos Fong, cuentista, investigador y coordinador del Plan Nacional de Lectura del Departamento de Publicaciones del Instituto Nacional de Cultura.
Hay textos que apelan a tomar conciencia de los problemas ambientales. Y la lectura de este tipo de obras para niños, en este sentido, ayuda a “crear ciudadanos más conscientes en el cuido del entorno y la sociedad”, argumenta Fong, de un efecto que repercute en el lector sin distinción de edades.
Historias felices también para mayores
La literatura infantil panameña tiene sus propias obras tipo El Principito, que se pueden disfrutar aunque los años de juventud hayan pasado.
Tradicionalistas
La escritora Maribel Wang, ganadora en 2013 del Concurso Nacional de Literatura Infantil Hersilia Ramos de Argote, pone en alto la selección de leyendas y tradiciones Narraciones Panameñas, de la autora Berta María Cabezas. “No podría ser la misma sin haberlo leído”, dice, al tiempo que menciona los relatos folcloristas que conoció cuando cursaba el quinto grado y aún le siguen fascinando: El Árbol Viejo, La niña encantada del Salto del Pilón, El penitente de la otra vida, El gallo Vicente, Bueno culantro, pero no tanto y El chorro de Las Mozas.
Otro texto con diversas recopilaciones vernaculares es Quiero Aprender, de Rubén Darío Carles.
El sociólogo Raúl Leis es otro de los escritores sobresalientes, según el grupo de expertos consultados, por su obra El niño y la bomba.
Teatro
Irene Delgado, presidenta de la Academia Panameña de Literatura Infantil y Juvenil, añade tres obras emblemáticas creadas para teatro por Rogelio Sinán: La Cucarachita Mandinga, Chiquilinga y Lobo go home.
Si un adulto vuelve a leer estas obras puede lograr una comprensión más amplia por “sus metáforas o analogías” que un lector joven o infantil, compara Delgado.
Poesía
En la poesía, apuntalan los versos escritos por la docente Hersilia Ramos de Argote. Uno de los más enternecedores, según Wang, aunque de corta extensión es Mis deditos. Crece y camina, un libro de poesía de Esther María Osses, es recomendado por la escritora Consuelo Tomás, porque “rompe la tradición en lo que a poesía infantil se refiere”.
Novelas
El cuentacuentos Carlos Fong escoge como favorita entre las novelas la obra de Carlos F. Chang Marín Las Gracias y las Desgracias de Chico Perico. Delgado coincide, y relata que la temática está centrada en las peripecias de un niño de campo que llega a la ciudad.
Inserta en esta categoría a la escritora Madelag (Emelia Manuela Alemán Zubieta), con su novela La casa cuenta su historia, en la que aborda cómo era la ciudad en el arrabal santanero.
Cantos y juegos
Revivir el espíritu de niño podría ser posible con el canto Machín Canda’o de Lil Marie Herrera. ¿Cómo no sentirse tentado a jugar y cantar con nuestros hijos y nietos?, se pregunta Delgado.