Librería Cultural, un amor resistente al tiempo

Librería Cultural, un amor resistente al tiempo
Librería Cultural, un amor resistente al tiempo

Enamorado de los libros, Amador José Fraguela los trataba como a criaturas recién nacidas, sobre todo aquellos que coleccionaba y que tenían centenares de años. De este hombre con el corazón lleno de letras y palabras nació una librería.

“Fue idea de mi padre, siempre tuvo amor a los libros”, cuenta hoy su hijo Luis Fernando Fraguela, sentado en una sala rodeada de libros que delatan su edad por lo desgastado de sus lomos.

Se trata de la Librería Cultural, ubicada en vía España, frente a calle primera, Perejil. Más de 35 mil títulos hallaron allí su hogar desde hace más de 30 años. Sin embargo, la librería tiene más de 60.

 

Como librería ícono de este país, queremos darles un realce a los escritores panameños.


Luis Fernando Fraguela
Librería Cultural

Escritores nacionales

El sello distintivo de la librería más antigua del país es su apoyo a los autores nacionales. Fraguela calcula que pueden tener entre 300 y 400 títulos de unos 150 autores panameños. “Incluso, nos gustaría inaugurar una sala de escritores panameños, porque nos faltan algunos por poner en nuestras paredes”, anotó.



Fernando, quien se encarga de ella junto a su hermano Manuel, recuerda que antes los mejores años los pasaron en un local en avenida Perú. “Esa fue la más grande y bonita que recuerde. Era concurrida por escritores que ya no están con nosotros, y pintores como Alfredo Sinclair”.

En ese lugar (que ahora ocupa un banco) estuvieron seis años. Luego tuvieron que cerrar, porque no podían pagar la renta. Igual habían tenido que hacer unos meses antes de la invasión militar de 1989 con el local que tenían en San Miguelito y el de la avenida séptima central, en Santa Ana.

“Estaba justo al lado del café Coca Cola y frente al teatro Amador”, cuenta Luis Fernando sobre la historia de la librería que también es la historia de su familia.

Una historia que comenzó cuando Amador José, graduado de profesor de español y especializado en lingüística, con la ayuda de su padre Amador se aventuró junto a su esposa y otros colaboradores a hacer de su pasión un sustento familiar.

CARIÑO POR LOS LIBROS

Librería Cultural, un amor resistente al tiempo
Librería Cultural, un amor resistente al tiempo

En el parque de Santa Ana se reunían grandes personalidades, pintores, poetas, tomaban su café en el café Coca Cola y entraban a la Librería Cultural a hacer sus tertulias. Así le contaron a Luis Fernando Fraguela, que lo relata ahora como parte de la historia del negocio de la familia.

“Era bonito, porque no existía la internet y más bien la gente se volcaba a leer y a querer adquirir conocimientos”, expresa. Han pasado más de 60 años desde entonces y, pese a eso, Fraguela afirma que aún hay futuro en la librería.Son más de 60 años... ¿qué cambios ha notado?

La venta mermó mucho. Gran parte de esa reducción de ventas se debe a la reprografía, por un lado. Por otro lado, la venta de los libros en los colegios (...) Y por otro, la tecnología.

¿Los libros escolares eran los más vendidos?

Siempre han sido los más vendidos por la demanda que hay en los colegios. Y aparte los libros de lectura, los clásicos, los best sellers.

¿Actualmente cuáles se venden más?

Hay nacionales y extranjeros. Creo que la gente se inclina más por los libros de superación. También se venden muchos los libros de Paulo Coelho, y los libros nacionales. Creo que los docentes deben hacer más hincapié en la literatura panameña. No es que diga que no se deba leer literatura extranjera, pero debemos leer a los escritores del patio también.

La librería está llena de retratos...

Sí. Son los escritores nacionales. Nosotros hemos querido hacer un aporte para que la población los conozca, porque puede ser que usted oiga de Gil Blas Tejeira, pero no se imagine quién era ese personaje.

¿Tiene alguna anécdota con escritores panameños en la librería?

Aquí vienen muchos autores de diferentes tendencias e ideologías políticas. Muchas veces se han encontrado algunos y se forman unas tertulias increíbles, que usted no se imagina. Incluso, los clientes participan.

¿Existe la esperanza de que aumenten las librerías en Panamá?

Eso depende mucho de hacia dónde vamos. Si se incrementa la lectura en los colegios y en el país se pueden adquirir libros, de pronto sí, y sería bueno. Usted ve siempre el nivel cultural de los países a través de los cines, los teatros, los museos y las librerías. Es un indicador.

Si comparara las librerías de antes con las librerías que han surgido...

Yo creo que las librerías se están empezando a diversificar, y eso me parece bien, porque no habría competencia y, por otro lado, se comprarían mejores libros y habría la posibilidad de ir mucho más allá en lugar de traer de todo un poco.

¿Cómo ve el futuro de la Librería Cultural?

Futuro hay. Pero ha mermado mucho la venta de los libros por la tecnología. Aunque el libro jamás va a desaparecer, las librerías quedarán como un museo.

En cuanto a la profesión del librero...

El librero se hace a través del tiempo, a través de las diferentes casas editoriales, de seminarios, y uno nunca termina de aprenderse tanto del libro, las texturas, los papeles, la impresión.

Hay que tener amor por los libros. ¿En su familia fue algo aprendido o heredado?

Creo que fue algo heredado. Ha pasado de padres a hijos. Yo me crié en este ambiente, de esto vivimos, de esto comemos. Gracias a los clientes que vienen a comprar libros. Esperamos estar aquí por muchos años más.

'La Cultural guarda recuerdos especiales'

Las librerías me atraen como imán. Me gusta el olor de las librerías que huelen a libro; ese olor peculiar lo recuerdo al evocar la Cultural Panameña de mi juventud, la que estaba cerca del café Coca Cola, cuando la avenida Central era el centro de los mejores comercios de la ciudad capital.
El propietario era el señor Fraguela, señor muy apreciado, considerado por muchos como el gurú de los libreros. Nunca hablé con él, pero “paraba las orejas” cuando hablaba con voz sosegada sobre literatura y libros con amigos, escritores, intelectuales, periodistas y bohemios que del café cercano pasaban a la Cultural o viceversa.
Todavía hoy, si ando en busca de un libro y no lo encuentro, me digo: “Fijo que en la Cultural lo tienen”.
La mudanza a vía España, cerca de Perejil, y un Fraguela de “relevo” no le hizo perder el encanto que tienen para mí las librerías que huelen a libros.


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