Decían las más altas autoridades militares estadounidenses, que para captar las mentes de los ciudadanos y ganarse amigos con ideas democráticas era necesario organizar ciertos tipos de escuelas financiadas por su ejército y dedicadas a estudiantes militares latinoamericanos.
En total, Estados Unidos fundó tres instituciones, de las cuales una quedó en Washington, la llamada Colegio de Defensa y las otras dos: la Escuela de la Fuerza Aérea para Latinoamérica y la Escuela de las Américas, que es la que nos interesa, hoy, en Fort Gulick, antigua Zona del Canal de Panamá.
Esta última ya existía para militares norteamericanos y desde 1949 ofrecía 31 cursos diferentes y a ella asistieron hasta el 30 de junio de 1965, 17 mil 900 estudiantes latinos y 11 mil 233 estadounidenses.
Con excepción de la clase de supervivencia en la selva, creada con motivo de la guerra de Vietnam (que para poco les sirvió), las otras se dictaban en inglés, el resto lo fue en español. La duración de los cursos era entre dos a 40 semanas.
Recuerdo que el buen amigo coronel Cabezas, uno de los directores de la escuela, me invitó a hablar sobre las enfermedades (no producto de balas, bombas y demás barbaridades), sino de las que se podían adquirir por otras causas. Fue una sola clase, ad honorem y pare de contar, que quede claro que no enseñé a torturar, hago la salvedad, ya que se dice que esas prácticas eran materia preferida por muchos de los asistentes.
Por cierto, el doctor Cabezas restauró el Castillo de San Lorenzo, una gran labor.
En realidad, la Escuela de Las Américas fue fruto de la preponderancia de las izquierdas cubanas, nicaragüenses y rusas, lo cual era alarmante para el Tío Sam.
Lo malo es que a pesar de que existieron miles de estudiantes dotados de las ideas y prácticas más sanas, por allí también pasaron unos angelitos: Manuel Antonio Noriega, de Panamá; Hugo Banzer, de Bolivia; Roberto D’ Abuisson, de El Salvador; Roberto Eduardo Viola, de Argentina; Guillermo Rodríguez, del Ecuador; Vladimiro Montesinos, (abogado y militar) del Perú, y Leopoldo Fortunato Galtieri (el de nuestra fotografía), quien dio inicio a la guerra de Las Malvinas, empresa que terminó en un rotundo y doloroso fracaso, lo que le obligó a renunciar a su posición de presidente de la república argentina.
Pero Galtieri también fue uno de los encargados de la llamada "guerra sucia", en donde se torturó por sus ideas, a más de 100 mil personas, otras 30 mil almas fueron desaparecidas o asesinadas, lo cual no se puede atribuir a las ideas democráticas, que según los organizadores de la Escuela de las Américas, era su principal razón para existir.
Está escrito además que Klaus Barbie, declarado criminal de guerra nazi y quien trabajó en un tiempo para los servicios llamados de inteligencia bolivianos, fue también uno de los inspiradores de la Escuela de Las Américas.
Mas volvamos a don Leopoldo Fortunato Galtieri, quien veía su popularidad decaer cuando fue mandatario de su país, por lo cual decidió el 2 de abril de 1982 invadir las islas Malvinas, él pensaba que despertaría los sentimientos más preciados de los argentinos, si lograba Galtieri vencer en la guerra a los ingleses.
Pero lo que quería Galtieri no se cumplió, ya que nunca se imaginó que Margaret Thatcher, conocida como la dama de hierro, cuya popularidad también estaba por el suelo, iba a ser ayudada en la guerra de Las Malvinas por Estados Unidos, quienes inclusive le prestaron la desconocida isla de Concepción para que le sirviera de apoyo.
Para rematar murieron más de 600 jóvenes argentinos, a los cuales no habían equipado con suficiente alimento, abrigo y armamento adecuado. Sin contar los que quedaron heridos e incapacitados.
Galtieri se vio obligado por su derrota a renunciar. Lo hizo tres días después de la dolorosa rendición argentina. La conflagración duró 74 días. Y vean cómo pueden ser los destinos de paradójicos, la renuncia de Galtieri hizo retornar un gobierno democrático a la república argentina, algo que los organizadores de la Escuela de las Américas nunca alcanzaron soñar ¿Sería en la Escuela de las Américas donde Galtieri aprendió a ser todo lo que fue?
En cambio, a la señora Thatcher le mejoró su situación, sin embargo, en las próximas elecciones la derrotaron.
Galtieri murío a los 76 años de edad, el 12 de enero de 2003, a consecuencia de un cáncer en el páncreas.
Ahora, para terminar queremos dar las gracias al buen amigo Carlos Reyes Genzier, quien nos sacó de la duda al explicarnos que el caballero vestido de negro que aparecía en una de las fotos de la visita de Wallace del domingo pasado, era Agustín Ferrari, secretario general de la Presidencia de Panamá para ese entonces. Nosotros no habíamos podido identificarlo.
Textos: Harry Castro Stanziola Colección de fotografías: Ricardo López Arias Comentarios a vivir+@prensa.com