Fueron los padres de nuestro preclaro personaje de hoy: Don Tomás Iturralde y Doña Aquilina de la Vega.
Fue, además, nieto de Joaquín Domingo de Iturralde, coronel de ingenieros (así dice su título) de la Plaza Militar de Panamá.
Nació Mateo en esta ciudad capital el 21 de septiembre de 1821, aproximadamente un mes más tarde fue bautizado en la Iglesia Catedral. Un muy conocido abogado de esa época, José de Achurra, y su esposa Petra fueron sus padrinos.
El padre de nuestro personaje de hoy falleció siendo aquel muy niño. Como la madre estaba también gravemente enferma, fue criado por familiares.
Comenzó su época escolar en el colegio de San Diego, ya desaparecido, en donde aprendió, entre otras materias: aritmética, español, latín, francés e inglés. ¡Qué comparación con lo que se aprende hoy! Un poco antes de cumplir 17 años, él ya daba clases también.
Eran épocas en que no era raro, por lo corto de los estudios, y era factible graduarse en varias profesiones. Y así, él obtuvo diplomas como jurisconsulto y como médico, profesiones que ejerció-sobre todo la última-, sin cobrar sumas exorbitantes, casi que trabajando por caridad, algo que tampoco es muy popular ahora.
Como profesional de la medicina, estudió en Ecuador, donde también fue docente. Tras un corto tiempo se trasladó a la capital colombiana, Bogotá, para aumentar sus conocimientos en Derecho.
Regresó a su tierra natal, en donde después de ser candidato, fue elegido como representante del Congreso. Fue allí donde en una ocasión en que se discutía la excesiva influencia de la compañía extranjera, inapropiadamente llamada Ferrocarril de Panamá, pronunció su frase famosa: “¡Yo no vendo mi Patria!” Lo anterior, porque se pretendía dar más privilegios a la empresa citada. Algunos dicen que él nunca pronunció esa frase. ¡Verdaderamente que hay gente para todo!
Iturralde fue no solo represente político en la capital colombiana, acá en su país fue también diputado. A pesar de esto, no abandonaba la práctica de la medicina, dedicándose en particular a la gente de muy escasos recursos, lo cual le ganó grande y merecido prestigio y amplia popularidad.
Durante el largo tiempo que pasó en Bogotá, le tocó también participar como médico del Ejército durante la guerra entre liberales y conservadores.
Mateo Iturralde no solo ha sido congresista, sino secretario de Estado, lo que hoy se conoce como ministro. Además, fue magistrado de la Corte Suprema de Justicia.
Pero al sentirse enfermo, decidió regresar a Panamá para pasar sus últimos años, sin olvidar sus obligaciones personales.